París

El 55% de los seres humanos viven en ciudades. La Organización de Naciones Unidas (ONU) aportó ese dato el año pasado y advirtió de que esta tendencia no haría más que crecer en los próximos años. La vida en la ciudad aporta posibilidades de trabajo y, por tanto, una oportunidad de elevar la calidad de vida de las personas. Sin embargo, no siempre es así. El elevado precio de las viviendas y el estrés impuesto por los horarios laborales son rasgos comunes en las ciudades más grandes del planeta. Sin embargo, uno de los aspectos de las ciudades que incide en mayor medida en la salud de sus habitantes es la contaminación.

Las medidas para reducir e, incluso, detener en el futuro las emisiones en estos espacios no han hecho más que comenzar. La Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió un comunicado en 2018 en el que señaló que 9 de cada 10 habitantes del planeta respiraban aire contaminado. Esta característica tenía una fatal consecuencia directa: cada año se producen 7 millones de muertes relacionadas con la exposición a la contaminación. Las regiones del mundo más afectadas son también las que tienen menores ingresos.

Algunas de las sustancias más peligrosas que ocupan el aire de las ciudades son el benceno, el monóxido de carbono y el dióxido de azufre. Los pulmones son los órganos que más en contacto se encuentran con estos ambientes perniciosos. Sin embargo, no sólo el sistema respiratorio se ve afectado por la contaminación atmosférica. Durante el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC, por sus siglas en inglés), que se ha celebrado este año en París, varios expertos han presentado estudios sobre el impacto de la contaminación atmosférica en el sistema cardiovascular. 

La Sociedad Española de Cardiología (SEC) ya advirtió sobre algunos de estos problemas. Respirar aire contaminado se asoció con un aumento de enfermedades cardiovasculares como la cardiopatía isquémica, la enfermedad cerebrovascular e, incluso, la mortalidad cardiovascular. El organismo, además, advierte de que es igual de peligroso estar expuesto por breves periodos a altos niveles de contaminación que de manera continua en lugares con niveles moderadamente altos. Por esta razón, una de las principales preocupaciones de las ciudades de todo el mundo es reducir estas emisiones insalubres.

La contaminación en dos tipos de ciudades

La Unión Europea, en este sentido, es una de las regiones del mundo que se encuentra más comprometida con la transición a las energías limpias y respetuosas con el medioambiente y la salud de los ciudadanos. No es de extrañar, por tanto, que algunas de las presentaciones más importantes en esta materia que se han presentado en el congreso de la ESC provengan de estados miembros. Una de ellas fue un estudio realizado en el Hospital Universitario de Cracovia, en Polonia. 

Los autores del estudio investigaron a pacientes que llevaban implantado un stent, un tubo con malla de metal que se inserta tras ciertos eventos cardiovasculares como los infartos o las anginas. La población del estudio, que alcanzó los 16.000 individuos, se encontraba repartida en 5 ciudades contaminadas y 6 no contaminadas. Del primer escenario procedían más de 10.000 pacientes y del segundo, más de 5.000. Los investigadores se propusieron observar en qué lugares se producían más angioplastias, una cirugía que abre las arterias bloqueadas, y, también, en qué épocas del año se producían en mayor medida.

Los datos que utilizaron eran oficiales. Es decir, procedían de la Jefatura de Inspección de Protección Medioambiental de Polonia, en el caso de los datos de contaminación, y del Registro Nacional de Intervenciones Coronarias Percutáneas, en el caso de las cirugías observadas. De esta manera, se compararon día a día los datos de uno y otro registro durante un año. Es decir, se anotaba el grado de contaminación de un día en una ciudad y, a continuación, el número de angioplastias realizadas.

Población sensible

Los resultados permitieron observar a los investigadores que, tanto en las ciudades más contaminadas como en las que lo estaban en menor medida, las angioplastias crecían en los días con registros mayores de contaminación. Además, también apreciaron que los pacientes de las ciudades con un grado de contaminación bajo eran más ligeramente más sensibles a los incrementos de emisiones perniciosas. Finalmente, concluyeron que las angioplastias eran más comunes en invierno, una estación en la que los niveles de contaminación eran mayores al resto.

Durante el congreso de la ESC, además, se observan las conclusiones de varios estudios y con ellas se elaboran recomendaciones para todo tipo de pacientes. Pues bien, la relación entre contaminación atmosférica y enfermedad cardiovascular ha adquirido tal grado de evidencia que los expertos han propuesto las primeras recomendaciones en este sentido. Juhani Knuuti, director del Centro de Tomografía de Emisión de Positrones (PET) de Turku, en Finlandia, ha explicado que “la contaminación y el ruido aumentan el riesgo de infarto y de ictus, así que los estado deberían legislar para reducirlos al mínimo. Los pacientes de enfermedades crónicas coronarias deben evitar las zonas de alta congestión de tráfico y llevar mascarillas. Además, sería conveniente emplear purificadores de aire en el interior de sus hogares”.

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