La palabra retirada es un tema tabú dentro del mundo del deporte. Implica el adiós a una forma de vida, un trago siempre amargo por muchos éxitos que se hayan cosechado. Puede ser culpa de las lesiones o, más probablemente, del paso de los años. El cuerpo ya no responde a la carga de intensidad ni a los esfuerzos como antaño. Pero el caso de Ruth Beitia es peculiar. La semana pasada, en Río de Janeiro, la saltadora cántabra logró el mayor triunfo de su carrera deportiva -el oro olímpico- con 37 años.

Ganó a tres generaciones diferentes de atletas y se resarció de aquella amarga medalla de chocolate de Londres, donde desilusionada y rabiosa anunció que lo dejaba, que no le quedaban fuerzas para mantenerse en la élite. Se dedicó un par de meses a disfrutar del patinaje, pero el oceánico clima de Santander la obligó a resguardarse en el módulo de La Albericia. El contacto con el tartán y la insistencia de su entrenador, Ramón Torralbo, hizo que Ruth Beitia cambiase de opinión: volvió al entrenamiento diario con el objetivo único de disfrutar del atletismo.

Y así hasta ganar los Juegos Olímpicos y alcanzar su decimocuarta medalla en una gran competición internacional. Beber del jugo del triunfo le ha concedido una segunda juventud que todavía no tiene fecha de caducidad. La mejor atleta española de todos los tiempos, a su llegada a Santander este martes, en medio de un recibimiento por todo lo alto, anunció que el oro olímpico no va a ser el broche final de su exitosa carrera, sino que seguirá "paso a paso y con tranquilidad", marcándose metas a corto plazo, como ha hecho hasta el día de hoy.

"Otro ciclo olímpico sería prácticamente impensable, evidentemente con 41 años se me pone muy cuesta arriba la oportunidad de poder estar nuevamente unos Juegos Olímpicos al 100%", confesó Beitia, aunque sin cerrar la puerta de forma definitiva. Desde su círculo cercano afirman estar encantados de que la saltadora cántabra haya tomado esta decisión, pero todo lo que sea aguantar más de una o dos temporadas lo ven complicado. Como reconoció Torralbo en conversación con EL ESPAÑOL después del Europeo de Ámsterdam, Beitia "todavía tiene fondo para saltar un poquito más"

La próxima temporada se disputarán el Campeonato de Europa de pista cubierta, en Belgrado (Serbia) en marzo, y el Campeonato del Mundo -el único título que falta en su palmarés- en Londres en el mes de agosto. Con 38 años, ¿podrá mantener la supremacía en el salto de altura mundial?

Segundo diamante

Pero antes, este sábado, Ruth Beitia se calzará las zapatillas de clavos en el parisino Stade de France con el objetivo de dar un paso más hacia la victoria final en la Diamond League. La santanderina, vencedora el año pasado de esta competición que premia la regularidad de las saltadoras, encabeza la clasificación con 31 puntos gracias a las victorias bajo la lluvia de Oslo y Estocolmo, seguida de Levern Spencer.

La atleta natural de la isla de Santa Lucía buscará reducir esa diferencia que por sensaciones de los últimos concursos se revela como un abismo. También estarán presentes la plata olímpica en Río, la búlgara Mirela Demireva, la lituana Airiné Palsyte o la italiana Alessia Trost.

Ruth Beitia en su llegada a Santander Pedro Puente Hoyos Efe

Con 10 puntos más -los que se le conceden a la ganadora de la reunión- Beitia dejaría prácticamente sentenciada -salvo catástrofe en la última cita de Zúrich, donde la puntuación se duplica- la lucha por el diamante. El cansancio, el jet lag o la celebración en Santander harán que las piernas estén más pesadas que de costumbre, pero Beitia saltará a la pista con esa sonrisa perenne, de oreja a oreja, para seguir disfrutando de esa segunda oportunidad que, como dice ella, le ha dado la vida. 

Un caché de oro olímpico

Ruth Beitia ha confesado en varias ocasiones que un patrocinador español de zapatillas la abandonó "por vieja", cuando tenía 33 años. Ahora, con 37, la saltadora cántabra ha sumado dos títulos más de campeona continental, un bronce mundial y el anhelado oro olímpico a su dilatada cosecha de preseas. La edad no lo es todo en el deporte profesional, sino el compromiso y la dedicación de cada uno para alcanzar los resultados.

Con la victoria en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, el caché de Ruth Beitia se ha disparado: es ya un reclamo para los organizadores de los grandes meetings. En su cuenta personal, esa medalla de oro le reportará 94.000€, el premio otorgado por el Comité Olímpico Español; además de alcanzar la beca M1 del plan ADO, la máxima a la que puede aspirar un deportista español. Si gana la Liga de Diamante, sería recompensada con otros 40.000$ dólares.

Aunque no totos los reconocimientos serán a nivel económico: el pleno del Ayuntamiento de Santander ha aprobado, con el apoyo de todos los grupos, que el Complejo Municipal de La Albericia, donde la saltadora lleva 26 años forjando una carrera irrepetible, se renombre como Ruth Beitia. Para que la figura de la mejor atleta española de todos los tiempos perdure inmortal al paso del tiempo.

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