Narración y estadísticas: Eibar 0-2 Barcelona

Equilibra el Barcelona días muy buenos con regulares, jornadas de quitarse el sombrero con vulgares victorias, partidos de grandiosidad con trámites resueltos al trantrán. El equipo de Valverde escribe su historia entre nubes y claros. Así lo ha hecho hasta ahora; y así lo ha propuesto esta semana. ¿Cómo? Sacando tres puntos rutinarios de Ipurua (goles de Luis Suárez y Jordi Alba) y buscando con la mirada lo realmente importante: el partido contra el Chelsea de la ida de los octavos de final de la Champions. Entonces, le tocará brillar. Este sábado, le bastó con comparecer, cumplir con su tarea y evitar los despistes. Y lo consiguió



Le costó, eso sí. El Barcelona no hizo su mejor partido. Ni siquiera uno de esos regulares. Jugó mal. Sí, por momentos, incluso se vio superado por su rival. El Eibar, en el arranque, demostró el porqué aspira a entrar en puestos de Europa League. Tocó la pelota, controló y metió miedo. Mucho, además. En los seis primeros minutos, disparó hasta en tres ocasiones a la portería defendida por Ter Stegen, pero no acertó. Erró en el tiro y, claro, el que falla en este deporte… lo acaba pagando.



El Barcelona, con Coutinho y Dembélé en el banquillo, no se reconoció en toda la primera mitad. Pero acertó. Messi controló la pelota, vio a Suárez desmarcarse por el flanco derecho y se la puso en el pie. ¿Y qué hizo el uruguayo? Lo de siempre. Cabalgó hasta el área del Eibar, dejó a Dmitrovic tumbado en el suelo e hizo el primero. Marcó el conjunto azulgrana y, de pronto, resucitó. Apretó hasta el final de la primera mitad y recuperó sensaciones.



Pero tan solo fue circunstancial. Empezada la segunda mitad, y con el Eibar controlando de nuevo el esférico, el árbitro se metió en un lío. O, más bien, lo hizo Orellana. El chileno, que ya tenía amarilla, le pegó un puñetazo al balón y lo mandó fuera. ¿Y qué hizo el colegiado? Amonestarle por segunda vez y expulsarlo. “¡Qué fácil es pitarle al Eibar!”, le instó Mendilibar desde la banda. Y tomó el mismo camino. Vio la roja y se tuvo que marchar a terminar de ver el partido desde la grada.



Aun así, el Eibar no cejó en su empeño, pero acabó aplastado por la contundencia azulgrana. Casi al final del partido, en un rechace, Jordi Alba, que llegaba desde atrás, vio la pelota suelta dentro del área y la empujó dentro. Y fin de la historia. El Barcelona, que llegaba después de sumar dos empates consecutivos ante Espanyol (1-1) y Getafe (0-0), retomó la senda de la victoria. Y sí, lo hizo en un día gris, pero qué más da. Tiene tres puntos más y sigue líder de la competición. Y ahora le esperan el Chelsea y Stamford Bridge. Será el martes, y entonces no le servirá ir al trantrán. Tendrá que hacer un buen partido. Y lo hará si mantiene el nivel visto hasta ahora. De eso no hay duda.

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