Roma

La semana pasada un juez de la ciudad italiana de Ivrea levantó una buena polvareda al determinar que un trabajador al que se le diagnosticó un tumor debería cobrar una pensión vitalicia, al aceptar como causa un "uso excesivo del móvil". Roberto Romeo, empleado de Telecom Italia, declaró que la compañía le obligaba a estar al teléfono "entre tres y cuatro horas al día durante 15 años". Sufrió un neurinoma del acústico, un tumor benigno, pero que lo invalidaba para trabajar, ya que perdió buena parte de la audición de un oído.

Los abogados del demandante, Renato Ambrosio y Stefano Bertone, celebraron que "por primera vez un tribunal reconoce como causa oncológica las ondas electromagnéticas producidas por un teléfono móvil". Aunque en 2012 la Corte de Casación italiana revertió una sentencia de otro juez de Brescia que había desestimado una sentencia idéntica a la de Roberto Romeo. Efecto contagio o no, esta semana otro magistrado de Florencia reconoció en otro paciente un vínculo similar entre un tumor y el uso del móvil.

De momento son sólo decisiones judiciales, los expertos médicos reclaman cautela. Son decenas los estudios que se han realizado hasta ahora sobre este asunto y ninguno ha mostrado pruebas claras que establezcan esta relación causa-efecto. Probablemente la investigación más completa la realizó el 2011 la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que concluyó que no se podía dar la relación por probada, pero sí que "había indicios de que podría haber un riesgo de un incremento del riesgo de gliomas [tumor cerebral] con llamadas muy prolongadas", por lo que había que seguir estudiando el asunto. El organismo otorgaba al uso del móvil la clasificación 2b, "posiblemente carcinogénico", como el cloroformo a las bebidas muy calientes, por poner sólo dos ejemplos.

La directora del área de investigación sobre el cáncer del Instituto Ramazzini de Bolonia, Fiorella Belpoggi, señala que dentro de unos meses darán a conocer los resultados del estudio que ha realizado su institución sobre las ondas electromagnéticas. Y aunque invita a "tomar los datos con cautela", afirma que "la preocupación existe" por la influencia de estas ondas en el cuerpo humano.

Belpoggi asegura en conversación telefónica que su trabajo ha apreciado un efecto en animales y "de un modo mucho más limitado en las personas". "Existen factores ambientales que pueden confundir, pero el uso muy prolongado del móvil sí que puede llegar a ser un factor que aumente la incidencia cancerígena", sostiene. Las zonas más afectadas serían el cerebro y el corazón.

La experta se apoya en otros estudios, que hasta el momento siempre han ofrecido datos parciales. En 2015 la Universidad sueca de Orebro detectó un ligero aumento de tumores en el lóbulo cerebral en el que se apoya el teléfono. Los Institutos Nacionales de la Salud de EEUU (NIH) observaron recientemente un aumento de estos casos en ratones. Aunque, según Belpoggi, la referencia sigue siendo la del IARC, una investigación realizada entre 13 países, que deja la puerta abierta a esta relación.

Para Luigi Maria Larocca, profesor de anatomía patológica en la Universidad Católica-Policlínico Gemelli de Roma, sin embargo, las alarmas son infundadas. El médico, que ha realizado también otros estudios sobre tumores cerebrales declara que "los experimentos que han utilizado como base los campos electromagnéticos y el aumento de temperatura nunca han demostrado que las células se puedan convertir en cancerígenas".

En el caso del neurinoma acústico, que el juez de Ivrea relacionó con un uso desproporcionado del móvil, "se trata de un tumor –según el doctor Larocca- muy poco frecuente y cuyas causas suelen ser genéticas". "Este episodio en cuestión no tiene consistencia científica y seguramente será recurrido", prevé. Larocca sostiene además que sólo el 30% de los tumores presentan un relación directa con factores externos, por lo que llama a la calma.

Recomienda, sin embargo, que "si se va a utilizar el móvil en exceso siempre es mejor utilizar auriculares y no mantenerlo en contacto con el oído". Algo en lo que coincide Belpoggi, que además recuerda que "los hombres, sobre todo los jóvenes, no deberían llevarlo en los bolsillos, cerca de los testículos, porque puede deteriorar la calidad del esperma".

La doctora matiza su postura, algo más alarmista, al asegurar que para que haya un efecto de las ondas electromagnéticas en la salud es necesario estar expuesto durante un número muy prolongado de horas, aunque no se atreve a ofrecer una cifra. La investigadora del Instituto Ramazzini de Bolonia se felicita por las últimas sentencias, ya que considera que "cuando aparecieron las primeras denuncias por el amianto [que ella también estudió], los jueces fueron los primeros en advertir de estos casos". "Al menos la polémica sirve para que los científicos investiguen y la gente lo tenga en cuenta, y eso ya es positivo", considera.

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