A partir de ahora, la frase: "El trabajo me pone malo/a" dejará de ser una metáfora. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha incluido el síndrome del trabajador quemado (burn-out en inglés) en la nueva versión, la 11, de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), el catálogo de dolencias universal más utilizado en el mundo. 

La comunidad científica lleva años debatiendo sobre si este síndrome debe o no ser reconocido como enfermedad y, hasta ahora, no lo había sido, ni en el CIE ni en el otro sistema de diagnóstico de patologías mentales, el Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades mentales, que va por su versión número 5. 

Este lunes, la Asamblea Mundial de la Organización Mundial de la Salud concluía con la actualización de su CIE y, por primera vez, metía el polémico síndrome en su listado. Un portavoz de la OMS definía el síndrome del trabajador quemado como "el resultado de un estrés crónico en el lugar de trabajo que no se maneja correctamente". 

Esta nueva enfermedad no es un simple sinónimo del estrés, según la definición; es el resultado de un estrés muy a largo plazo, muy grave y que no ha sido solucionado ni por el propio trabajador ni por su empresa. 

"El burn-out se refiere específicamente a un fenómeno que se da en el contexto ocupacional y no debe aplicarse para describir experiencias en otras áreas de la vida", subraya la OMS.

La inclusión del trastorno en el CIE es un buen argumento para tomarse en serio los síntomas del mismo, tanto si un trabajador lo experimental como si los ve en otro empleado. Según la clasificación de la OMS, este síndrome tiene tres componentes: el sentimiento de profundo cansancio o disminución de la energía, un incremento del distanciamiento mental del trabajo o sentimiento de negatividad o cinismo relativos a la actividad laboral y una reducción de la eficacia profesional

Este trío de síntomas deja claro por qué las empresas deberían de tomarse en serio el síndrome del trabajador quemado. Aunque el cansancio personal puede ser el primer síntoma -y quizás el más reconocido- de la enfermedad, los otros dos sugieren que los empleados que la sufren no pueden trabajar de forma eficaz

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