Ainhoa Iriberri Javier Muñoz

El historiador griego Herodoto cuenta en sus Historias, escritas alrededor del año 440 a. C. el que podría ser el primer caso documentado de curación del cáncer. Atosa, reina de Persia, se notó un bulto que sangraba en el pecho y, tras enclaustrase en una cuarentena autoimpuesta, accedió finalmente a que su esclavo griego Democedes le extirpara el pecho y, con él, el tumor maligno que seguramente tendría.

Lo escribe el oncólogo Siddhartha Mukherjee en su imprescindible El emperador de todos los males: una biografía del cáncer (Taurus, 2011), donde narra también que, tras esta supuesta curación, Atosa aumentó sus ambiciones territoriales y propició la expansión del imperio persa. "Aun como enfermedad clandestina, el cáncer dejaba su huella digital en el mundo antiguo", concluye el autor la anécdota.

Milenios después de esta primera batalla, la patología más temida y segunda causa de mortalidad en todo el mundo sigue sin haber sido derrotada. No nos engañemos. Pese a los mensajes optimistas y a los avances impresionantes registrados en los últimos años, el cáncer afecta cada vez a más personas y, por desgracia, sigue matando.

En el Día Mundial del Cáncer, que se conmemora este jueves, buscamos los puntos débiles de la estrategia contra la enfermedad: las cinco áreas en las que habría que mejorar para aumentar la supervivencia y que los pacientes españoles estén mejor tratados.

1. Falta de datos

La Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) hizo público este martes su informe anual Las cifras del cáncer en España 2016 (PDF) pero, a pesar del título, los números allí incluidos no correspondían a 2015, ni 2014 ni 2013. Los datos que cita la sociedad médica son de 2012, pero no se ajustan a la realidad.

No es que la entidad mienta, ni mucho menos. Sencillamente, en España no contamos con registros actualizados de cáncer, una reivindicación de los oncólogos casi histórica. "No hay nada más rentable desde el punto de vista económico", explicaba el presidente de la SEOM, Miguel Martín.

Contar con un registro detallado de los casos de la enfermedad en España, que no sólo incluyera el número de diagnósticos y su evolución, sino también el estadio en el que se localizan, cómo responden a los tratamientos y su supervivencia según estos parámetros, supondría sin duda un buen espaldarazo a la lucha contra el cáncer. Pero, entonces ¿de dónde sacan los datos las sociedades médicas? Martín comenta que se suelen extrapolar datos de los pocos registros que hay.

Es lo que se hace en proyectos como Globocan, de la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer de la OMS en el que, al seleccionar España, se puede leer cómo la incidencia -el número de casos nuevos en un periodo de tiempo- se obtiene "de registros regionales que cubren a entre el 10% y el 50% de la población".

Martín señala que hay dos tipos de recopilaciones de casos en nuestro país, los registros poblacionales y los hospitalarios. Como ejemplo del primero cita a la Comunidad de Navarra y del segundo a Madrid.

La vicepresidenta de la SEOM, Ruth Vera, explica a EL ESPAÑOL que ni siquiera el mejor formato, el poblacional, cumple los requisitos esperados. En esta modalidad, cualquier tumor maligno "desde que hay un informe de anatomía patológica" se contabiliza y se cruza con los datos de mortalidad.

Esto permite decir con exactitud cuántas personas fallecen de un determinado tipo de cáncer pero no da luz sobre algo muy importante. "No tenemos resultados en salud", comenta Vera. "No sabemos cuántos se someten a cirugía, cuántos a terapias innovadoras, quiénes responden a qué fármaco y si ciertos medicamentos tienen impacto en la supervivencia", enumera. Es, sin duda, uno de los déficits y los expertos no parecen tener claras las causas. "Parece que para los políticos no es una prioridad", denuncia por su parte Martín que apunta, no obstante, a que "un intento de arreglarlo" en marcha.

2. Falta de equidad

Para los representantes de una sociedad médica es duro reconocer que la atención sanitaria en España es desigual. Sin embargo, no se puede negar. Sin entrar en qué comunidades autónomas son las más perjudicadas por el sistema sanitario fragmentado, los oncólogos denuncian esta situación. "La medicina estuvo centralizada durante todo el franquismo y eso hizo que haya más hospitales de primer nivel en ciudades grandes y que en la actualidad haya centros sanitarios infrautilizados", comenta Martín, que se pregunta: "Que haya una sanidad distinta en cada una de las 17 comunidades autónoma no es bueno pero ¿quién da marcha atrás ahora?".

La desigualdad en el tratamiento se nota, sobre todo, en el acceso a medicamentos. Cada nuevo fármaco que se aprueba -y lo hacen mucho en oncología- viene acompañado de un informe de posicionamiento terapéutico (IPT), un documento que indica en qué condiciones debe administrarse.

"El problema es que no es vinculante", denuncia Martín. Vera añade que cada comunidad establece nuevos filtros que difieren por regiones y que, en la práctica, hacen que algunos pacientes tengan más facilidad para beneficiarse de las innovaciones terapéuticas que otros. "Al final la pelota cae en el oncólogo", se queja la también jefa del Servicio de Oncología Médica del Complejo Hospitalario de Navarra, que añade: "Desde la SEOM pedimos que se haga un esfuerzo; no se trata de ser alarmistas, pero sí de intentar buscar que se acorten los tiempos y que sean iguales; en definitiva, que el IPT sea vinculante".

