Pulmón de gaita. Así han bautizado un equipo de neumólogos del University Hospital of South Manchester (Reino Unido) a una nueva variante de neumonitis por hipersensibilidad (HP, de sus siglas en inglés), una patología pulmonar inflamatoria que está mediada por la respuesta inmunológica a un antígeno inhalado y que puede progresar hasta dañar el pulmón de forma irreversible. 

Hasta ahora la enfermedad se asociaba a exposiciones laborales o ambientales, pero un caso recogido en la revista Thorax demuestra que los hobbys también pueden desencadenarla. 

El protagonista de esta historia acudió al hospital en abril de 2014. A sus 61 años, llevaba siete con una persistente tos seca, acompañada de una progresiva pérdida de la capacidad pulmonar. Aunque los médicos le habían prescrito inmunosupresores, su tolerancia al ejercicio se había multiplicado: pasó de poder andar diez kilómetros a no más de 20 metros. 

Ya se le había diagnósticado HP, pero nada se sabía sobre la causa. En muchos casos, el antígeno que desencadena la enfermedad no puede identificarse, pero los médicos tienden a intentarlo, con la intención de recomendar al paciente que lo evite. Pero nada parecía explicar que este paciente en concreto sufriera la patología. No se relacionaba con palomas ni otro tipo de pájaros. En su casa no había moho ni humedades y, lo más importante, jamás había fumado un cigarrillo. 

Una extraña mejoría

Desde que habían empezado sus problemas respiratorios, el paciente nunca había dejado de empeorar, excepto en una ocasión. La investigación de ese periodo fue lo que puso a sus nuevos médicos en la pista del causante, pero ya era tarde. 

El periodo en el que el hombre había recuperado toda su capacidad pulmonar y había vuelto a caminar diez kilómetros por la playa como si los últimos tiempos hubieran sido una pesadilla fueron los tres meses que pasó en Australia en 2011. Pero ¿qué hizo de diferente en ese trimestre, más allá de vivir (mucho) más lejos?

Tras mucho interrogatorio se vio que había un hábito que el paciente no había dejado a lo largo de toda su enfermedad: ni él lo había considerado necesario, ni la falta de capacidad respiratoria se lo había impedido. El hombre era aficionado a tocar la gaita, lo que hacía a diario. ¿Siempre? No, hubo una excepción: debido a lo pesado del instrumento, optó por no llevárselo a las antípodas. 

Pero cuando los médicos llegaron a esta conclusión, nada se podía hacer por el enfermo, que fue empeorando progresivamente hasta morir el 10 de octubre de 2014 por una neumonía. 

En ese tiempo, eso sí, los profesionales sanitarios pudieron confirmar lo que sospecharon: tras analizar los distintos sopletes (la parte por la que se expira el aire), se detectó que estaban plagados de hongos. 

Primer caso 

Como explican los autores en la revista, se trata del primer caso en el que se identifica exposicion fúngica en un gaitero como un potencial desencadenante de HP. No era la primera vez que se señalaba a estos agentes en esta misma enfermedad en otros músicos. En concreto, un caso se describió en el saxofón y otro en una persona que tocaba el trombón. En ambos, la identificación llegó a tiempo y los pacientes mejoraron y superaron la enfermedad. 

Se trata de casos aislados, pero que sí podrían impactar en la práctica clínica. Según los autores, lo que sugiere este estudio es que los instrumentos de viento "de cualquier tipo" podrían contarminarse con moho y hongos y ser desencandenantes de HP. 

Así, cuando un paciente llega con síntomas de esta patología, no sólo hay que preguntarle sobre sustancias a las que pueda estar expuesto de forma ambiental u ocupacional, sino también por sus aficiones musicales. Además, supone un aviso para navegantes para los aspirantes a Sonny Rollins: la higiene en los instrumentos es vital. 

Noticias relacionadas