El dictador Francisco Franco.

El dictador Francisco Franco.

Historia Batallas culturales (y políticas)

Los historiadores corrigen al Supremo: "Franco no era Jefe de Estado el 1 de octubre del 36"

Ángel Viñas cree que esta denominación jurídica es “sospechosa”, Moradiellos la define como “imprecisa” y Gonzalo Berger como “peligrosa”. 

4 junio, 2019 19:44

El Tribunal Supremo ha paralizado la exhumación de los restos de Franco a petición de la familia -a fin de que los recursos interpuestos contra el desenterramiento no resulten ineficaces-, pero, además, los magistrados han generado una polémica histórica a raíz de su escrito. Unánimemente, explican, han tomado esta decisión al considerar el hecho de que Franco “fuera jefe del Estado desde el 1 de octubre de 1936 hasta su fallecimiento el 20 de noviembre de 1975”, lo que “atribuye a toda la controversia unos rasgos especiales que no se pueden ignorar”.

El problema viene con la primera parte del enunciado. ¿Realmente fue el dictador jefe del Estado desde la fecha que indica el Tribunal? Los historiadores no están de acuerdo. “Esencialmente, Franco fue nombrado Jefe del Gobierno del Estado, pero, ¡ojo!, por la Junta de Defensa Nacional en Burgos a finales de septiembre de 1936. Ese nombramiento era ilegal porque no se correspondía con la legalidad vigente contra la que los militares se habían sublevado”, explica a este periódico el historiador Ángel Viñas, autor de obras como La otra cara del caudillo, El honor de la República o La conspiración del general Franco (todas editadas por Crítica).

Y continúa: “Pero es que, además, esa Junta no estaba reconocida ni nacional ni internacionalmente. Era una junta sediciosa, sublevada. El nombramiento tuvo efecto, sí, pero, ¿cómo tuvo efecto? Franco controlaba el BOE y mandó a algún jurista que tuviera a mano quitar ‘del Gobierno’. Así apareció como Jefe de Estado. Es decir, hubo una suplantación de nombramiento del Jefe de Gobierno del Estado. Él se autoconvierte en Jefe del Estado”.

Es "sospechoso" por parte del Supremo

Cuenta Viñas que él no conoce “ninguna disposición ulterior que diga que allí donde se dice ‘Jefe del Gobierno del Estado’ deba entenderse ‘Jefe del Estado’”: “Por tanto, es un fraude de ley. ‘De ley’ entre comillas, claro”, guiña. Recuerda el historiador que los sublevados crearon ex novo un régimen jurídico alternativo al republicano. “Ese régimen jurídico alternativo es el que se impuso, el que sustituyó violentamente una ley por otra”, relata. Le parece “sospechoso” que el Supremo se haya referido en esos términos al dictador, “porque no es así”. “No es así. No es así. No es así”, repite, mosqueado. “Ha sido muy desafortunado. Porque, en realidad, esa coletilla no añade nada a la sentencia. Supuestamente el texto debe excluir todo lo que no sea jurídico”. 

“Yo he demostrado que Franco fue un asesino. Mandó asesinar al general Balmes en época de paz. Eso es un asesinato mondo y lirondo. Fue un asesino, un rebelde, un corrupto (porque se hizo millonario durante la Guerra Civil), un megalómano y un embustero. No es ninguna persona entrañable. Soy partidario de su exhumación”, afirma. “Y si el Tribunal Supremo, en su sabiduría, llegara a prohibir la exhumación de Franco, perdería una buena porción de legitimidad, porque los jueces tienen que ser correctos, pero además aparentarlo. La exhumación supone un punto de ruptura sociológica y psicológica con el régimen de Franco, porque, de alguna manera, todavía está presente”. Viñas presenta ahora ¿Quién quiso la Guerra Civil? (Crítica), donde deja al descubierto la estrategia de los conspiradores monárquico-fascistas contra la República. 

Moradiellos: "Había dos Jefes de Estado"

También el historiador Enrique Moradiellos (Premio Nacional de Historia de España 2017 y autor, entre otros muchos trabajos, de Franco. Anatomía de un dictador o Historia Mínima de la Guerra Civil, ambas editadas por Turner) considera “imprecisa” la terminología empleada por el Supremo, aunque con más matices. “Franco era jefe de Estado, sí, pero sólo de una de las Españas. El 1 de octubre se convierte en generalísimo de los ejércitos y jefe de Gobierno del Estado (al día siguiente ya Jefe de Estado de la España dominada por los insurgentes), pero en la otra parte del país el jefe de Estado es Manuel Azaña, y lo es hasta su dimisión”, explica. “Es en febrero del año 39 cuando la República se queda sin cabeza de Jefatura del Estado. El presidente de las Cortes se niega a hacerlo, hay crisis constitucional...”, resopla. “El 27 de febrero del 39 el gobierno de Franco es reconocido por las potencias europeas, hasta por las democracias”. 

“En términos jurídicos, si se le llama a Franco Jefe de Estado, habría que decir ‘de la mitad de España’. Es así geográfica, poblacional, demográficamente. En octubre España está dividida por la mitad, pero, de hecho, un poco más del lado de la República. 14 millones en la zona republicana. 10 millones en la zona insurgente o franquista”, puntualiza. Recuerda que sólo en la documentación franquista se considera a Franco jefe del Estado desde el día 1 de octubre de 1936. 

“En aquel octubre había dos jefaturas del Estado, como había dos Bancos de España, como había dos monedas y dos ABC: uno el de Madrid, republicano, y otro el de Sevilla, franquista”, apostilla.

Berger: "Es una denominación peligrosa"

El historiador Gonzalo Berger, autor de Mujeres en guerra o Querido diario: hoy ha empezado la guerra (Espasa) cuenta a este periódico que el del Supremo le parece “un error gravísimo” y que “no da lugar”. “Yo entiendo que o bien se desconoce profundamente este periodo o se quiere legitimar el golpe de Estado del 18 de julio del 36 desde una fecha tan temprana”, lanza. “Según el Supremo, el Gobierno estaba formado por los golpistas que se habían alzado contra el Gobierno legalmente constituido y que se fundamentaba en la soberanía nacional desde su Constitución de 1931”.

Relata Berger que lo que es “innegable” es que “el 1 de octubre del 36 el general Franco era el jefe de las fuerzas sublevadas contra el Gobierno legalmente constituido y votado en las urnas”: “En inverosímil que en 2019 el Supremo argumente esto en su discurso periférico a la exhumación. No deja de sorprenderme. Además, es peligrosa esta denominación que la justicia aplica a Franco: si el Supremo, esta instancia elevada del país, en sus resoluciones afirma que era el jefe del Estado… toda la legislación que se genera en ese momento representa al Estado, representa a la ley vigente. Juicios por rebelión, auxilio a la rebelión… Como mucho, a Franco el 1 de octubre de 1936 era el cabecilla, o el jefe, o el líder, o el comandante de las fuerzas sublevadas hasta ese momento. En octubre, apenas una semana después del golpe de Estado, el ejército sublevado controla muy poca parte del territorio y tiene pocas perspectivas de ir más allá”.