El Atlético de Madrid irrumpió en la segunda posición de la clasificación de la Liga nueve jornadas después, impulsado ahí por un gol de Fernando Torres y un magnífico pase del croata Sime Vrsaljko, decisivos los dos para romper un duelo gris que apuntaba entonces a decepción contra el Alavés [narración y estadísticas: 1-0]





Era el minuto 74, cuando el lateral, con un centro que era medio gol desde la derecha, y el delantero, lanzándose al suelo a por el remate, conectaron para mover un empate a nada y sacar del apuro al Atlético, un equipo plano, atascado y cansino durante todo el choque, apagado por la colocación y la defensa del club vitoriano.





El Atlético nunca se sintió cómodo. Ni con el balón ni sin él. Ni en la salida ni en la proposición ofensiva, bloqueada contra el rigor en los espacios de su adversario, ni en la pérdida de la posesión, cuando el Alavés tenía muy claro entonces el plan: transición rápida, velocidad, verticalidad y contraataque.





Cuando le funcionó todo eso, redujo al Atlético a una sucesión de pases intranscendentes, sin darle el sentido ni el destino concreto que requiere cada intento ofensivo, obstruido por la limitación de los huecos de su oponente y ralentizado por su propia imprecisión, un déficit que ha acusado ya en unas cuantas ocasiones este curso.



El partido, entre todos esos factores, transitó más de una hora alejado de lo que quería el equipo rojiblanco no sólo en el marcador, sino también en el juego, frenado en un par de oportunidades, porque otras dos que podrían haberlo sido, y mucho más claras, concluyeron en nada entre el despiste de Gameiro.





Sin desborde ni ocasiones, apenas un tiro de Saúl Ñíguez y una media chilena de Koke más por barullo que por claridad, el Atlético despidió un decepcionante primer tiempo, cerrado con las mismas opciones arriba del Alavés, con un zurdazo lejano de Duarte al que se estiró imponente Jan Oblak y con un cabezazo desviado de Munir.



Poco, muy poco, para las pretensiones del Atlético. Todo lo contrario para el Alavés, reafirmado en su idea del choque, competitivo, dentro del duelo, con incursiones suficientes por el otro área como para sentirse también capaz de marcar el primer gol. Al descanso, no sólo para poner en discusión un punto, sino tres.





No lo tenía nada claro el Atlético, tampoco en el comienzo de la segunda parte, tampoco con la solución que buscó Simeone en el descanso, la entrada de Correa por Thomas, mientras aparecía algún pito, el tiempo se iba, el Alavés no sufría más apuros que los centros de Vrsaljko y Koke insistía e insistía de todas las formas.





Aún insuficiente para el conjunto rojiblanco, que se movía todavía en un ritmo cansino con la pelota, demasiado previsible como para alterar el planteamiento del equipo vitoriano, porque echaba de menos el desborde de Griezmann, más responsabilidad de Saúl, más aportación de Gameiro, más precisión de Correa y quizá algún cambio.





En concreto dos, Fernando Torres y Yannick Carrasco, llamados a la vez cuando el partido cruzó la línea de los últimos 25 minutos, cuando exigía ya un arrebato ofensivo de verdad del Atlético sin el que la victoria era aparentemente imposible, aunque después quizá no le hizo ni falta, porque encontró el gol cuando menos lo intuía.





A la primera ocasión, no necesitó más, Fernando Torres marcó el 1-0; un gol de un valor incalculable en un partido tan anodino. El pase, perfecto, lo puso Sime Vrsaljko, el activo ofensivo que más problemas le había creado al Alavés en todo el partido, con cuentagotas, pero con unos cuantos centros que llevaban veneno.





El último conectó con el delantero madrileño, que empujó el balón contra la red, contra las dudas y contra un partido que viajaba hacia el empate, transformado en una victoria indispensable, la sexta en sus últimas ocho jornadas de la Liga y la cuarta seguida, directo a la segunda posición y a la caza del líder, el Barcelona.

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