“Superarse a uno mismo o perder”. A veces, como aseveraba Murakami, “no hay más opciones”. Todo consiste en levantarse de la cama, vencer la pereza, ponerse las zapatillas y echar a correr. Primero una distancia razonable y después algunos kilómetros. Lo que sea con tal de llegar a una meta imaginaria, esa que se fija cada ‘runner’ individualmente. Este domingo, por ejemplo, los 10 kilómetros, la media maratón o la distancia de Filípides en la Rock and Roll maratón de Madrid. Cada uno, lo entrenado o lo elegido. 35.600 corredores. Algo más de 70.000 pies percutiendo el cemento de la capital. Todos en busca de cumplir su propio objetivo y escuchar la voz de Raúl Gil (Madrid, 1981) en la meta. Él, speaker y atleta, esperará a todos los participantes para cantar sus nombres y apellidos al final. O, al menos, intentarlo, como promete en conversación con EL ESPAÑOL.



Su historia es una de las muchas que colecciona un recorrido que cumple 39 años en su 40 edición. Un clásico del panorama nacional que ha escuchado el Aleluya de Händel en la meta -como contaba el corredor más veterano de la pasada edición (70 años) a este periódico- y ahora disfruta de bandas de rock and roll por sus calles. Música, deporte y una voz reconocible, la de Raúl Gil, atleta profesional durante buena parte de su vida y speaker de la prueba desde 2010. Uno más de un engranaje gigantesco, en el que es parte importante pero no protagonista: “Soy como Lucas Vázquez: aporto, intento no equivocarme... pero no destaco. En cambio, en una carrera pequeña, a veces, me siento como Messi o Cristiano”.



Esa dicotomía tiene apenas 10 años, cuando debutó como locutor. Hasta entonces, su objetivo había sido prosperar percutiendo el tartán. Empezó, como muchos otros, en el colegio, titubeando con varios deportes: “Jugué a baloncesto de base, pero opté por el atletismo porque era una disciplina individual”. Sumó jornadas de entrenamiento, sudores y sufrimiento. Competiciones, alegrías y sinsabores. Fue tres veces finalista en los campeonatos de España Absolutos de 1.500 en pista cubierta y es el actual campeón de Madrid de 5.000 metros. Días de gloria que no pudo culminar con una clasificación para los Juegos Olímpicos de 2008: “En 1.500, en el año 2000, bajé por primera vez de 4 minutos (3:58). En 2004, hice 3:45. Y en 2008, si hubiera seguido la progresión, habría estado luchando por ir a Pekín, pero no pudo ser”.



Aquel año cambió su vida y apareció, casi sin querer, su otro sueño: el de ser locutor. No pudo ir a los Juegos, pero los contó desde la radio. Poco antes, mientras estudiaba Administración y Dirección de Empresas, Raúl Gil tuvo una revelación involuntaria: “Un día, en el vicerrectorado, esperando, vi un folleto en el que aparecían unos monigotes corriendo con un micrófono. Y dije: ‘Ese soy yo’. Así que me apunté a un Master y ese verano de 2008 conté los Juegos desde la radio, de ahí el gusanillo de ser locutor”.

Raúl Gil posa para EL ESPAÑOL. Jorge Barreno EL ESPAÑOL



Raúl no abandonó las pistas -de hecho, sigue entrenando seis días por semana-, pero lo empezó a compaginar con su carrera de locutor. En 2008, debutó en el campeonato de España universitario de atletismo de Fuenlabrada, hizo lo propio en la Milla de Ibiza y acabó con la Milla de Vallecas. “Lo hice a doble voz con el otro locutor que había, pero estaba tan nervioso que me equivoqué. Me inventé cosas y, en el informe que escribió el juez árbitro, nos dijeron que aquello parecía más un partido de fútbol que una prueba de atletismo. Pero bueno, me sirvió para foguearme”.



Poco tiempo después, en 2010, Raúl debutó en el Maratón de Madrid como locutor. Desde entonces, tan solo ha faltado el año que participó en la carrera de 10 kilómetros y ha alternado las pruebas de atletismo con otro tipo de eventos: torneos de pádel, veladas de boxeo… “La gente cree que ser speaker es muy complicado, pero para nada. Sólo hay que tener una voz. Con eso basta. Luego los hay buenos, normales y los que lo hacen de forma voluntaria”, sentencia.



TRUCOS Y PARTICULARIDADES



Raúl recibe a este diario en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid. Hay quietud, unas zancadas de gloria y otras capitulares en un lugar que respira tranquilidad. El ambiente es completamente diferente al que se encontrará este domingo, con bandas de rock and roll tocando entre el murmullo del gentío que se agolpa en las calles de Madrid y los altavoces que suenan en los 42’195 kilómetros que comprende la maratón. Y mientras, él, parado en la meta, con un micrófono sonando para las 60.000 personas que se estima disfrutarán de la prueba entre corredores y espectadores. ¿Nervios? “Antes sí; ahora no. Puedo estar hablando durante siete horas y tener la voz igual que antes...”.

Raúl Gil posa para EL ESPAÑOL. Jorge Barreno EL ESPAÑOL



Sin embargo, eso no ha sido siempre así. Ser locutor no es coger un micro y hablar. “El día de antes, miro quiénes fueron los mejores el año anterior, quién tiene el récord, quién compite… e intento contar un poco quiénes son los participantes”. Y antes de la carrera, como si fuera a competir en la prueba, calienta: “Hago ejercicios con la voz y, sobre todo, llevo agua, que es mi gasolina -no como la primera vez, que no lo hice- y crema solar. Eso es básico, porque pasas muchas horas ahí delante”.



Esa es la rutina que sigue Raúl Gil, que ha desarrollado un estilo “no siempre valorado”: habla poco y sólo dice lo importante, intenta nombrar a todos los participantes de la carrera -“aunque, obviamente, en una prueba como la maratón de Madrid es difícil”- y tiene una voz reconocible. “Hay veces que la gente me reconoce por la voz. Una vez, un corredor vino y me dijo: ‘Me ha hecho mucha ilusión que dijeras mi nombre y apellidos, me hiciste sentir un profesional’. Y eso, la verdad, me hace ilusión”.

Eso es lo que ha llevado a Raúl a ensayar delante del espejo, alternar la música con la voz mientras conduce o, simplemente, a ser speaker de entre 30 y 40 eventos deportivos en España cada año. Y todo eso, sin un número de WhatsApp. En pleno siglo XXI, se ha negado. Una de sus muchas particularidades. Al fin y al cabo, como decía Murakami: “No existe en ninguna parte del mundo real nada tan bello como las fantasías que alberga quien ha perdido la locura”. Y Raúl, en el buen sentido, la perdió hace tiempo. Este domingo, además, tendrá a otros 35.600 corredores que también lo hicieron el día que decidieron ponerse unas zapatillas y salir a la calle. ¡Bendita locura!

Raúl Gil posa para EL ESPAÑOL. Jorge Barreno EL ESPAÑOL

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