Lo que parecía que iba a ser una intervención sencilla, que se llevaría a cabo con el rey Juan Carlos I ligeramente sedado pero despierto y bajo la dirección del cardiólogo José Ángel Cabrera, se ha convertido en algo más serio, según adelantó este periódico el viernes por la noche y se ha confirmado este sábado tras la operación del monarca. 

Al rey emérito se le ha practicado una cirugía a corazón abierto denominada revascularización coronaria mediante triple bypass, que comparte objetivo con lo que se pensaba inicialmente: la colocación de un stent -una especie de andamiaje metálico-mediante un cateterismo. Ambas intervenciones pretenden evitar que la aterosclerosis que sufre el monarca -una acumulación de sustancias en la pared de las arterias- derive en una interrupción del flujo sanguíneo cuya consecuencia más grave sería un infarto de miocardio

Por esta razón, ha sido Alberto Forteza, jefe del Servicio de Cirugía Cardiaca del Hospital Universitario Quirónpozuelo de Madrid y del público Puerta de Hierro, el encargado de liderar el procedimiento. 

Según la Fundación Española del Corazón, en las personas con enfermedad coronaria se forman depósitos de colesterol y grasas, denominados placas (lesiones), en las arterias coronarias. Este proceso se denomina aterosclerosis (endurecimiento de las arterias) y es progresivo. Si se sigue depositando material en la placa, las arterias coronarias pueden obstruirse de forma parcial o completa y, por consiguiente, el corazón puede no recibir suficiente oxígeno transportado por la sangre. Si esto sucede, puede llevar a una angina de pecho o, incluso, a un infarto de miocardio.

Mediante la cirugía de revascularización coronaria se aporta sangre a las zonas que están detrás de las lesiones coronarias y que, por tanto, son las que menos riego reciben.Está indicada en pacientes con enfermedad coronaria extensa (afectación de varios vasos). 

Esta cirugía se lleva a cabo con el paciente con anestesia general, por lo que no siente nada durante la intervención. El cardiocirujano hace un corte de 20,5 a 25,5 cm en la mitad del tórax. Se separará el esternón para crear una abertura. Esto le permite al cirujano ver el corazón y la aorta, el principal vaso sanguíneo que va del corazón al resto del cuerpo.

Se cose a la arteria coronaria (detrás de las lesiones) una nueva arteria o vena (que se conocen como injertos de derivación) que vienen desde la arteria subclavia o desde la aorta. Si hay más de una arteria obstruida, se utilizarán más vasos sanguíneos para revascularizarlas (esto se denomina cirugía de revascularización mediante doble, triple o cuádruple bypass aortocoronario).

Lo que hace el especialista es tomar una vena o arteria de otra parte del cuerpo del paciente y utilizarla para hacer un desvío (o injerto) alrededor de la zona bloqueada en la arteria. El médico puede usar una vena llamada safena que está en la pierna. Para llegar a la misma, se hace también una incisión quirúrgica en la parte interna de la pierna, entre el tobillo y la ingle. 

Un extremo del injerto se sutura a la arteria coronaria, mientras que el otro se cosará a una apertura hecha en la aorta. También existe la posibilidad de emplear como injerto un vaso sanguíneo del tórax llamado arteria mamaria interna (AMI). Un extremo de esta arteria ya está conectado a una rama de la aorta. El otro extremo se fija a la arteria coronaria.

La revascularización coronaria se puede llevar a cabo con bomba, lo que implica la utilización de una bomba de circulación extracorpórea: la bomba realiza el bombeo de sangre en lugar del corazón y esto se denomina cirugía convencional 'con bomba'. En la otra versión de la cirugía, el procedimiento se lleva a cabo mientras el corazón late. Durante la operación, con el fin de prevenir la formación de coágulos de sangre, se administran fármacos que diluyen la sangre, denominados anticoagulantes.

Después de haberse creado el injerto, se cierra el esternón con alambres o cables. Estos alambres permanecerán dentro de su cuerpo. La incisión quirúrgica se cierra con puntos de sutura. Esta cirugía puede tardar de 3 a 6 horas.

Después de la cirugía, los pacientes se recuperan en la unidad de cuidados intensivos y los días posteriores son trasladados a la planta. Muchos regresan a su casa aproximadamente 5-7 días después de la cirugía. El paciente tardará de 4 a 6 semanas en sentirse más fuerte y reanudar sus actividades normales.

Las complicaciones mayores -que afortunadamente no parecen haber afectado al monarca- incluyen sangrado que requiera reintervención quirúrgica, infarto de miocardio, fallo cardiaco, arritmias, accidentes cerebrovasculares, alteraciones de la función cognitiva, problemas pulmonares, infección, fallo renal y muerte.

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