“Tengo que dar un paso más, tengo que dar un paso más, tengo que dar un paso más...”. Simeone, en plena pretemporada, martilleó una y otra vez a Correa con esa frase, le dijo que tenía que ser su año, que lo necesitaba como nunca. Lo instó a marcar diferencias, a ser constante, a durar 90 minutos. Y Angelito le hizo caso. Metió esas palabras en su cabeza y, desde entonces, las pone en práctica cada partido. Lo hizo contra el Girona (2-2), anotando el primero con un disparo lejano; volvió a repetir en el choque con Las Palmas (1-5); dio el pase de gol a Griezmann frente al Málaga (1-0) en el estreno del Metropolitano; e inauguró el marcador ante el Athletic (1-2). En resumen, tres tantos y una asistencia en cinco partidos. Se dice pronto, pero, claro, hacerlo es más complicado [narración y estadísticas: 1-2].



Su brillo, sin embargo, no hubiera sido completo de no ser por Griezmann. El francés, sancionado dos jornadas por insultar al árbitro, volvió en el estreno del Wanda Metropolitano y marcó un gol. Hizo, en definitiva, lo que todo el mundo esperaba de él. Pero lo de este martes en San Mamés es otra cosa, un nuevo registro. El francés, desde la mediapunta, de espaldas, girándose, dio los dos pases de gol a su equipo. Primero se la puso a Koke para que éste se la cediera a Correa en el gol inaugural, y después, con dos toques, dejó solo a Carrasco para que hiciera el segundo.



Se hizo el Atlético con los tres puntos, pero el camino hacia la victoria no estuvo exento de trampas. En la primera parte, sin ir más lejos, entre la intensidad que ofrece la Catedral, el Athletic compró todas las papeletas para adelantarse en el marcador. Filipe Luis, en una mala salida, perdió el balón frente a Raúl García y después, al quitárselo, el árbitro pitó penalti. Disparó Aduriz, pero apareció Oblak. El guardameta levantó la cabeza y demostró, una vez más, porque es uno de los mejores porteros de todo el continente.



Pero, si Oblak salvó a los colchoneros, Kepa hizo lo propio en la otra portería deteniendo un disparo de Griezmann. Si a esto se le añade el tiro al palo de Gaitán, el marcador, en la primera mitad, tuvo que ceder del lado del Atlético. Pero no lo hizo. Y poco importó. En la segunda llegaron los goles. El de Correa, primero, y el de Carrasco, después. Aunque, particularmente importante es el del belga, que parte desde la suplencia regularmente y necesita ese tipo de goles para recuperar el puesto de titular que ya degustó la pasada temporada.



Aun así, el Atlético todavía tuvo que sufrir. Marcó los dos goles, sí, pero volvió a ver cómo Oblak sacaba una mano prodigiosa en los últimos minutos y, también, cómo Raúl García marcaba el primero del Athletic a dos minutos para el final. Falsa alarma, en cualquier caso. El Atlético se llevó los tres puntos. Como siempre, con solidez defensiva y pegada en los momentos claves del partido. Lección aprendida y llevada a cabo, el ABC del equipo de Simeone, y a la perfección.

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