Dani Benítez (Lloseta, Baleares, 1987) era de “ir para arriba y para abajo”, de buscar el jubileo, bailar entre focos, mover las caderas, quebrar defensas y entrar en éxtasis tan solo con guarecer el balón bajo sus pies. Así lo hizo en el filial del Mallorca, en Segunda B (Pontevedra), Segunda (Elche) y en ambas categorías con el Granada, al que encontró en bronce y convirtió en oro, en equipo de Primera. Y allí enmudeció. Después de escuchar la llamada de los grandes y cotizar al alza, cayó sin caparazón, a plomo, tras una noche sin rumbo. Tomó cocaína y así lo reconoció. Tuvo que pasar el control antidoping tras un partido contra el Betis. Y entonces, de repente, se apagó su luz. El brillo se aguó durante dos años de sanción hasta volver a resurgir, poco a poco, a la espera de su vuelta. Entrenó con el Constancia, pasó un día en Huesca y varios meses en Alcorcón. Dio igual. Ahora, a la espera de una nueva oportunidad, busca una señal. O, simplemente, un equipo. Pero antes habla con EL ESPAÑOL.



¿Cómo le va la vida?



Bueno, terminé con el Alcorcón y me vine a Mallorca de vacaciones. Ahora mi representante me está buscando equipo. Y, aunque, obviamente, me gustaría jugar en Primera, lo más lógico es que pueda volver a un club de Segunda. Así lo espero. En cuanto al día a día, tengo dos críos (una niña de tres años y un niño de seis) y ahora sólo me centro en disfrutar de ellos y de la familia. Entreno una vez al día: corro, estiro y hago dieta. Por lo demás, dedicó el tiempo a lo que cualquier persona: ‘playeo’ y de vez en cuando me paso por un negocio de alquiler de coches que tengo.



¿Qué piensa si le digo ‘Mi vida loca’?



Es uno de los muchos tatuajes que tengo. Ese me lo hice muy jovencito por todo lo que había vivido hasta ese momento, tanto lo bueno como lo malo. Todos los que tengo tienen un significado…



Como el que dice: ‘Mucha gente no me entiende, pero es porque no me conocen’…



Ese ya me lo hice en Granada. Es de una frase que le escuché a Michael Jackson. A mí, la verdad, no es que me guste su música o sea muy fan de él, pero me gusta mucho leer y un día, en una entrevista, contestó así a una pregunta: ‘Mucha gente no me entiende, pero es porque no me conocen’. La verdad, me sentí reflejado…



Pues toca conocerle. ¿Cómo fue su infancia?



En principio, una infancia normal. Pero mis padres trabajaban y yo pasé mucho tiempo con mis abuelos, yendo al colegio y jugando mucho en la calle… Es donde más fútbol se aprende.



¿Era un poco pieza…?



A ver… Es lo típico. Llegada cierta edad, cuando era cadete, firmé con el Mallorca y, en el primer año como juvenil, entrenaba por la mañana con el filial y dejé los estudios y todo… Cuando he dicho en otras entrevistas que ‘era un poco pieza’ me refería a que me gustaba estar en la calle con mis amigos, salir y estar de arriba para abajo.



De esos amigos suyos ha confesado: “El que mejor está es un disc-jockey, pero el resto están en la calle, con sus historias”. ¿Qué tipo de historias?



Eso lo dije en una entrevista y quizás se me entendió mal. Me refería a que tengo amigos de todo tipo, a unos les ha ido bien y a otros mal…



Con muchos de ellos jugaba al fútbol y también boxeaba…



Sí, la verdad que siempre me ha gustado mucho y tengo amistad con gente del mundillo del boxeo y también con gente que hace K1. De hecho, cuando dejé el fútbol por la sanción por doping estuve entrenando otra vez, pero no podía compaginar una cosa y otra porque estaba federado como futbolista. A veces los entrenamientos son más duros que en el fútbol.



Hablando ya del fútbol. Te formas en las categorías inferiores del Mallorca y después acabas saliendo tras varias cesiones… Ese, que es tu club, y que fue el que te abrió las puertas, en cambio, te negó volver a entrenar después, cuando te encontrabas sancionado por el positivo por cocaína. ¿Tienes sensaciones encontradas con ellos?



