Publicada

El consumo de antidepresivos en España ha crecido un 53,4% desde 2010, según datos de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps).

Con datos de envases dispensados en las farmacias, en 2010, por cada mil españoles se consumían 64,73 fármacos de forma diaria.

La cifra ha ido aumentando año a año en una diagonal casi recta que acaba curvándose hacia arriba a partir de 2020. En 2023, último año con datos de la Aemps, eran ya 99,27 las dosis diarias consumidas por cada mil habitantes.

El aumento de consumo de antidepresivos es sintomático de la mayor prevalencia de trastornos mentales en nuestro país en los últimos años.

Entre 2013 y 2022, según datos del Ministerio de Sanidad, pasaron de afectar al 11,08% de la población a hacerlo al 17,17%, seis puntos porcentuales más.

La pandemia marcó una aceleración en el consumo de psicofármacos, pero solo los antidepresivos siguen creciendo sin miramientos.

Por ejemplo, los ansiolíticos —para tratar la ansiedad— han crecido un 9% entre 2010 y 2023, pasando de 83,05 dosis diarias por cada mil habitantes a 90,05.

Sin embargo, aunque su consumo también aumentó a partir de 2020, marcó un pico en 2021, con 93,3 comprimidos diarios, y se ha ido reduciendo en los años subsiguientes, si bien sigue ligeramente por encima de los años previos a la pandemia.

También han aumentado otras clases de psicofármacos, pero en menor medida que antidepresivos y ansiolíticos: los antipsicóticos crecen de 11 dosis a 14,35, y los hipnóticos del 28,25 a 33,73.

Beatriz Vielba, responsable del grupo de salud mental de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), considera que el aumento en el consumo de psicofármacos tiene un origen multifactorial.

"Hay factores clínicos, pero también más datos epidemiológicos y una mayor concienciación social", explica a EL ESPAÑOL con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra este viernes 10 de octubre.

En general, hay una mayor concienciación sobre la salud mental y un menor estigma, "lo vemos a diario en las consultas. Desde la Covid, no solo ha aumentado la prevalencia sino que la gente pregunta más, incluso familiares o amigos que llevan a seres queridos al médico porque les ven mal. Y como consultan más diagnosticamos más".

Según los últimos datos ofrecidos por el Ministerio de Sanidad, los trastornos de ansiedad son el octavo problema más frecuente entre los españoles: hay casi cinco millones de afectados, con las mujeres (3,25 millones) doblando en número a los hombres (1,67 millones).

La depresión afecta a 2,21 millones de personas, nuevamente con mayor prevalencia entre las mujeres: con 1,59 millones frente a 620.000 hombres.

Respecto a los ansiolíticos, "hay mucha cautela entre los médicos de familia para mejorar la calidad de la prescripción. Cada vez somos más conscientes de que debemos seleccionar cuidadosamente a qué pacientes podemos prescribirlos".

Además, se ha hecho un hincapié especial en no prolongar las prescripciones. "Lo normal es no llevarlos más allá de las 8 o 12 semanas, para evitar el riesgo de efectos secundarios y de generar dependencias físicas y psíquicas".

Los antidepresivos "también se usan mucho para manejar la ansiedad pero, en cambio, no generan tanta dependencia y son más fáciles de deprescribir [el proceso de reducir su uso]".

Se utilizan, además, para el manejo de trastornos de la conducta alimentaria, trastornos de personalidad u obsesivo-compulsivos. "Algunos incluso están indicados en dolor neuropático crónico".

No hay falta de tiempo

Lo que sí rechaza Vielba es explicar el aumento de consumo por razones de presión asistencial.

Muchos críticos de los psicofármacos relacionan su aumento con los problemas del sistema de salud: muchos pacientes y poco tiempo en la atención primaria, pocos profesionales para derivar y listas de espera interminables en la especializada.

Esto haría que muchos profesionales decidieran aliviar la situación del paciente optando por prescribir fármacos en lugar de otras terapias que consumen más recursos.

"No estoy de acuerdo con la falta de tiempo", sostiene la médica de primaria. "La presión asistencial es una realidad pero los médicos de familia somos expertos en manejar muchas patologías y dedicamos a cada persona el tiempo que haga falta".

Muchos pacientes "son conscientes de que les toca esperar porque nosotros dedicamos a cada uno el tiempo que haga falta".

Además, al poder programar consultas, se hace un seguimiento de los problemas del paciente. "En algunas situaciones tienes que dar una solución inmediata, pero muchas otras veces puedes programar una nueva visita".

Con todo, el problema del aumento en el consumo de psicofármacos ha generado un debate sobre la calidad de la prescripción que ha llevado a incluirlo en el Plan de Acción de Salud Mental 2025-2027, que aprobó Sanidad este año.

Entre los objetivos del plan está "garantizar el uso adecuado racional de los psicofármacos, basado en la evidencia, la calidad de tratamiento y la seguridad en la prescripción".

La optimización del tratamiento es una de las líneas de acción principales del documento, que incluye la creación de guías de práctica clínica y formación específica en este ámbito, pero también campañas de sensibilización a profesionales y ciudadanos.

A este respecto, Vielba apunta que es muy infrecuente que un paciente pida un fármaco si viene por un problema de salud mental. "Para trastornos del sueño sí que suelen pedirlos, pero para otros problemas lo que piden es ayuda, no un medicamento".

La especialista recuerda, además, que los pacientes están cada vez mejor informados. "Algunos siguen preguntando si el antidepresivo le va a dejar tonto pero es un porcentaje bajo, cada vez menor. Y también ocurre con la psicoterapia, que genera reticencia en algunas personas".

Después de todo, los mitos que rodean a los antidepresivos "son similares a los que rodean a la salud mental. Y ambos están disminuyendo, afortunadamente".