Madrid

Quizá influido por las dificultades de los compañeros del fútbol en Japón o por la dolorosa derrota del jueves en Turquía, el Real Madrid de baloncesto empezó tocado su compromiso liguero contra el Obradoiro. Se notaba en su defensa, extremadamente frágil y demasiado permisiva con los visitantes. Los cambios de cromos están a la orden del día en el conjunto gallego y en casi cualquier equipo pequeño, pero todo sigue igual en el banquillo. Moncho Fernández transmite y mucho a sus hombres, que jugaron un gran baloncesto en la primera mitad. La normalidad llegó en la segunda, cuando el Laso Team se fue para no volver en el marcador. Había que celebrar la vuelta de Sergio Llull con honores, y vaya si los hubo: el Madrid cierra 2016 sin perder ni un partido en casa en la Liga Endesa (Narración y estadísticas: 106-59).

El caso es que Llull regresó con buenas sensaciones, aunque lo de romper el partido no sólo fue cosa suya. Ayón también ayudó bastante en la zona durante los momentos más comprometidos del partido, con Allen y Pustovyi protagonizando mates casi en cada jugada. Apenas había noticias del rebote y el Obradoiro acabó el primer cuarto por delante (20-22), aprovechando los tiros liberados que le facilitaba el Madrid. Si los chicos de Zidane lo pasaban mal en Yokohama, los de Laso no se encontraban mucho mejor en la capital española.

La victoria empezó a atisbarse en el segundo cuarto, todavía con dificultades. Les correspondió gestionarla a los secundarios, y el Madrid los tiene muy buenos. Hunter aportó algo más de mordiente por dentro y Carroll anotó un tres más uno de los que levantan a un pabellón entero. Pero, sobre todo, Andrés Nocioni protagonizó 10 minutos mágicos desde el triple. Cuatro 'bingos' sin fallo para añadir 12 puntos a su casillero particular (17 al final) y dejar a los suyos al filo de la decena de renta al descanso.

El Madrid la superaría con creces ya al regreso de los vestuarios, con Taylor dando el relevo a Nocioni en el papel de revulsivo exterior. Sus tres aciertos de cuatro intentos (acabó con 9 puntos) fueron claves para romper el partido, ya sin apenas noticias del Obradoiro. Los 19 puntos de Allen, fraguados casi todos en la primera mitad, acabaron cayendo en saco roto. Lo mismo pasó con la intensidad de Yusta y Llovet, que también brillaron en ciertos momentos. Al final, a los gallegos les pasaron por encima. Tanto como para quedarse por debajo de los 60 puntos.

Cuando el vigente campeón de Liga y Copa decide sacar a pasear la apisonadora, no hay nada que hacer. Poco más queda ya por contar del encuentro: buenos minutos de Rudy en la anotación (se le echaba en falta en ese aspecto) y una vez más en el pase, crecimiento sostenido de Doncic y efecto microondas de Carroll también en el último cuarto (23 puntos y 6/7 en triples).

Al final, quedó claro que lo que pasó ante el Darussafaka en la Euroliga tuvo más visos de espejismo que de otra cosa. Recuperación del 'mojo' ofensivo, muralla defensiva más o menos habitual en los momentos decisivos y otra victoria, que tocaba celebrar la clasificación matemática para la Copa del Rey. ¡Y encima el hermano mayor del balompié acabó ganando el Mundialito! Todos contentos, oiga. Con finales así, de esos en los que tu gente entona el “Campeones, campeones”, vale la pena sudar.

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