La combinación de un viejo medicamento para la diabetes tipo 2 y de un antihistamínico ha logrado regenerar parcialmente la capa que recubre y protege los nervios en pacientes con esclerosis múltiple, en un ensayo clínico con 70 personas.
Estas tenían entre 25 y 50 años y habían sido diagnosticadas de esclerosis múltiple recurrente-remitente, el tipo más habitual de la patología.
Se caracteriza por presentar brotes de la enfermedad (que pueden durar semanas o meses), con síntomas como pérdida de movilidad, incapacidad para controlar esfínteres o visión borrosa, que luego mejoran.
Esto se debe a que la enfermedad va destruyendo la mielina, la cubierta protectora de los nervios. Con el paso de los años, esos brotes provocan un deterioro progresivo del que los pacientes ya no se recuperan.
Investigadores de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) dividieron a los pacientes (que tenían un grado de discapacidad leve o moderado) en dos grupos. A uno le hicieron tomar dos medicamentos: metformina y clemastina por vía oral. El otro recibió un placebo.
La metformina es el medicamento más utilizado para tratar la diabetes tipo 2. Fue sintetizada hace un siglo y lleva empleándose desde hace más de 50 años contra la enfermedad.
La clemastina es un fármaco que combate síntomas de la alergia, como la rinitis, y que no está comercializado en España.
Hace unos años se demostró en experimentos con animales que la clemastina podía instruir a los oligodendrocitos, una clase de células del cerebro, a activarse y regenerar la mielina.
Hace una década se probó este efecto en seres humanos. En un ensayo clínico con 50 pacientes se comprobó que quienes tomaron el fármaco transmitían las señales nerviosas con mayor velocidad.
Concretamente, el impulso eléctrico desde el ojo al cerebro tardaba 1,7 milisegundos menos en llegar en las personas que tomaron clemastina que en las que recibieron placebo.
Metformina al rescate
Pese a lo prometedor del hallazgo, existía un problema: el efecto de la clemastina se deterioraba con el tiempo.
Sin embargo, la metformina parece potenciar el efecto reparador del antihistamínico, por lo que los investigadores de Cambridge decidieron probar la combinación.
Tras seis meses de tratamiento, la diferencia en la velocidad de las señales eléctricas era de 1,3 milisegundos entre el grupo que recibía los fármacos y el que recibió placebo.
No es que los primeros fueran más rápidos, sino que los segundos se estaban ralentizando. Sin embargo, a efectos prácticos, no parecían existir diferencias significativas entre un grupo y otro.
Emma Gray, directora de investigación de la fundación MS Society, que ha patrocinado el ensayo, cree que los resultados se harán más patentes a largo plazo.
"Estos resultados son muy ilusionantes y podrían representar un punto de inflexión en la forma en que se trata la esclerosis múltiple", ha declarado en una nota difundida por la Universidad de Cambridge.
Los resultados del estudios han sido dados a conocer durante el último Congreso del Comité Europeo para el Tratamiento y la Investigación en Esclerosis Múltiple, que ha tenido lugar en Barcelona.
Nick Cunniffe, investigador principal del trabajo, apunta: "Mi instinto me dice que estamos al borde de una nueva clase de tratamientos para frenar la progresión de la esclerosis múltiple y que en la próxima década podríamos ver el primer tratamiento autorizado para reparar la mielina y mejorar la vida de las personas con la enfermedad".
Mar Mendibe, vicepresidenta de la Sociedad Española de Neurología (SEN), considera que estos resultados son positivos "pero hay que tomarlos con cautela".
"Se necesitan más estudios, con un mayor número de pacientes, multicéntricos, etc. para ver si estos resultados se mantienen", apunta, reconociendo que "seis meses son muy pocos para ver los beneficios en los pacientes".
Regenerar lo perdido
Con todo, el potencial del tratamiento es muy alto, pues "podría indicarse a más del 70% de pacientes", que son los que tienen la forma recurrente-remitente y un grado medio-bajo de discapacidad. Además, sería la primera terapia capaz de regenerar la capa perdida de mielina protectora.
En la actualidad, existen unas dos decenas de tratamientos con capacidad de modificar la enfermedad (casi todos en la versión recurrente), pero se dirigen al sistema inmune, responsable de atacar la mielina.
Por tanto, el deterioro de los nervios no se revierte. El uso combinado de metformina y clemastina actuaría regenerando la mielina, lo que protegería al sistema nervioso de ataques posteriores y frenaría, potencialmente, el deterioro.
Eso sí, el tratamiento solo actúa en aquellos nervios que no estén completamente destruidos. La regeneración de la mielina en estos casos no surtiría efecto, por lo que sus beneficios serían mayores cuanto antes se iniciara la terapia.
En el mundo, hay alrededor de tres millones de personas con esclerosis múltiple (50.000 en España), una enfermedad que afecta de manera desproporcionada a las mujeres y que suele comenzar a manifestarse en torno a la treintena.
En los últimos cinco años, la incidencia de esta patología ha crecido un 20%. Aunque la principal razón de este aumento es la mejora en la detección, que permite diagnosticar en fases más tempranas, existen algunos factores de riesgo que pueden haber influido.
Se ha propuesto la carencia de vitamina D por la menor exposición a la luz solar, así como el aumento del tabaquismo y la obesidad, como causas subyacentes de este incremento. También se ha vinculado la aparición de la enfermedad a la infección por el virus de Epstein-Barr.
La buena noticia es que la investigación con nuevos tratamientos para la enfermedad está dando frutos.
Además de la metformina y la clemastina, un grupo internacional de investigadores —con participación de médicos españoles— ha mostrado el potencial de tolebrutinib, un inhibidor de la tirosina quinasa de Bruton (BTK), para frenar la progresión de la enfermedad.
En un ensayo con 1.131 pacientes, el fármaco logró reducir en un 30% la progresión de la esclerosis.
Como explicaba en un artículo de EL ESPAÑOL la neuróloga del Hospital Clínico San Carlos Celia Oreja-Guevara, es la diferencia entre "pasar a usar un par de muletas o quedarse con un bastón".
Sin embargo, apunta Mar Mendibe, la mayoría de estos fármacos se han dirigido a las formas recurrentes de la enfermedad. "Las progresivas siguen siendo un reto".