Bueno, el Mallorca me dio la oportunidad de ser futbolista y siempre le estaré agradecido, pero es verdad que siempre he tenido la puntillita de no poder jugar en el primer equipo. Entonces, cuando estuve en el Mallorca B, hice dos pretemporadas, pero me tuve que ir cedido primero al Pontevedra y después al Elche. De hecho, en la segunda pretemporada estuve bien y tuve la mala suerte de que el entrenador no quiso contar conmigo. Al final, el club me forzó a irme porque necesitaba dinero, me fui al Udinese y de allí me fui al Granada a préstamo.



Ocurre que cuando me sancionaron por doping, tuve una reunión con Miguel Ángel Nadal, por entonces director deportivo, y me dijo que él me quería ayudar, que entrenara por mi cuenta y que él hablaría con el entrenador y el presidente. Hice eso y luego quedamos en hablar en un mes o dos meses, pero me dijeron que no, que había sido un tema del presidente y por no sé qué motivo no me dieron la oportunidad. Dicho esto, siempre les estaré agradecidos. Quién sabe, igual en un futuro puedo jugar…

Dani Benítez, con la camiseta del Granada. EFE



Volviendo al pasado. Fabri, su entrenador en el Granada (equipo con el que consiguió dos ascensos), dijo de usted lo siguiente: “Hay que conocerle. Es un chaval que necesita cariño, pero que también da mucho. Y como futbolista tenía cualidades top. Absolutamente. Con su talento podía haber llegado a donde quisiera. Sólo debía tener la cabeza centrada”…. ¿Le falló la cabeza?



Sí, no sé. Yo con Fabri y con la gente del club tenía muy buena relación. Y Fabri era un tío que llegó cuando estábamos en Segunda B y con él conseguimos los dos ascensos. Realmente él supo entenderme en muchas cosas. A veces, por mis formas, perdía la razón, aunque no la tuviera… Yo lo reconozco. Pero ojalá y en esa época hubiera tenido la forma de pensar y los conocimientos que tengo ahora. Sin duda, las cosas habrían sido distintas. Pero es lo que digo, a nivel futbolístico, estaba muy bien. Y claro, exploté ese año y luego tuve un fallo. Evidentemente, la cabeza no la tenía bien.



El fútbol, en definitiva, tiene muchas cosas buenas, pero también muchas malas…



Estoy totalmente de acuerdo. Yo lo he vivido en mis propias carnes y en este tiempo me he ido dando cuenta de muchas cosas. Al final, hablas con compañeros y te das cuenta de todo. Es jodido porque cualquier persona con 24 ó 25 años, ganando un buen sueldo y siendo futbolista, necesita tener buena gente alrededor. De no ser así, caes en salir, en ir para arriba y para abajo, en comprar buenos coches, ir a restaurantes… Si no tienes la cabeza centrada, todo eso te puede afectar de forma negativa.



Y así fue, con su positivo por cocaína…



Ya lo he dicho. Aquello fue un momento puntual. Fue una noche. Yo no he sido un tipo que haya consumido drogas. Tenía que pasar y pasó. Pero ya está. Yo pasé muchos controles anualmente antes de aquello y jamás di positivo. Pero ese día tomé y salió así. Y no hay más. Y claro, siendo futbolista, pues tiene más repercusión.



Echó de menos alguien que le dijera: ‘Dani, no te preocupes, ha sido un fallo y lo puede tener cualquiera'



Está claro que la cagada fue grande. Fue una falta de respeto hacia todos y eso no lo debería haber hecho. Pero sí que eché en falta que no me rebajaran la sanción. Yo lo intenté, pero no hubo manera. El castigo me parece excesivo, ya no sólo por los dos años, sino porque te sientes apartado del mundo del fútbol. Tu vida cambia de un día para otro y pasas de ser futbolista a no ser nada. Yo creo que con un buen castigo económico y una sanción habría bastado, pero dos años sin jugar te eliminan, es que te eliminan…



Recuerdo a otro jugador que dio positivo y decía que a partir de entonces la gente del fútbol lo eliminó. Los compañeros dicen: ‘Yo con este no voy a ir. Dónde voy con este tío que ha dado positivo por cocaína. Qué van a pensar de mí’. Y por otra parte, la gente del fútbol dice: ‘Pero este tipo...’ Y luego a la prensa le pasa lo mismo. No sé, es un plato muy feo…



¿Siente que le ha tratado mal la prensa?



