"Mi problema de tiroides tiene nombre japonés", escribe la periodista Carlota Corredera en su recién publicado libro Tú también puedes (Grijalbo, 2017) al contar uno de los múltiples problemas de salud que ha sufrido en sus 42 años de vida. La presentadora habla de la tiroiditis de Hashimoto, que toma su nombre del médico nipón que la describió por primera vez, Hakaru Hashimoto (1881-1934), y que le fue diagnosticada a los 26 años.

Según explica a EL ESPAÑOL Nuria García, endocrina del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, se trata de una enfermedad autoinmune en la que los propios anticuerpos no reconocen como propias a dos proteínas fundamentales de la glándula tiroides: la tiroglobulina y la peroxidasa. "Es una infiltración de la tiroides por los linfocitos [células del sistema inmune, parte de las defensas del organismo]", señala la experta. 

La enfermedad en sí no es especialmente grave ni requiere ningún tipo de tratamiento, excepto en aproximadamente un 30% de los casos. En ellos, el síndrome provoca hipotiroidismo, es decir, la glándula tiroides deja de producir la cantidad de hormona tiroidea necesaria. A este grupo pertenece Corredera, que hubo de suplir esa carencia con la administración de una de las hormonas de la glándula, la levotiroxina

Según García, ésta se ha de consumir por vía oral y en ayunas. "Es cuando mejor se absorbe". La dosis varía según los niveles orgánicos y hay que ajustarla, algo que también relata Corredera en su libro. 

Pero, ¿cómo se detecta la tiroiditis de Hashimoto? Explica la médica que hay dos vías. La más habitual es la que vivió la periodista, que la enfermedad se localice a través del hipotiroidismo que causa en un tercio de los casos. "Los síntomas de éste son un ritmo intestinal más bajo, una intolerancia al frío, ganar un poquito de peso y sentirse a menudo cansado o somnoliento", resume la experta.  En el caso de la periodista, fue una inflamación en la glándula tiroidea lo que llamó la atención de su nuevo endocrino, al que había acudido para intentar adelgazar

A las personas que no sufren hipotiroidismo asociado es difícil que se les detecte el Hashimoto. Al no dar síntomas y no requerir de tratamiento suele pasar desapercibido, excepto en un caso, el más importante. "Se ha visto que si hay anticuerpos a la antiperoxidasa aumenta el riesgo de aborto espontáneo en el primer trimestre y el de parto prematuro en el tercero", comenta la endocrina. Ese riesgo se equipara al de una mujer sana con la administración de 50 gramos diarios del mismo fármaco que toma Corredera. 

Por esta asociación con los problemas de infertilidad, la determinación de las hormonas tiroideas es una de las pruebas que se realizan a mujeres a las que les cuesta quedarse embarazadas, así como a todas las gestantes en el primer trimestre de embarazo. 

Por último, la endocrina señala que, aunque es más frecuente en mujeres, el trastorno también puede afectar a varones. 

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