Demi Moore (58 años) se ha convertido en la gran protagonista del desfile de Fendi en la Semana de la Moda de París. Uno de los eventos más esperados por todos los fashionistas al tratarse del debut del diseñador Kim Jones (47) al frente de la exclusiva firma italiana, y por reunir sobre la pasarela a estrellas de la talla de Naomi Campbell (50), Kate Moss (47), Cara Delevingne (28) o Bella Hadid (24), entre otras top models que, sin embargo, se vieron completamente eclipsadas por la actriz.

Y es que, completamente cambiada en comparación con meses atrás, la ex de Bruce Willis (65) ha reaparecido con un rostro que nada tiene que ver con el que tenía cuando alcanzó la fama a nivel mundial tras protagonizar Ghost al lado de Patrick Swayze. Un impactante cambio físico que ha desatado tantos comentarios como críticas, a los que Demi permanece ajena.

Moore sobre el escenario. Gtres

La actriz, una de las mayores bellezas del Hollywood y que siempre se mostró contraria a las operaciones estéticas, parece que ha seguido el ejemplo de algunas de sus compañeras, como Melanie Griffith (63), Uma Thurman (50) o Renée Zellweger (51), con una indisimulada afición al bisturí en busca de la eterna juventud. Un 'club' en el que ahora ha ingresado Demi a sus 58 años que, en el desfile, ha mostrado un rostro que poco tiene que ver con su frescura y su belleza natural de antaño. La frente sin una sola arruga, la nariz visiblemente más redondeada, los ojos sin apenas expresividad y, principalmente, unos pómulos y una boca retocados que han cambiado por completo la expresión de su cara. Lo cierto es que los comentarios sobre sus intervenciones estéticas no son algo nuevo. Aún así, ella ha negado la mayor, sosteniendo que nunca ha invertido dólares en procedimientos para verse más joven con el paso de los años.

Hace 20 años la prensa ya especuló con el hecho de que Demi Moore se hubiera gastado 250.000 dólares en cirugía plástica para transformar completamente su rostro y cuerpo antes de su aparición en la película de 2003 Los Ángeles de Charlie. "Es completamente falso. Nunca lo he hecho", aseveró Moore en una entrevista hace varios años, cuando el debate a través de Twitter se hizo intenso con varios de sus seguidores que la acusaban de estar mintiendo. En sus propias palabras, "la idea de someterse a una operación para controlar el proceso de envejecimiento es una forma de combatir tu propia neurosis. El bisturí no te hará feliz". 

La nueva cara de Demi Moore sobre la pasarela. Gtres

En 2019, durante una entrevista para Daily Mirror sostuvo que estaba "abrazando" y reconciliándose con la idea del envejecimiento natural. Sí que reconoció sin ambages que ha habido momentos en su vida en que se ha mirado al espejo y no se ha gustado: "La gravedad va en algunas direcciones que no me gustan. Puedo mirarme en el espejo de vez en cuando y decir 'estás mintiendo, yo no me veo así". 

A principios de enero de 2020, Moore publicó sus memorias, Inside Out. Una autobiografía desgarradora y sincera dedicada a sus tres hijas y su madre, donde sacó a la luz los hechos que más marcaron su existencia: desde su matrimonio con Willis, su infancia, la relación tóxica que mantuvo con Ashton Kutcher (42) hasta la violación que sufrió con tan solo 15 años. Tras su lanzamiento, las memorias de Moore alcanzaron el puesto número uno en la lista de best-sellers de no ficción del New York Times. De hecho, la actriz promocionó su libro en los principales platós estadounidenses.

La violación que padeció en su adolescencia no es la única secuela que ha marcado a Moore. Su relación con el protagonista de Dos hombres y medio fue de lo más polémica. Al parecer, el actor le obligó a practicar tríos sexuales. "Fue un error y fue la excusa perfecta que utilizó Kutcher para mantener relaciones sexuales con otras mujeres", comentó en las páginas de su libro. Un error que le llevó a caer en la bebida. En los últimos meses, ha vuelto a convertirse en noticia tras poner a la venta su espectacular ático en Nueva York por 42 millones de euros. La actriz solía vivir en este impresionante apartamento, situado en una de las torres gemelas del icónico edificio San Remo, un condominio de lujo de 28 pisos en el Upper West Side, en Manhattan. 

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