Hay un poco de todo. Yo lo entiendo y lo respeto porque es su trabajo. No me voy a poner ahora a señalar con el dedo porque es una cosa que hice mal y tengo que acatar y asumir lo que digan. Pero yo ya salí a la luz, expliqué lo que había hecho y es suficiente castigo el haber estado dos años cumpliendo una sanción.



¿Se ha identificado estos días con De Gea?



Bueno, es un tema distinto, pero no deja de ser jodido. Pero claro, él también tiene familia y compañeros a los que les puede afectar mucho. Y no sabemos si es verdad o es mentira. Entonces, hasta que no se demuestre lo contrario, no es culpable. Por otra parte, creo que utilizan a este tipo de personajes más famosos para hacer más ruido. No sé. Espero que todo salga bien y que al final no haya sido nada.



¿Se juzga sin saber en España?



Sí, pero pasa con todo. No sólo con los futbolistas. También con cualquiera que trabaje, yo que sé, en una cadena de supermercados…



¿Cómo de duros fueron sus dos años de sanción?



Pues la verdad, imagínate, estuve muy mal. Los dos primeros meses estaba desubicado y todavía no asimilaba del todo lo que había pasado, pero a partir de los dos o tres meses ya me di cuenta de lo que había hecho. Y se pasa muy mal, muy mal… Es duro no volver a la rutina de los entrenamientos ni a jugar, pero he estado con la familia y los amigos. Y la verdad que se me pasó por la cabeza de todo. Piensas si volver o no volver. Y hubo una época en la que no quería volver. Pero, al final, pasa el tiempo y te das cuenta de que lo que sabes hacer es jugar al fútbol y… Si me hubiera pillado más viejo igual me habría retirado, pero yo creo que todavía me queda fútbol.



A partir de ahí, mientras está sancionado, el primer equipo que le hace ver la luz es el Constancia…



Sí. Como soy de Inca y es el equipo de mi tierra, pues hablé con ellos para ver si me podían hacer el favor de dejarme entrenar. Me dijeron que sí y volví a entrar en la dinámica de lo que era un equipo.



Y desde allí se va a Huesca, pero dura tan sólo un día…



Eso toca explicarlo. Allí hubo un conflicto porque el director deportivo dijo que yo quería cambiar las condiciones cuando llegué, pero no fue así. Yo estaba convencido de jugar en el Huesca porque le tenía mucho cariño a Anquela, al que tuve de entrenador en el Granada. Tenía, además, algunos compañeros allí y entrené con ellos. Y luego, por la tarde, al firmar el contrato, había algunas condiciones que aparecían y que a mí no me habían dicho. Y desde allí nos fuimos a Madrid para firmar por el Alcorcón.

Dani Benítez, en la presentación con el Alcorcón. EFE



Firma con el Alcorcón y se lesiona. Desde luego, no le acompaña la suerte.



Sí, hice una minipretemporada, todo iba muy bien y comencé a entrenar con el equipo. Y el segundo día, en un partidillo, fui a rematar un balón al segundo palo y, como había llovido, me resbalé y al caerme el pie se me quedó enganchado en una tramplilla que hay entre el campo y la pista de atletismo. Pero gracias a Dios fue una contusión. Y bueno, este año, cuando entró el nuevo míster, decidió que no seguiría, así que a esperar que se mueva el mercado y que llegue un equipo.



Su madre, que falleció en 2010, siempre le ha dicho que “haga lo que quiera, pero siempre respetando a la gente”. ¿Qué le apetece a usted hacer ahora mismo?



Ahora lo que más me apetece es jugar al fútbol. Pero jugar al fútbol implica también otras muchas cosas: estar en un equipo, que me valoren otra vez… Eso es mucho para mi familia. Al final, los futbolistas también somos personas normales, aunque salgamos en la tele o vivamos bien porque ganamos mucho dinero. Todo este camino me ha enseñado a ser mejor tanto a nivel personal como profesional.



Por último, ¿qué significa para usted la palabra futuro?



En realidad, soy persona de presente y no de futuro. Pero, dicho esto, mis hijos son mi futuro y mi vida. Estoy separado, pero los tengo cuando puedo y cuando estoy con ellos se me cae la baba. Y hablando de ellos, evidentemente, mi familia y mis tíos también son mi futuro, que son los que me han ayudado ahora y los que van a estar aquí.

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