Esta experta también cree que hay desigualdad a la hora de ofrecer a los pacientes participar en un ensayo clínico, "una de las mejores opciones para afectados por tipos de cáncer raro". Ésta no se da tanto por regiones sino por hospitales. "Hay centros que dificultan más su realización y que cuestionan la investigación clínica y al final vuelve a depender del médico", añade Vera, que apunta también a la necesidad de recursos para organizar este tipo de pruebas. En este sentido, Martín explica que el nuevo Real Decreto sobre ensayos clínicos, que acaba de entrar en vigor, "reducirá la burocracia" y podría mejorar la situación.

3. Falta de conocimiento

Sí, desde los tiempos de la reina Atosa se ha avanzado muchísimo en el conocimiento del cáncer, "especialmente en los últimos diez años", reconoce Vera. Pero dista de saberse todo sobre la enfermedad. "Los avances van casi por delante de nosotros, pero cada puerta que abrimos nos sirve para ver todo lo que nos falta", señala la oncóloga.

El presidente de la SEOM apunta a esta falta de conocimiento para comentar la falta de medidas preventivas para ciertos tipos de cáncer, como el de páncreas. "No sabemos la etiología [origen]", comenta. Tampoco se sabe atajar ciertos tipos de tumores, a pesar de los avances. Martín reconoce un déficit de terapias curativas en el cáncer de páncreas, pulmón y estómago. "Son la excepción", comenta y apela también a la dificultad de localizarlos en un estadio precoz. Para Vera, esta situación hace que sea imprescindible "insistir en la investigación" y que ésta y el cáncer caminen de la mano.

El desconocimiento también afecta a la población general. Por ejemplo, existe una sensación de que el cáncer también aumenta en personas jóvenes pero, según explica Martín, "no hay evidencia científica detrás de esta impresión", que puede deberse "a que estos casos impresionan más". También hay mujeres que creen, "a veces mal asesoradas", que el cáncer de mama es un situación "de emergencia", lo que les lleva a acelerar el tratamiento sin consultar con el especialista más adecuado.

4. Falta de fuerza de voluntad

"Si un extraterrestre bajara a la Tierra, no se explicaría por qué todavía no se ha prohibido el tabaco", asevera el presidente de la SEOM, tras afirmar que "sólo aboliendo el tabaco se reducirían los casos de cáncer a la tercera o cuarta parte". Y continúa Martín: "Se habla de los beneficios económicos del cultivo y comercio de esta sustancia, pero estos son la décima parte de los gastos sanitarios que ocasiona su consumo".

Así, una de las principales medidas al alcance de nuestra mano para luchar contra el cáncer no la aplicamos estrictamente por falta de fuerza de voluntad. Vera nombra casos dramáticos: "Personas que ya han superado un cáncer, gente que sabe que está en riesgo, incluso pacientes en tratamiento siguen fumando". 

Pero no es lo único que preocupa a esta experta, sino el hecho de que "se siga viendo a adolescentes fumando en las puertas de los colegios". "Se han probado todo tipo de estrategias, positivas y negativas ¡y no hay forma!", reflexiona tras definir esta situación como "fenómeno a estudiar". 

Respecto a otras medidas de prevención, como reducir el consumo de carne roja -asociado en exceso al cáncer de colon-, Vera cree que hay que centrase en lo importante. "El tabaco es el rey", concluye. 

5. Falta de recursos

Si hay algo que podría modificar el panorama de la lucha contra el cáncer, tanto en España como en el mundo, es el aumento de recursos. El cáncer es caro y el dinero escasea. Organismos como la Sociedad Estadounidense de Oncología Médica (ASCO) y su homóloga europea (ESMO) han alertado sobre el gasto sanitario que se avecina. La prevalencia (el número de personas que padece la enfermedad en un momento dado) es cada vez más alta, porque cada vez hay más casos pero los pacientes viven más, gracias al avance de los tratamientos.

"El número de oncólogos no está aumentando al mismo ritmo que los afectados", señala Vera, que aclara que el cáncer es una enfermedad asociada al envejecimiento de la población -la edad media de aparición es de 68 años- y que ésta es más longeva cada año que pasa.

Hace falta más dinero, hacen falta más médicos y también más tratamientos, muy costosos de desarrollar y también de utilizar. Ante los recursos limitados de los que se dispone ¿qué se puede hacer? Para Vera, está claro: hay que mejorar la sostenibilidad. "El gasto sanitario se puede triplicar y hay que invertir de forma eficiente", apunta y señala que la falta de datos hace que en este momento se estén aplicando carísimos tratamientos a pacientes que se podría saber de antemano que no van a responder. Pero también sucede lo contrario, que se deja de prescribir un medicamento "sólo por su coste", sin tener en cuenta cuánto se ahorra si resulta eficaz. 

Estos cinco puntos puede que no sirvan para vencer al cáncer, pero sí para manejarlo mejor. Lo expresa acertadamente Mukherjee en su libro: "Es posible que estemos fatalmente uncidos a esta antigua enfermedad, obligados a jugar al juego del gato y el ratón durante todo el futuro previsible de nuestra especie. Pero si las muertes debidas al cáncer pueden impedirse antes de la vejez, y el aterrador juego de tratamiento, resistencia, recurrencia y más tratamiento, puede extenderse más y más, nuestra manera de imaginar esta vieja enfermedad se transformará". Amén.