Pizza, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía... Fácil de preparar, de envasar y comer; asequible al bolsillo, apetecible para todas la edades y tan versátil como para acomodarse a los paladares más diversos del planeta. Estas son las cualidades que han llevado a la pizza a saltar de Italia para conquistar el mundo. No es la opción nutricional más completa ni saludable como alimento de base, pero tampoco la peor para satisfacer de tanto en cuanto un antojo.

No se trata en este caso sin embargo de poner en la balanza los pros y contras de alimentarse de pizza, algo sobre lo que velan organismos como la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) de EEUU. Hay otra agencia que vela por el bienestar de los consumidores de esta sabrosa especialidad, la Comisión para la Seguridad de los Productos de Consumo (CPSC). Y su cometido es el de abordar otros riesgos que no tienen que ver estrictamente con intoxicaciones o malos hábitos en la dieta.

Este protector vigilante es un gran desconocido hasta para los propios estadounidenses. Por eso, la CPSC pone toda la carne en el asador a la hora de comunicar. Su cuenta oficial de Twitter es llamativa hasta rozar el surrealismo, en especial por los memes en base a las estadísticas de hospitalizaciones relacionadas con productos de consumo. Una de sus últimas publicaciones nos ofrecía los "relatos de traición de la pizza", y revelaba un impactante dato: una media de 2.300 personas acudieron a Urgencias en 2017 por accidentes sufridos al tratar de degustar una porción.

La función de la CPSC, explica Joe Galbo, su especialista en redes sociales, es la de concienciar aunque sea a través del humor de la cantidad de actividades anodinas que pueden provocar accidentes. Para el caso de la pizza, acudieron a las bases de datos de hospitalizaciones en el país para recopilar los informes que involucraban a esta comida en casos atendidos en Urgencias. Después, aplicaron un algoritmo desarrollado por su departamento de Epidemiología para compensar los casos no descritos, con lo que terminaron dando con la cifra de 2.300 para 2017.

La principal lesión por pizza ocurre a la hora de cortarla, revelan los datos: heridas que requieren sutura y hemorragias, particularmente en las manos, por usar instrumental inadecuado o hacerlo de forma imprudente -el cortapizzas se inventó por un motivo. Luego están las lesiones por caídas: Galbo cita una caída en una pizzería por una moqueta mal fijada al suelo, o el caso de un varón de 58 años que requirió asistencia médica tras caerse de la cama tratando de alcanzar una porción.

En tercer lugar, como es fácil de imaginar para cualquier tragón ansioso que ha descubierto demasiado tarde que el queso y el tomate aún ardían, son frecuentes las quemaduras al tratar de manipular o ingerir la pizza cuando está recién salida del horno. Con todo, Galbo aclara que los casos que requieren atención son una minoría cuando se tiene en cuenta el masivo consumo de este producto únicamente en EEUU: 3.000.000.000 son devoradas cada año.

Lo cierto es que, como destaca otra hilarante publicación de la CPSC, hay más probabilidades de salir herido del encuentro con un libro (11.880 visitas a Urgencias anuales, incluyendo cortes con el papel) que con una pizza. La barbacoa tan querida por las familias estadounidenses provoca 24.082 intervenciones y las decoraciones para las Fiestas, 23.279. "Lo único que queremos pedir a la gente es que dedique un segundo extra a pensar en su seguridad, y en pensar en los pequeños cambios que pueden mantener a su familia a salvo"- concluye Galbo.