Cuando muchas provincias de España aún se recuperan de la ola de frío de la semana pasada, es difícil pensar que el frío pueda tener algún efecto positivo para la salud, y menos cuando lo vinculamos con virus y enfermedades como la gripe, pero investigadores y profesionales médicos saben que unos grados menos en el cuerpo en situaciones excepcionales son la diferencia entre la vida y la muerte.

Técnicamente, hablamos de la hipotermia terapéutica, una práctica que comienza a extenderse por los centros hospitalarios para paliar problemas diversos: paros cardiacos, traumatismos cerebrales y los daños irreversibles que puede sufrir un recién nacido por falta de oxigenación, entre otros. Aunque cada vez hay más estudios al respecto, algunos no dejan de ser controvertidos y existen dudas sobre su efectividad, su alcance y su forma de aplicación.

Ervigio Corral Torres, jefe del Departamento de Formación e Investigación del SAMUR, fue pionero en España en la aplicación de esta técnica en casos de parada cardiaca fuera del hospital. "Nosotros hablamos de hipotermia moderada, que consiste en hacer bajar la temperatura del cuerpo a 32 grados centígrados como mucho", explica en declaraciones a EL ESPAÑOL. La temperatura normal es de 36,5ºC y ese descenso es clave para proteger el cerebro de los daños que puede originar la interrupción de la circulación sanguínea y, por lo tanto, la falta de oxígeno.

"Lo que ocurre es que baja el metabolismo del cerebro", consumiendo menos oxígeno, y de esta manera "se logran mejores resultados en la recuperación", comenta. Los datos apuntan a que "minimizamos los riesgos" y a que "entre un 10 y un 15% de los pacientes no sufren ninguna lesión neurológica".

Una investigación liderada por Corral y en la que participaron varios hospitales españoles mostró que existe una probabilidad 2,6 veces mayor de que el paciente que ha sufrido una parada cardiorrespiratoria tenga una buena recuperación neurológica si el inicio de la hipotermia moderada se realiza antes de llegar al hospital.

Su equipo ya tiene más de una década de experiencia, un periodo en el que no han dejado de perfeccionar el procedimiento. "Al principio usábamos sueros fríos, pero hoy en día ya se han desestimado, porque se sobrecarga al paciente de líquidos, así que usamos placas de hielo que se colocan en el pecho y los costados y, una vez llegados al hospital ya se sustituye por un catéter intravenoso", explica.

Evitar la discapacidad en el nacimiento

La hipotermia moderada también se puede encontrar en un ámbito hospitalario bien diferente: neonatología. Se aplica para tratar la encefalopatía hipóxica-isquémica, que en realidad se parece mucho a los problemas que ocasiona el paro cardiaco: falta de oxígeno en el cerebro o disminución del flujo sanguíneo que pueden estar causadas por complicaciones en el parto, como un desprendimiento de placenta, y ocasionar una discapacidad.

"Tras la reanimación en la sala de partos se restablece la oxigenación, pero tiene lugar un fracaso energético secundario ligado a un complejo proceso de cascadas bioquímicas e inflamatorias", comenta Segundo Rite Gracia, experto del Hospital Universitario Miguel Servet y profesor de la Universidad de Zaragoza. Antes de que suceda se abre una "ventana terapéutica" que dura seis horas. Aprovecharla para provocar la hipotermia es lo que permite frenar esa reacción, de forma que "se reduce el metabolismo energético cerebral y puede disminuir la muerte celular".

La hipotermia se lleva a cabo en todo el cuerpo del niño. "Disminuimos la temperatura del recién nacido a 33,5ºC y se mantiene durante 72 horas. Posteriormente, se inicia probablemente la fase más crítica, que es el recalentamiento, para que no haya complicaciones tiene que ser muy lento", destaca. Gracias a este sistema, podrían resolverse entre 500 y 1.500 casos cada año en España.

Rite Gracia asegura que en neonatología la hipotermia es segura y eficiente, pero no ocurre lo mismo en otros casos. De hecho, hay investigaciones recientes que se muestran críticas incluso cuando se aplica al paro cardiaco. "Seguro que en los próximos años se podrán demostrar nuevas aplicaciones, pero el mayor problema reside en llevar a cabo estudios adecuadamente diseñados, algo que es mucho más sencillo en el recién nacido", afirma.

Hipotermia radical

Frente a esta "hipotermia moderada" de la que hablan los especialistas españoles, ha habido planteamientos mucho más radicales, tanto en los grados que descendería la temperatura corporal como en la finalidad que esto tendría. El estadounidense Samuel Thiserman, de la Universidad de Maryland, apuesta por provocar una hipotermia grave, que llegue casi a congelar el cuerpo para tratar de salvar a pacientes con traumatismos severos en los que haya una rápida pérdida de sangre, como accidentes de tráfico y heridas de bala, pero los resultados no parecen muy convincentes, ya que él mismo ha explicado que es complejo evaluar los efectos de la hipotermia en casos que pueden presentar demasiadas complicaciones. Para Ervigio Corral es difícil de creer que una bajada de la temperatura corporal por debajo de los 32ºC no tenga consecuencias fatales.

Pero Thiserman ha ido más allá, llegando a realizar experimentos con cerdos en los que él y su colega Peter Rhee, de la Universidad de Arizona en Tucson, les extrajeron la sangre, sustituyéndola por una solución salina helada hasta dejar los cuerpos a una temperatura de 10ºC durante horas, tiempo que sería suficiente para tratar ciertas heridas y proceder a la reanimación posterior tras volver a bombear la sangre. Este trabajo llamó tanto la atención que en su momento los titulares hablaron incluso de devolver los muertos a la vida.

La hibernación ¿ciencia o ficción?

Y es que todo sigue sonando a ciencia ficción. Por cierto, ¿han visto la película Passengers? Su argumento es que una nave espacial viaja a un lejano planeta al que, lógicamente, se tarda demasiado tiempo en llegar para la brevedad de la vida humana. ¿Cómo resuelven el problema? Transportan a las personas en cápsulas de hibernación, una idea inspirada en la hipotermia terapéutica.

¿Posible para la ciencia o mera imaginación? En un debate sobre la película, un ingeniero de Spacework –empresa que, entre otras cosas, trabaja para la NASA estudiando la viabilidad de realizar grandes viajes espaciales- explicó recientemente estar investigando cómo inmovilizar a los astronautas de manera prolongada y aseguró que su trabajo se basa en los conocimientos sobre hipotermia terapéutica.

Eso sí, el salto para pasar de la técnica médica a los viajes espaciales también se puede calificar de planetario: actualmente los pacientes tan solo permanecen unos pocos días en hibernación, mientras que un viaje de esas características supondría meses y muchas dudas acerca de la recuperación de la consciencia y la vitalidad.

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