El ser humano, a veces, duda. Da igual que sepa que hace algo bien, que es el mejor o que puede serlo. No importa. En ocasiones, por lo que sea, empieza a darle vueltas a la cabeza. Se cuestiona a sí mismo, se empieza a poner nervioso y claudica. Y no pasa nada. Es algo que le ocurre a todo el mundo. Por ejemplo, al Atlético, un equipo que venía de hacer las cosas muy bien en campañas pretéritas y que, sin embargo, este curso arrancó sin brío. Ni jugaba bien ni marcaba goles. Y, claro, cuando eso ocurre, las piernas empiezan a temblar. Hasta este sábado, cuando ha desterrado todos sus fantasmas y se ha alzado frente a la Real Sociedad para sumar tres puntos y meterse en la lucha por la Liga [narración y estadísticas: 2-1].



Le correspondía al Atlético calibrar esa ascensión. Corroborar que la victoria ante la Roma (2-0) y las goleadas frente a Levante (0-5) y Elche (3-0) no eran fruto de la brujería o la casualidad. Aparecía la Real Sociedad en el calendario y comparecía en el Metropolitano. Y, además, urgía sumar tres puntos. El empate del Barcelona minutos antes (2-2) colocaba a los rojiblancos en una situación privilegiada para recortar puntos y quedarse a seis del liderato. Eso sí, como dijo Filipe al final del encuentro, “el equipo no arrancó bien”. Y lo pagó.



Controló la Real Sociedad de inicio y estuvo a punto de adelantarse de la mano de Willian José. El delantero se plantó delante de la portería de Oblak y la mandó fuera. Fue el primer aviso del equipo de Eusebio, que siguió a lo suyo, monopolizando el control de la pelota y atentando con poner a sus pies al Metropolitano. Hasta conseguirlo desde el punto de penalti: Oblak derribó dentro del área a Oyarzabal y Willian José convirtió desde los once metros.



La alegría, sin embargo, no le duró demasiado a la Real Sociedad. El equipo de Eusebio, continuando con la tónica global de esta temporada, compagina buenos momentos con tramos lúgubres de juego. Y, por tanto, deja siempre opciones al rival para que resucite. Y si al otro lado está el Atlético, obviamente, es más probable que la historia se repita. Incluso cuando Correa, titular de inicio junto a la pareja formada por Griezmann y Gameiro, falla hasta tres mano a mano frente a Rulli, providencial durante todo el partido.



Pero la remontada llegó. El Atlético no quiso echar por tierra ni los resultados pretéritos ni la racha conseguida en los últimos tiempos. Quería confirmar su buena salud con una victoria. Y lo consiguió. Filipe Luis fue el encargado de anotar el empate: Saúl se la puso desde la derecha y el lateral la colocó en el palo largo. Dicho y hecho. El equipo de Simeone vio posible darle la vuelta al marcador y lo logró en el minuto 88. ¿Cómo? De nuevo, con Saúl asistiendo de cabeza y Griezmann colocando el 2-1 definitivo en el marcador. O lo que es lo mismo, dejando a los colchoneros a seis puntos del Barcelona. El Atlético, definitivamente, ha resucitado. Y a ver quién se atreve ahora a ponerlo en cuestión o a dudar de su candidatura a todo.

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