Un hombre ha fallecido en un hospital de la ciudad de Rotterdam (Países Bajos) como consecuencia de un paro cardíaco. El hecho, que no tendría nada de extraordinario, se convierte en tal al saberse el motivo:su dolencia fue provocada por la inhalación de sustancias química contenidas en un desodorante.

Según los registros médicos y el posterior estudio del caso, publicado en BMJ Case Reports, el paciente impregnó una toalla con esta sustancia y la situó sobre su rostro. Posteriormente reaccionó con lo que los médicos describen como un episodio de hiperactividad -con saltos continuos- para finalmente colapsar poco después. El paciente estuvo ingresado más de una semana en la unidad de cuidados intensivos de un hospital cercano. Durante todo el proceso estuvo en coma, y finalmente falleció.

Estos casos no son desconocidos por la comunidad médica. En la década de los 60 se puso de moda inhalar pegamento en Estados Unidos; una lacra social que acabó con más de 110 paradas cardíacas registradas. Además, otro estudio estima que el mal uso de químicos para drogarse -una de los métodos menos estudiados- causa alrededor de 125 muertes al año en este país. Su gravedad incide en la demografía de sus potenciales consumidores, en su gran mayoría adolescentes. Casi la mitad de las muertes la protagonizan chicos que consumen por primera vez este tipo de sustancias.

El joven, de 19 años de edad, vivía temporalmente en un centro de rehabilitación para drogadictos de la ciudad neerlandesa. La sustancia química que desencadenó el ataque es el butano, un gas combustible y un hidrocarburo habitual en objetos dispensadores. Al igual que el propano, pueden encontrarse con facilidad en productos comerciales.

En concreto, el formato del desodorante empleado era un aerosol o espray. Los expertos advierten de que estos productos pueden contener químicos cuya salubridad no está garantizada. Los desodorantes continenen sustancias lipófilas: esto significa pueden disolverse con facilidad, pero también llegar al torrente sanguíneo de manera relativament sencilla. Al igual que con otras drogas depresoras del sistema nervioso, las consecuencias en caso de abuso pueden llegar a ser letales.

Este no es el primer caso conocido. En 2016, un niño de 14 años de Geelong (Australia) falleció en circunstancias similares. El periódico hispano El Nuevo Herald, en Miami, advertía de un reto peligroso entre adolescentes: rociarse el cuerpo durante el máximo tiempo posible con esta sustancia. Además, el tratamiento publicitario que se le da a este producto concreto puede afectar a la imagen que perciben los adolescentes del mismo, como advierten en este informe INJUVE y la Fundación de Ayuda contra la Drogradicción.

El paciente sufría episodios psicóticos de forma habitual antes de ser internado, además de ser drogodependiente. En el centro se le suministró una sustancia denominada aripiprazol. Se trata de un medicamenteo común para el tratamiento de la esquizofrenia y otras enfermedades mentales. Los médicos no explican si creen que la ingesta previa de este químico pudo influir en los acontecimientos.

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