Dubái

“No sé por dónde empezar, de verdad”. El miércoles por la noche, Roger Federer intentó arrancarse a explicar con esa frase algo inexplicable tras vivir una de las derrotas más extrañas de su carrera. En la segunda ronda del torneo de Dubái, el suizo cayó ante el ruso Donskoy (6-3, 6-7 y 6-7) después de malgastar tres ventajas mayúsculas para estar en los cuartos de final.

Federer tuvo tres puntos de partido en el tie-break del segundo set (dos con 6-4 y uno más con 7-6), llegó a mandar 5-2 en la tercera manga y dispuso luego de un 5-1 en el desempate decisivo. Todas esas ocasiones clarísimas se fueron al garete. Donskoy, el 116 del mundo, acabó tirando la raqueta por los aires cuando sobrevivió a las mil adversidades del cruce porque no se lo podía creer.

 

“Tuve mis oportunidades, tuve muchas oportunidades, y debería de haberlo cerrado”, reflexionó el número 10 del mundo. “No sé cómo se escapó, pero lo hizo. Ahora mismo es difícil de analizar todo esto. Podría haber ganado en dos sets y estaría con mi cabeza en la almohada pensando en Pouille, pero estoy aquí sentando explicando qué es lo que no salió bien. En este momento estoy tratando de digerir por qué os estoy hablando de lo que acaba de pasar”.

 

Tras exhibirse el primer día contra el francés Paire, el suizo le dio continuidad a ese encuentro jugando un buen primer parcial contra Donskoy, reñido pese a todo. El ruso, clasificado desde la fase previa y vencedor en la primera ronda de Mikhail Youzhny, apareció con la idea de reventar cada pelota y eso impresionó a Federer, que de arranque aguantó bien, sosteniendo su candidatura al encuentro con el saque y el revés.

Evgeny Donskoy. Dubai Duty Free Tennis Championships

Perder el primer parcial no tuvo ningún efecto en Dosnkoy, que pese a no haber ganado nunca a uno de los 10 mejores (seis derrotas) siguió peleando con fe su suerte en el encuentro, escupiendo golpes ganadores con malicia. Así llegó el ruso al desempate, donde anuló tres puntos de partido al suizo. Así se plantó en la tercera manga y ganó cuatro juegos consecutivos (de 2-5 a 6-5) para sacar por el encuentro y ceder su servicio con una doble falta, tal era la tensión. Así compitió de nuevo un tie-break, esta vez decisivo y a cara de perro. Así, en definitiva, hizo lo imposible: voltear un 1-5 para terminar gritándole a la noche una victoria gigantesca.

 

“Podría ser muy negativo, pero no lo voy a ser”, razonó tras el encuentro Federer, que en unos días viajará a Indian Wells para jugar el primer Masters 1000 de la temporada. “Ha sido una derrota dura y no hay excusas. Donskoy jugó bien, pero tengo que dejarlo atrás”, insistió el suizo. “Sigue siendo el inicio de mi reaparición y tengo que sacar los aspectos positivos de estar jugando de nuevo un torneo de forma saludable. Estoy feliz por haber superado mis lesiones”.

 

La mayoría de las veces, el deporte no tiene lógica. Hace un mes, y tras medio año alejado de las pistas, Federer estaba remontándole a Rafael Nadal el quinto de set de la final del Abierto de Australia para levantar su grande número 18, una conquista que llevaba intentando desde 2012. En Dubái, subido en la cresta de la ola tras ese triunfo histórico, el suizo vio cómo un oponente sin galones le daba la vuelta a un partido que tuvo en la palma de la mano. Increíble, pero bien real.

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