No soporto a Hugo Sierra (46 años). O sea, no lo aguantaba desde el primer día que pisó la isla. Ni desde antes; lo dibujé como sospechoso y así siguió para mí. Siempre lo vi, a Hugo, con unos claroscuros siniestros. Un tipo portador de un manto fosco, con muchísimas dobleces, mogollón de callejones tenebrosos. Aristas, para regalar. Tantas como orificios en su rostro. Ni su sonrisa nunca limpia, tampoco sus sentimientos. Nunca lo vi claro: desde el minuto uno que rubricó su concurso en Honduras supe que iba a vivir su aventura, por encima de su exsuegra y del mundo. Siempre él, él y él. Nunca vi un llanto sincero, un mea culpa del alma. Solo frialdad, competitividad y cero sentimiento. 

Una roca capaz de aplastar a quien se ponga por delante. Eh, tú, aquí piso y mando yo. Este jueves he creído en Elena, la madre de Adara Molinero (27), expareja y madre de su hijo en común con Hugo (para los rezagados). Calló, ay, ese silencio de madre. Ni ver a su exsuegra Elena día tras día ablandó a Hugo el corazón, ni la conciencia. Ojo, ni viceversa. Es más, creo que las veces que se acercaron o que se pudo intuir un 'pelillos a la mar' entre exyerno y exsuegra obedeció solo a la hambruna y la desidratación emocional de ambos. No, Hugo Sierra no es alguien bondadoso, ni límpido, ni alma digna de cosas buenas.

Hugo Sierra durante su participación en 'Supervivientes'.

Ni digo que la madre de Adara sea todo bonhomía, pero Sierra está sucio, alguien que puede encajar como perfil de reality perfecto, que solo mira por su ombligo y por la superación, pero poco más. A mí este jueves me rodeaba el escándalo que lo salpica, siempre supuestamente, Dios me libre. Apunten: las acusaciones vertidas en redes por los haters de Hugo Sierra son fuertes y podrían dañar su imagen. Cientos de usuarios han acusado a los fans del concursante de amañar las votaciones para que se convierta en el ganador de la edición.

"Votamos gratis si nos ayudáis con el hashtag…", han posteado algunas personas en Twitter. "Me han dicho que tienen una forma de llamar que sale gratis", apostilla otro seguidor. Estas son algunas de las pruebas que arrojan los detractores de Hugo. Unas acusaciones con las que piden su expulsión. No se queda ahí el escándalo: según publicó Bluper, se piden, supuestamente, fotos -de un determinado target de edad- a cambio de dinero para votar a Hugo. Yo no voy a entrar en la veracidad de estos testimonios, ¡Dios me libre! No me dedico a ello ni lo exigen: solo digo que cada cual somos consecuentes de nuestros actos. 

HUGO HACIENDO MAL

Para mí, lo siento, ¡Hugo no es limpio! ¡Se merece la expulsión! Él sabrá en qué quiere convertirse. Ojo, que no es la única cosa que me ha indignado. El momento en que los finalistas han llegado a España y los han hospedado en un resort, llamado La Cigüeña, para que pasen la obligatoria cuarentena ha sido claro. El tío se permite, con un par, aislarse del mundo y renegar del complejo: "Está divino y con tranquilidad, pero cuando vi una cama al lado de la otra en la habitación pensé que era un campo de concentración más que una zona de tranquilidad. Me dio claustrofobia".

Juro que algo me hizo click en la mente. Paré, rebobiné y pensé que se merece la expulsión disciplinaria. ¿Perdona? ¿Te han llevado a un hotel de lujo y ahora sientes claustrofobia? ¡Engreído! Sucio, rastrero e inoportuno. Solo pido a Dios que sea justo y que nunca lo convierta en ganador. ¿Cómo puede jugar Hugo Sierra con términos tan delicados?

Nunca vi ni al protagonista ni a su madre como personas transparentes, algo había en su forma de desarrollarse pantanosa y conflictiva. Esa sonrisa chica me debió dar la pista: desconfío de la gente que no se ríe abiertamente, que solo esboza. Teme de ellos, porque no quieren hacer ruido. Son ambiciosos, pero torpes. Y sin talento. No miden bien sus pasos y, claro, recurren a sucias artimañas. En esta gala, más allá de charlar sobre la llegada a España, los finalistas han podido hablar durante unos minutos con sus familiares. Todos desde España. Me he emocionado con la visita de todos, pero hay varias conexiones que se me han clavado. 

¿Quién no llora con Elena y sus hijos?, quién no lo hace con Jorge y sus pequeños, quién tiene los santos de no emocionarse con Ana María Aldón (43) y su hijo José María. A mí, lo juro, me ha brotado la lágrima. Ojo, solo con Aldón y su pequeño. No me ha ocurrido lo mismo con el reencuentro entre Gloria Camila (25), Rocío Flores (23) y la propia Aldón.

A veces, el peaje que se paga por no emocionarse es... conocer la verdad. Ninguna de esas tres partes se quieren, se tratan o se respaldan; solo conviven por el bien pecuniario. Vale, sí lo hacen Flores y Gloria. Solo ellas. En cambio, el pequeño José María, el único hijo de Ortega Cano (66) y Aldón, sí me ha hecho derramar lágrimas. Porque no tiene culpa y porque me consta que tiene unos padres amorosos que lo adoran. Dicen que a Hugo lo ha visitado alguien especial también, pero, cáspitas, me acometía el bostezo. ¡Buenas noches! 

Último expulsado: Albert Barranco

Finalistas: Ana María, Rocío, Hugo y Jorge 

[Más información: La poderosa familia que ha traído a los supervivientes en avión privado... y la noche que Avilés se inmoló en TV]

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