Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Carolina del Norte, en Estados Unidos, a 169 adolescentes de entre 12 y 15 años observa cambios cerebrales a lo largo del tiempo asociados a los hábitos de consumo de redes sociales. Que sean las redes las que causen los cambios o estos los que impacten en su uso es algo que todavía está por dirimir.

Los científicos han tomando imágenes por resonancia magnética a los adolescentes, a ritmo de una anual a lo largo de tres años. Lo hacían mientras los púberes participaban en un juego que ofrecía recompensas sociales en forma de caras sonrientes o enfadadas.

Previamente, habían sido divididos en tres grupos, en función de sus hábitos de uso de redes sociales, concretamente de tres: Facebook, Instagram y Snapchat. Aquellos que las comprobaban 15 o más veces al día se consideraban habituales; entre 1 y 14 veces, moderados, y una o menos veces diarias, no habituales.

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Al observar los resultados de los escáneres cerebrales, observaron que los habituales partían de una menor activación de las regiones relacionadas con el procesado de recompensas, la selección de lo destacado en el entorno y la regulación y el control.

No obstante, a lo largo del tiempo se incrementaba la sensibilidad neural de estas regiones y registraban una mayor activación. Los que tenían un consumo moderado o bajo mostraron la tendencia contraria: partían de una hiperactivación de los circuitos neurales que fue decreciendo a lo largo del tiempo.

"Nuestros hallazgos sugieren que las conductas de comprobación de redes sociales en la adolescencia temprana pueden afinar la sensibilidad del cerebro a recopensas y castigos sociales", afirman los autores del estudio, que ha sido publicado en la revista JAMA Pediatrics.

Cambios en el cerebro adolescente

Sin embargo, remarcan que el hecho de que haya diferencias previas entre los participantes del estudio hace difícil determinar si se debían al uso de redes sociales antes de comenzarlo o si eran esas diferencias preexistentes las que predisponían a algunos jóvenes a estas conductas.

Tampoco afirman si estas diferencias observadas entre quienes más usan redes sociales son positivas y negativas. Así lo ha expresado la autora principal del trabajo, Eva H. Telzer, a The New York Times. "Entender cómo este nuevo mundo digital está influyendo en los adolescentes es importante. Puede estar asociado a cambios en el cerebro, pero esto puede ser para bien o para mal". Apunta, además, que se desconocen las implicaciones a largo plazo de estas diferencias.

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Conscientes del impacto de las nuevas tecnologías en una generación que ya nació con teléfonos móviles y redes sociales, Telzer y su equipo de investigadores animan a realizar más investigaciones para conocer si afectan y cómo al desarrollo neurológico.

En Estados Unidos, un 78% de los adolescentes entre los 13 y los 17 años comprueban sus teléfonos al menos una vez cada hora, mientras que un 46% reconoce hacerlo de forma casi constante. En España, un informe de 2019 realizado por Google, la FAD y BBVA mostraba que el 89,9% de los adolescentes entre 14 y 16 años tenía teléfono móvil, y un 92% perfil propio en redes sociales.

La identificación del adolescente con el uso frecuente del smartphone es casi total. En una escala del 1 al 10 (de menos a más de acuerdo), los encuestados daban una puntuación media de 7,27 a la afirmación de que estaban mirando el móvil constantemente.

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El confinamiento disparó el uso de estas aplicaciones un 170%. Entre los cuatro y los 15 años, el consumo aumentó de 37 minutos diarios a 83, según un estudio realizado por la app de control parental Qustodio. Las redes sociales más utilizadas por los jóvenes fueron Instagram, TikTok y Snapchat, siendo TikTok la que más crecimiento mostró en el último año.

La adolescencia es un momento crucial en el desarrollo del cerebro. El mundo de la persona se abre y sus neuronas son más sensibles a los cambios. De hecho, las regiones relacionadas con la motivación o la saliencia (la capacidad de reconocer un estímulo de entre los demás y dedicar una atención exclusiva al mismo) se muestran hiperactivas, más que en niños y adultos.

Estos cambios cerebrales generalizados orientan"a los adolescentes a estímulos de recompensa dentro de su ambiente, especialmente por parte de sus iguales", afirman los investigadores de la Universidad de Carolina.