Leo Messi es, posiblemente, el mejor jugador del mundo –depende de a quién ustedes le pregunten–, un buen delantero, un mejor centrocampista, un portentoso tirador de faltas, un excelso extremo y un asistente de lujo. Sin embargo, los penaltis no son lo suyo. O, al menos, eso es lo que ha demostrado en dos citas históricas. En la final de la Copa América de 2016, el argentino falló desde los 11 metros y dio la victoria a Chile. Y, en el primer partido de Argentina en este Mundial, ha vuelto a fallar desde el punto fatídico. Meza cae dentro del área y el astro del Barcelona le pega fatal y deja que Halldorsson se lo pare.



El penalti le llegó a Argentina en el momento justo. La albiceleste se había adelantado en la primera mitad por medio del Kun Agüero: el balón le cayó dentro del área al delantero del Manchester City y éste lo metió dentro de la portería. Sin embargo, antes del descanso, se llevó un palo por parte de Islandia, que recortó distancias con un tanto de Finnbogason, el jugador de la Real Sociedad. El partido, por tanto, se marchó en tablas al descanso.



Y, en la segunda mitad, Sampaoli tuvo que hacer cambios para intentar que resucitara su selección. Entró primero Banega, después Pavón… ¿Por qué? Porque entre el fallo de penalti de Messi y el juego de Argentina –lejos de lo esperado–, la albiceleste empezó a ver avanzar el minutero sin encontrar ni ocasiones ni claridad en ataque. ¿Resultado? Un empate que es la primera gran sorpresa de este Mundial. Islandia volvió a erigirse en la revelación y el equipo de Sampaoli tendrá que mejorar, no sólo para optar a ganar este Mundial, sino también para estar en octavos. 

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