Tres finales perdidas a lo largo de su historia, muchos esfuerzos empleados en ganar la Champions League y, de repente, en 2019, aparece un último capítulo idílico para culminar esa historia de la mejor forma posible, para enterrar todos los recuerdos amargos del pasado y sustituirlos por uno único. El Wanda Metropolitano albergará la final de la Copa de Europa en 2019, tal y como lo ha hecho oficial la UEFA, máxima institución del fútbol europeo. 



El nuevo Wanda Metropolitano, estrenado el pasado sábado frente al Málaga (1-0, gol de Griezmann), le ha ganado la partida a Bakú, una ciudad que lo tenía todo: dinero, instalaciones y buenas infraestructuras para alojar a jugadores y aficionados. Sin embargo, la UEFA ha preferido que sea de otro modo. Ante lo exótico de la capital de Azerbaiyán, ha preferido el nuevo estadio rojiblanco.

El Wanda Metropolitano, sede de la final de la Champions League en 2019



¿Qué le ha llevado a la UEFA a optar por el Wanda Metropolitano? En primer lugar, la espectacularidad del estadio, la capacidad (68.000 espectadores) y las conexiones con el estadio. Madrid no sólo es una ciudad cómoda para moverse, sino que también permite llegar (por las dimensiones del Aeropuerto Adolfo Suárez) desde cualquier sitio y tiene una línea directa al nuevo estadio del conjunto rojiblanco.

Bakú, sede de la Europa League

La UEFA optó por designar el estadio olímpico de Bakú como sede de la final de la Europa League de 2019, ganándole la mano a los otros dos recintos aspirantes, el Sánchez Pizjuán y el Besiktas Park de Estambul.



En opinión de la UEFA, el Sánchez Pizjuán (42.809 espectadores) solo cumple parcialmente sus exigencias en términos de capacidad y accesibilidad, pero no dispone de suficientes zonas de aparcamiento disponibles y las existentes están situadas bastante lejos.



La UEFA cuestionó ciertos aspectos para la comodidad de los espectadores en el recinto andaluz, así como la capacidad de algunos habitáculos y el número de tornos para el acceso que cifró como "bajo".