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El anuncio de Borja Sémper de que tiene un cáncer ha conmocionado a la opinión pública. El portavoz del PP, que cumplió 49 años el pasado enero, no tiene el principal factor de riesgo para desarrollar un tumor: la edad.

A pesar de ello, en las dos últimas décadas se ha visto como el número de cánceres ha aumentado entre los menores de 50 años. Los expertos han llamado a esto la "epidemia del cáncer de aparición temprana".

En todos los países de altos ingresos se ha ido observando cómo la incidencia de algunos tumores ha ido creciendo paulatinamente entre la población joven.

Gran parte de ellos están referidos al aparato digestivo, sobre todo el cáncer colorrectal, cuyo número de casos se ha duplicado desde los años 90 en esta franja de edad.

Los cánceres de esófago, estómago, cabeza y cuello, mama, páncreas, conductos biliares, vesícula biliar, ovario o mieloma, entre otros, también han aumentado a lo largo de este tiempo.

Borja Sémper ha explicado que fue la insistencia de su mujer en hacerse una revisión médica la que ha permitido detectar su tumor de forma temprana y tratable.

Aunque no ha dado más detalles, los médicos tienen varias formas de sospechar de un cáncer en una persona que, en principio, no forma parte de los grupos de riesgo de padecerlo.

"Es muy habitual acudir por sangre en la orina u oculta en las heces", explica Lorenzo Armenteros, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

Lo primero puede indicar problemas de vejiga o en el riñón, no necesariamente tumorales. Lo segundo "indicaría una patología de colon, no siempre maligna".

La sangre también puede ser el primer indicio del cáncer de otra forma. Análisis rutinarios con resultados extraños hacen sospechar al galeno de un posible tumor o, al menos, de la necesidad de descartarlo.

"Existen marcadores tumorales que se pueden pedir en las pruebas analíticas, como el PSA para el cáncer de próstata o el CA-125 para el cáncer de ovario", explica Armenteros.

Analíticas alteradas

También se puede dar el caso de recuentos alterados de glóbulos rojos o blancos, señales bioquímicas, etc. que podían ser indicativos de tumores hematológicos como leucemias, linfomas y mielomas.

Eso sí, el médico de familia explica que estas pruebas son orientativas. Deben acompañarse de otro tipo de pruebas, como las ecografías de vejiga, riñón, etc. que cada vez son más frecuentes en la atención primaria.

"Con analíticas rutinarias y un medio diagnóstico de imagen como la ecografía, podemos tener en un tiempo muy corto un diagnóstico casi confirmativo".

La petición de analíticas puede venir por muchos factores. Pueden ser de rutina, sin que el tumor esté dando síntomas.

También hay sintomatologías inespecíficas como el cansancio, la anemia sin razón aparente, tos o dificultad para tragar, dolor persistente que no se haya asociado a nada en particular o una pérdida de peso notable que no tenga una explicación.

Existe, además, la posibilidad de que el médico o la propia persona observen bultos o inflamaciones en algunas zonas del cuerpo, así como manchas en la piel o lunares de forma irregular o que hayan crecido.

Armenteros apunta que los médicos de familia también disponen de dermatoscopios, que permiten analizar estas manchas —pueden ser indicativas de un melanoma— e incluso sacarles fotos con el teléfono móvil.

Más allá de estas rutinas, hay formas de identificar posibles cánceres en individuos jóvenes sin síntomas: los cribados poblacionales.

Se trata de pruebas que se realiza a determinada población donde existe un riesgo más alto de desarrollar ciertos tumores y normalmente van asociados a la edad, comenzando a hacerse a partir de los 50 años, por lo general.

En España, los cribados implantados a nivel nacional son los de mama, cáncer de cérvix y colorrectal.

El primero de ellos consiste en una mamografía cada dos años en mujeres de entre 50 y 69 años, aunque hay comunidades que han ampliado esta edad por encima, hasta los 74, y otras por debajo, a partir de los 45.

Estas últimas son Navarra, La Rioja, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Galicia, Comunidad Valenciana y Murcia, aparte de las ciudades autónomas Ceuta y Melilla. Andalucía tiene el cribado a partir de los 47 años.

En el caso del cáncer de cérvix, se realiza en mujeres entre los 25 y los 65 años. Al principio se realiza una citología cada tres años y, a partir de los 35 años, la prueba de determinación de VPH de alto riesgo.

En el del cáncer de colon se realiza cada dos años con la prueba de detección de sangre oculta en heces, para la que están llamados todos los ciudadanos entre 50 y 69 años.

Aunque no está aprobado en España, la Unión Europea incluye en su plan de lucha contra el cáncer el cribado poblacional de cáncer de próstata.

Consiste en la detección del antígeno prostático específico o PSA en sangre y la Asociación Europea de Urología lo recomienda en varones mayores de 50 años y solo a partir de los 40-45 en casos especiales, como aquellos con historia familiar de cáncer de próstata, ascendencia afroamericana o que sean portadores de mutaciones germinales en el gen BRCA2.