Cuando en agosto las caprichosas bolas de la UEFA emparejaron al City y Barcelona en un mismo grupo, muchos amantes del fútbol abrieron la boca. Se relamían por los dos partidos que regalaba la Champions en su primera fase. Tras el primer capítulo, solo quedó decepción. Hubo mucha diferencia entre uno y otro, una goleada que no regaló un buen duelo de fútbol y solo sirvió para engrandecer al Barcelona. La gente quería igualdad y un partido que antepusiera a los dos proyectos. Y lo ha tenido. Y bien que lo ha disfrutado. [Narración y estadísticas: Manchester City 3-1 Barcelona]

Si el fútbol total puede definirse de alguna manera pongan la segunda parte de este partido. Fue el fútbol por el que sale barata una entrada. De un área a otra. De ocasión de uno a ocasión de otro. Sin respiro. Eso que ya han leído muchas veces que no les gusta a los entrenadores. Se disfrutó del fútbol con mayúscula, de lo esperado, de lo que pueden ofrecer dos de los favoritos de la Champions. Por fin Guardiola supo ganar a un equipo español y lo hizo además bien, valiente, con claridad.

Aunque eso sí, Pep no podrá esconder que lo ganó con el estilo menos reconocible de todos los suyos. Ganó a la contra. Ganó con fútbol rápido, sin mimar el balón, sin amasarlo, sin esa obsesión por la posesión. Con un 35% de posesión acabó el City, dato que desmonta al ADN del 'guardiolismo'. Hasta hoy, claro. Ganó jugando bien y ganó remontando. No merece tampoco Guardiola que eso se le critique, algo tendrá de mérito. Aunque ese fútbol era el que casi odiaba hace años, le valió para ganar al Barça. Y eso es lo que cuenta, porque se jugaba la vida. La jornada además le salió redonda, con su City ganando y el Mönchengladbach empatando ante el Celtic. Hubo minutos en la noche europea en la que estuvo fuera de octavos. Ahora está casi clasificado y a dos puntos del Barcelona.

La realidad es que lo que se vio en el Etihad fueron continuos contrastes, entre los dos equipos y entre ellos mismos. Contrastes que llevaron a idas y vueltas, al famoso 'toma y daca', a jugadas rápidas, de cinco toques. Ambos equipos bordaron las contras (¡cómo cambiaron ambos!), llevando al éxtasis al aficionado neutral. Fue uno de esos partidos en los que el que no es ni de uno ni de otro disfruta. Y en esas idas y venidas ganó Guardiola, venció el City.

El Barça fue todo aquello de lo que renegó hace años, sobre todo en la época precisamente de Guardiola. Los azulgranas, de negro en el Etihad, marcaron en una contra el 0-1 y después fallaron en el 1-1 al sacar el balón jugado. Era como el fútbol al revés. El equipo que más se caracterizó por la posesión, por las jugadas elaboradas, marcó a cuatro toques, lo que tardó en salir de su área tras un despeje. Neymar cogió el balón en el centro del campo, desde ahí corrió y tras llegar a la frontal del área vio a Messi que llegaba por el centro. El argentino retrató a la defensa de Pep, totalmente descolocada, entró como quiso al área y ya en el mano a mano con Caballero superó con facilidad al meta argentino. Fue una jugada maestra del Barça en la que solo intervinieron cuatro jugadores. Una contra brillante, de esas que se tienen que poner en las escuelas de fútbol. Por goles como este, precioso, en un estilo de fútbol tan válido como otros, el barcelonismo tendrá que reconocer que se equivocaron cuando despreciaban este fútbol. Aquellos eran los años en los que el Barça mimaba el balón y el Madrid, de Mourinho, jugaba a esto. Más tarde, ya con el Bayern, Guardiola aseguró, queriendo quitar mérito a esto de marcar en contras, que los blancos eran "atletas", algo en lo que parecen haberse convertido Messi o Neymar. O Agüero y Gundogan.

Porque esa definición de "atleta" bien podría emplearla Pep ahora con los suyos. Antes del descanso, y cuando peor estaba, el City sobrevivió con un gol de Gundogan en el mencionado fallo defensivo. Sergi Roberto pasó el balón al centro en la frontal del área y ahí pilló a sus compañeros descolocados. El rival se aprovechó, Sterling apareció y el inglés vio perfectamente a Gundogan en el segundo palo, que solo tuvo que remontar. 

Si raro es ver al Barcelona utilizar de forma tan perfecta el estilo del contragolpe, más anodino es verlo en un equipo de Guardiola. Pero la segunda parte fue así. Por eso fue tan bonito lo que se vio, porque el balón iba de lado a lado. Con un Barça totalmente desbordado, el City machacó continuamente a la débil defensa culé, totalmente off en el Etihad. Va a ser verdad que Piqué manda más en esa línea de lo que parece. A pesar de eso, el 2-1 llegó de una falta directa con fallo importante de Ter Stegen. De Bruyne lanzó y Ter Stegen cantó. Un portero de alto nivel debe parar eso. Y, a diferencia de los otros dos goles, que habían cambiado el guión del partido, este tanto del jugador belga sirvió para confirmar el buen momento de los ingleses.

Si el gol de Messi fue un brillante ejemplo de contra, bien podría considerarse así el 3-1 del City. La jugada arrancó en un córner a favor del Barça y acabó con Gundogan marcando, previa mano de Agüero, que se lanzó a un metro de la línea de fondo pero en vez de rematar, amortiguó el balón con sus manos y se fue para atrás. Lo que había ocurrido antes fueron carreras desde el área de Caballero al de Ter Stegen. Otra contra. Otro estilo al que nos tiene acostumbrado Guardiola. Si ha servido para que el catalán se de cuenta de que eso también vale, y que esa manera de jugar es tan brillante como otras, bien le habrá valido esta alegría.

Si el Madrid tenía fiebre amarilla, el Barça la tiene azul. Perdió ante el Alavés, perdió ante el Celta y perdió ante el City. Pero del Etihad lo que hay que sacar es que Guardiola gana por fin al Barça y a un equipo español, que ha sabido reaccionar a momentos muy límites y que reconduce la situación. Y también él tendrá que sacar la conclusión de que ganar así, a lo que él siempre regateó y no quiso valorar en años pasados, también vale. Y que así se ven buenos partidos de fútbol. Porque jugar así también es fútbol. Y sus "atletas" bien se lo demostraron.