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En la mesa de operaciones de un quirófano, un paciente recupera la consciencia justo antes de que los cirujanos comiencen a abrirle para extraer sus órganos. Llorando, intenta sacudir la cabeza para hacer ver que está vivo, justo antes de que el bisturí se hunda en su pecho.

Parece de una película de terror, pero es un caso real. Afortunadamente, varios sanitarios rechazaron seguir con el procedimiento, pero este y otros casos han provocado un revuelo que hace peligrar el sistema de trasplantes en Estados Unidos.

En septiembre, la Cámara de Representantes organizó una audiencia para indagar en casos de extracción de órganos para trasplantes en pacientes que se presuponía clínicamente muertos y dieron signos de vida.

La HRSA (Administración de Recursos en Salud y Servicios, por sus siglas en inglés) había elaborado un informe sobre 351 casos que afectaban a una organización de obtención de órganos, entidad sin ánimo de lucro encargada del proceso que va de la extracción del órgano a su envío para el trasplante.

Eran casos que tenían autorización para la donación pero cuyo proceso no había sido completado. Incluían 73 casos con "señales neurológicas incompatibles con la donación", es decir, con presencia de actividad cerebral.

También constaban 28 pacientes cuya muerte no había sido certificada en el momento en que comenzó la extracción del órgano.

Aunque el informe se cerró sin tomar ninguna acción determinada, la publicación este fin de semana de un reportaje en The New York Times donde contabilizaban más casos de este estilo ha movido a la nueva Administración a actuar.

El Departamento de Salud y Servicios Humanos —equivalente al Ministerio de Sanidad español— ha anunciado una iniciativa para reformar del sistema de trasplantes de órganos en EEUU.

Robert F. Kennedy, director del departamento, ha afirmado que "nuestros hallazgos muestran que los hospitales permiten que el proceso de obtención de órganos empezara cuando los pacientes mostraban señales de vida, y esto es horroroso".

El reportaje de The New York Times da cuenta de casos como el de Misty Hawkins, una mujer de 42 años de Alabama que se asfixió mientras comía y cayó en coma.

Su madre decidió retirarle el soporte vital pero, cuando los médicos hicieron una incisión en su pecho, comprobaron que su corazón seguía latiendo.

En Nuevo México se documentó el caso de una mujer en la que continuó el proceso de la donación a pesar de que había recuperado la consciencia. En Florida, un hombre gritó y mordió el tubo de respiración y, aún así, le fue retirado el soporte vital.

Además de los 73 casos revisado por la Administración Norteamericana, el periódico ha confirmado otros 12 casos y ha recopilado testimonios de 55 médicos, de 19 estados, que han sido testigos de, al menos, un caso "perturbador" de donación.

El Departamento de Salud y Servicios Humanos ha anunciado que las entidades encargadas de la gestión de los órganos deberán adoptar procedimientos formales que permitan que cualquier miembro del equipo pueda frenar el proceso de donación si hay dudas.

Además, se deberán revisar todos los protocolos, incluyendo el requerimiento de esperar cinco minutos después de que el paciente sea declarado muerto.

El "meollo" de la donación

"De ser cierto, sería algo gravísimo, que apunta al meollo de la donación", valora para EL ESPAÑOL Rafael Matesanz, fundador y exdirector de la Organización Nacional de Trasplantes durante casi tres décadas.

"En su momento se desestimaron estos casos, ahora no sé qué pasará. Pero esto puede minar la confianza de la población en el sistema de trasplantes".

Matesanz señala que el sistema español de trasplante (y los sistemas europeos, en general) es distinto del norteamericano. Allí funcionan estas organizaciones de obtención de órganos, "que se encargan de todo el proceso del trasplante, los hospitales no se tienen que preocupar de nada".

Estas entidades tienen conciertos con la Administración, "que les paga por cada procedimiento". En un sistema que no está basado en el altruismo, por lo que puede dar lugar a este tipo de abusos.

La presión por aumentar las donaciones parece haber jugado un papel. Según informa The Washington Post, desde 2020 el número de trasplantes de órgano en EEUU ha crecido un 23%.

Esto se debe también a que cada vez hay un número mayor de donaciones en asistolia, es decir, en muerte cardiorrespiratoria y no cerebral, como la donación tradicional.

Matesanz señala que, "en España, sería imposible que ocurriera algo así". De hecho, en la ONT, creada en 1989, no se ha registrado ningún caso de este tipo.

"En EEUU son estas organizaciones las que se encargan de todo. En España, tiene que haber una valoración de los intensivistas del hospital la muerte debe ser certificada por tres médicos: un clínico, un neurólogo y un neurofisiólogo".

Es cuando se ha declarado la muerte cuando comienza el proceso de donación, y no antes. "Se le consulta a la familia si quiere donar y se activa el protocolo". Situaciones como la donación en asistolia o tras la eutanasia son similares.

El experto apunta que "en el proceso de donación no hay incentivos. El coordinador de trasplantes recibe un dinero por los días que está de guardia, no por cada órgano".

Donde sí hay un incentivo es en el propio trasplante, "porque la actividad de un servicio va ligada a él", pero es un proceso separado del de la donación.

Desde la ONT apuntan es "de tal relevancia que todos estos procedimientos se realicen correctamente que están protocolizados e incluidos como anexos técnicos en el Real Decreto 1723/2012, por lo que es de carácter normativo y de obligado cumplimiento".

Los médicos deben ser escrupulosos en el cumplimiento de la norma y, además, "en España, como establece el protocolo, el diagnóstico de muerte lo realiza un médico independiente al coordinador de trasplantes o al equipo trasplantador".