¿Existen las musas? Esos seres, casi siempre con presencia femenina, que inspiraban a los autores a crear sus mejores obras. El arte siempre nos las ha pintado con su aspecto virginal, sus túnicas y su toque inocente, pero y si fuera justo lo contrario. Qué pasaría si las musas fueran unas brujas que actúan y conspiran contra el mundo utilizando los versos de los poetas como arma. Una idea sorprendente que utilizó José Carlos Somoza en su novela La dama número trece y que ahora adapta al cine Jaume Balagueró. El director de REC y Los sin nombre no lo ha dudado, y una de esas musas tiene el rostro de Leonor Watling, que ya había inspirado a otros realizadores como Bigas Luna o Isabel Coixet.

Watling se muestra encantada con el giro perverso de la historia, y le da igual que las mujeres sean las malas de la película. “Es que la idea es maravillosa. Yo no había leído la novela, pero me parece genial convertir a esa virgen pasiva que es amada por los escritores en unas musas que son unas manipuladoras geniales a través de la historia. Que es que no pasa nada por ser malo, que ser feminista no significa que toda las mujeres sean buenas, significa que somos iguales. Y hay la misma mala gente en un lado que en otro”, dice la actriz y cantante.

Esta vuelta de tuerca le gusta, y no tiene miedo a que digan que la película es machista. “Me cansa mucho cuando se agarra una película y se decide que esto es un documento histórico del BOE. Esto es una película, no estamos convirtiendo a las mujeres en nada. La película no habla del género en el año 2017, es un thriller”, apunta antes de confesar que ella también tiene musas y musos que van desde Chavela Vargas a Tom Waits pasando por su madre.

De nuevo el género como forma de hablar de nosotros. En esta ocasión del poder de la cultura para construir y para destruir. Para Leonor Watling el éxito del thriller o del fantástico es que usan la metáfora en “un momento muy susceptible. “No llevamos muy bien lo de hablar directamente las cosas. Twitter es una matanza, pones cualquier cosa y es malinterpretado de 2.000 formas distintas. Así que es mejor la metáfora, es mucho más clara ahora, curiosamente, y te puedes permitir hablar de más cosas que si vas de frente. La gente no quiere que le hablen de frente, no va a ir una película que lo haga, va a ir al humor, al género al que sea la metáfora de lo que esté pasando”, añade.

La actriz también ve cosas positivas en las redes sociales, pero cree que primero tenemos que “aprender a gestionarlo, porque estamos superados, no tenemos una relación sana con nuestros teléfonos, estamos ahí colgados todo el rato”. Puede que incluso Twitter hubiera ayudado a que un caso como el de Harvey Weinstein se hubiera destapado antes. “Si en el 92 una de esas mujeres encerradas en el baño hubiera podido poner un tuit diciendo ‘estoy en un baño de tal hotel con Harvey Weinstein aporreando la puerta…’ pero claro, también hay que tener valor para poner ese tuit. Por encima de todo, en esta historia hay que tener compasión por las mujeres que han hablado”, opina Watling.

Las actrices españolas también han denunciado acoso, como Belén Rueda, que ha contado lo que le ocurrió con un directivo de Telecinco, aunque Leonor Watling cree que “en España no hay nadie tan poderoso como Harvey Weinstein”. “Es todo mucho más horizontal. No hay esas pirámides de poder tan salvajes. Lo que está pasando es maravilloso, porque esto pasa en otro gremio, y pasa en todos los gremios, y la prensa no le da tanta repercusión, porque no le interesa tanto si es la ayudante de un decano la que lo dice, no tiene el mismo morbo, ni el mismo peso, y que tenga tanto espacio y que esa mujer pueda permitirse contar lo que ha pasado, todo eso es maravilloso. Y es un problema de los dos, también del hombre. Creo que esto puede dar fuerza para que una joven al ver a Uma Thurman al borde de las lágrimas, diga: ‘si a ella le ha pasado, que es Uma Thurman, yo que soy Mari Carmen y soy cajera, tengo derecho a decirlo’. Eso no tiene precio”, zanja.

En Musa, que se estrena este viernes, “la poesía es el arma más poderosa para destruir”. “Parece que ahora es un lujo, algo que no es necesario, un capricho, y no estoy de acuerdo, pero es que parece que la cultura ahora es eso. La cultura es la que ha movido todo desde el principio de los siglos, y eso es precioso. Si te alejas un poco, la cultura, lo que llamamos cultura del día a día, los conciertos, la música, el cine... la usa todo el mundo. Nunca se ha escuchado tanta música como ahora, aunque ganemos menos los autores, nunca ha habido tantos conciertos o series, películas… y siempre se ha considerado que estamos en crisis. Hay cartas de Chopin, de la familia Bach, y todos estaban en crisis”, apunta.

“Pero si te alejas y ves el macro de la cultura, entonces la cultura es todo. Es la ficción que nos contamos a todos todos los días. Las naciones son poesía, el dinero es poesía, porque yo te digo que con este papel puedes comprarte lo que tú quieras, y tú te lo crees, eso es poesía. Te dicen que esta bandera significa esto, y ahí que vas, porque en el fondo la cultura, que es la premisa de esta película, también puede ser un arma de destrucción masiva”, zanja la nueva musa de Balagueró.