Como cada dos meses, José María acude al Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid para "pasar la ITV". Lo hace acompañado de su hija y de su mujer.
Se agarra del brazo de esta última mientras que con la otra mano sujeta un bastón. A este lado le cae también una riñonera que cada día le pesa más.
Su carga se hace menos pesada cuando recuerda el motivo por el que la lleva: "Es mi corazón, no lo puedo dejar en ningún sitio", dice a EL ESPAÑOL sobre el Heart Mate II, la asistencia ventricular de larga duración que le implantaron y por la que está de celebración.
Este mes de junio, José María hará una década con este dispositivo que actúa como una bomba que ayuda al corazón dañado a bombear la sangre. Por ello ostenta el récord a nivel nacional.
Cirugía a corazón abierto
También es el paciente más longevo de España, donde ya se ha implantado esta asistencia ventricular a más de 500 personas. La primera de ellas tuvo lugar en el año 1996.
Fue precisamente en el 12 de Octubre, un hospital al que José María no hubiera acudido de no ser por su cardióloga en el Hospital de Mérida. Allí residía cuando le detectaron una miocardiopatía isquémica.
Su mujer le rogó a la doctora que hiciera todo lo posible para que su marido permaneciera con vida. "Yo pensaba en nuestras bodas de oro", comenta dos años después de que hayan podido celebrar este aniversario.
La cardióloga había trabajado en el hospital madrileño, por lo que conocía de su experiencia con estos dispositivos, que sólamente se implantan en 25 centros españoles.
Tras ser aceptada la solicitud de traslado, en 2015 el servicio de Cirugía Cardiaca del 12 de Octubre le implantó a José María el sistema de asistencia ventricular izquierda permanente para resolver la enfermedad cardiaca que sufría.
Su estado de salud estaba tan deteriorado que en ningún momento sintió miedo de someterse a una operación que, pese a no ser la más compleja, sí que se trata de una cirugía a corazón abierto.
"Llevo una vida normal"
Los "12 días malos" que pasó en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) compensarían todo lo que vendría tras la cirugía. Antes de ella, apenas podía desplazarse unos metros: "Iba arrastrándome y no salía de casa".
Para andar unos metros tenía que detenerse al menos cuatro veces. Y ahora, según cuenta su mujer, hacen cerca de 4.500 pasos todos los días. "También puede vestirse y asearse él solo".
Este mes de junio, José María cumplirá una década con el dispositivo implantado.
Los problemas que tenía por la insuficiencia cardiaca grave desaparecieron de tal forma que la última vez que pasó por quirófano, hace un par de años, no fue precisamente por esta afección.
Aunque al haberle implantado la asistencia ventricular, había algunas reticencias a realizarle una colecistectomía: "Me convencí de que iba a seguir con los dolores de la vesícula", lamenta José María, quien trataba de convencer a los médicos con un "yo tengo carne de perro".
Finalmente, consiguió que le operaran y desde entonces está "perfecto" y lleva "una vida normal para una persona de 82 años". Ya no tiene, como dice su mujer mientras le pide que se quite la mascarilla, "cara de enfermo".
Son conscientes de que en cualquier momento el dispositivo puede sonar, como ya sucediera con el primer implante. Con el segundo, que se le implantó en 2018, todavía no han tenido este susto.
Aun así, "el estrés de estar lejos del hospital de referencia" hace que sólo se hayan marchado una vez de Madrid desde que llegaron hace 10 años. Fue para pasar cuatro días en Mérida, aunque al tercero ya le estaban pidiendo a su hija que regresaran porque "les daba mucho miedo".
Como alternativa al trasplante
Este temor no está presente en todos los pacientes que se someten a esta cirugía. Hay quienes sí que deciden aprovechar que mejora su calidad de vida para viajar.
En esos casos, tratan de estar en contacto entre los propios especialistas, como explica Mª Dolores García-Cosío, cardióloga de la Unidad de Insuficiencia Cardiaca Avanzada del Servicio de Cardiología, perteneciente al Centro de Investigación Biomédica en Red Cardiovascular.
Y como "cada vez hay más pacientes en seguimiento", también es más fácil que sean ellos mismos quienes expliquen a los que aún no se han decidido en qué consiste esta opción terapéutica que suele comenzar con una esperanza de vida inferior a un año.
Es el tiempo que puede vivir una persona a la que se le plantea un trasplante cardiaco. Pero no en todos los casos es posible llevar a cabo esta operación.
De ahí que las asistencias ventriculares de larga duración se implanten como alternativa, bien sea a la espera de un donante compatible o como tratamiento definitivo.
Este último escenario es el más frecuente a día de hoy.
E incluso en estos casos llevan una vida normal, como demuestra la historia de José María. "Es una persona cuya esperanza de vida hace una década era inferior a un año", dice sobre él Christian Muñoz Guijosa, jefe de Servicio de Cirugía Cardiaca del 12 de Octubre.
Mayor riesgo: la infección
El único problema que sí que les preocupa es el de que se produzca una infección que podría llegar a través del cable que sale del abdomen. Su función no es otra que la de conectar el dispositivo implantado dentro del tórax con la unidad de control del exterior.
Aunque su funcionamiento durante el día es a través de pilas, por la noche sí que debe estar conectada a la electricidad.
Tanto García-Cosío como Muñoz Guijosa estaban fuera del país cuando se produjo el histórico apagón en España. Al día siguiente pudieron contactar con sus pacientes y se dieron cuenta de que todos ellos habían buscado una posible alternativa.
Y es que uno de los requisitos que se les exige a estos pacientes es que tengan predisposición y sean conscientes de lo que supone este implante. También les piden que tengan apoyo familiar.
Hay algunos pacientes que rechazan la operación "por miedo". Pero aquellos que consiguen superarlo terminan acudiendo a consulta sorprendidos al ver que "se encuentran fenomenal" pese a "haber tenido el corazón bajo una situación muy crítica".
Más años de vida
Esta mejoría de los pacientes se ha incrementado en paralelo a la de la tecnología. Por ejemplo, el último modelo que ya se ha estandarizado en los hospitales, el Heart Mate III, no parece presentar demasiados errores, a diferencia de lo que sucedía con la versión anterior.
La fiabilidad del dispositivo ha llevado a los expertos a plantearse un futuro que sería esperanzador para los candidatos a un trasplante cardiaco.
Podría suceder, según explica García-Cosío, que pacientes jóvenes que se sometieran a este tipo de trasplantes pudieran vivir unos años más si antes se les implantara un sistema de asistencia ventricular. Aunque coincide con Muñoz Guijosa en que todavía es pronto como para ello.
Ambos también defienden el precio de estos dispositivos (en el Servicio Madrileño de Salud, el Heart Mate III ronda los casi 100.000 euros). "¿Cuánto vale una vida normal de un paciente?", se pregunta la cardióloga, "José María lleva 10 años con dos implantes. ¿Cuánto vale eso?".
José María, junto a su mujer, en el Centro de Actividades Ambulatorias del 12 de Octubre.
Él aún no ha decidido cómo celebrará este particular décimo aniversario. No descarta hacerlo con una cerveza sin alcohol. Es lo único que, de vez en cuando, echa de menos de su anterior vida, cuando se podía tomar una copa de vino. "Me he acostumbrado al agua".
Ella, por su parte, no dice nada al respecto. Sí que anhela poder volver algún día a Mérida y disfrutar de su casa de siempre pero "como viejitos".
Por el momento, el matrimonio se marcha, junto a su hija, por la puerta del hospital madrileño por la que volverán a entrar dentro de dos meses si todo sigue tan "normal" como en estos últimos 10 años.