El sexo biológico es un condicionante muy importante para el cáncer. Según estima la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres tendrá cáncer a lo largo de su vida. Además, parece que entre el sexo masculino la mortalidad es mayor, por lo que médicos y científicos centran sus esfuerzos en dar con la clave que explique estas diferencias de género ante la enfermedad. Ahora, dos estudios independientes publicados en Nature parecen haber encontrado la respuesta. Ambos señalan al cromosoma Y.

Hace casi un año, un trabajo editado en CANCER, la revista de la Sociedad Americana para el Cáncer, desmontaba el tópico de que los hombres tienen más cáncer a causa del estilo de vida. Está claro que durante años en ellos han predominado hábitos condicionantes, como el tabaco y el consumo de alcohol, pero como dejaban claro los investigadores, debía haber algo más.

La primera investigación publicada en Nature ha profundizado en esta cuestión centrándose en el cáncer de vejiga agresivo, pues se estima que los hombres tienen el doble de posibilidades de morir a causa de este tumor. A través del estudio en ratones de laboratorio y con un grupo de pacientes humanos, ha concluido que la pérdida del cromosoma Y ayuda a las células cancerosas a eludir el sistema inmunitario del organismo.

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"Este estudio demuestra por primera vez una conexión nunca establecida entre la pérdida del cromosoma Y y la respuesta del sistema inmunitario al cáncer", asegura Dan Theodorescu, director del Centro Oncológico Cedars-Sinai de Los Ángeles (EEUU) y autor principal de la publicación.

La clave, las células T

La clave, al parecer está en las células T, un tipo de glóbulo blanco que forma parte del sistema inmunitario y que ayuda a proteger al cuerpo de las infecciones y a combatir el cáncer. "Cuando las células pierden el cromosoma Y, agotan las células T. Sin células T para combatir el cáncer, el tumor crece de forma más agresiva", prosigue Theodorescu.

La pregunta es por qué desaparece el cromosoma Y. El factor más predominante es la edad. Al envejecer, las células de algunos hombres tienden a perderlo por completo, aunque se sospecha que fumar y otros factores ambientales pueden estar relacionados. Sobre esto todavía hay que profundizar.

También es necesario seguir trabajando para comprender la conexión genética entre la pérdida del cromosoma Y y el agotamiento de las células T. A día de hoy, se dispone de inmunoterapia que permite revertir el daño en estas últimas y ayudar a la destrucción del cáncer, pero si se pudiera evitar desde un primer momento, los resultados en pacientes mejorarían sobremanera.

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No obstante, Theodorescu y su equipo descubrieron que los tumores a los que les faltaba el cromosoma respondían mejor a la inmunoterapia. "Hay mucho potencial", presume Theodorescu sobre esto último, ya que abre la puerta a determinar qué pacientes se pueden beneficiar de las terapias existentes para combatir el cáncer de vejiga.

Aunque queda mucho camino por recorrer, considera ya que estos primeros hallazgos pueden explicar por qué ciertos cánceres son peores en hombres y en mujeres, además de evidenciar que "el cromosoma Y hace algo más que determinar el sexo biológico humano". 

El cáncer de colon

Esto último concuerda con lo mismo que expresa la otra investigación publicada al respecto en Nature. En este caso, investigadores del MD Anderson Cancer Center de la Universidad de Texas han descubierto un gen en el cromosoma Y asociado con el cáncer de colon.

En España, este es el tumor más diagnosticado en ambos sexos. Sin embargo, hay una gran diferencia entre los 17.340 que estima la SEOM para los hombres a los 11.125 en mujeres. Además, en el sexo masculino el pronóstico suele ser peor.

Según el estudio, que sólo cuenta con resultados preclínicos, esto se debe a un gen localizado en el cromosoma Y, el KDM5D. Jiexi Li, del laboratorio DePinho de la universidad, comprobó que en los cánceres de colon con mutación del gen KRAS a oncogén (presente, aproximadamente, en uno de cada cuatro pacientes con cáncer), éste jugaba un papel fundamental.

Cuando una célula sufre una mutación y se convierte en un oncogén, el sistema inmunitario todavía tiene capacidad de detectarla y eliminarla. No obstante, los resultados demostraron que la alteración del KDM5D reprime los genes TAP1 y TAP2 , que normalmente ayudan a los antígenos a avisar a las células T de la eliminación de células anormales.

De esta manera, KDM5D sería un colaborador de las células cancerosas, evitando que la mutación KRAS sea detectada por las células inmunitarias.