Madrid es una de las capitales más contaminadas de Europa debido al transporte urbano, sólo por detrás de Lisboa, Luxemburgo y Roma. Pese a gozar de una de las mejores redes públicas del continente, vive a casi a diario una pesadilla de atascos y polución. La "insostenibilidad" del transporte privado "exige una nueva gestión y cambios importantes", plantea un informe que apunta a que esas soluciones se apoyen en las herramientas de la economía digital.

Con la mirada puesta en la eficiencia, por un lado, y en el medio ambiente por otro, el estudio Upgrading Urban Mobility (PDF), firmado por los profesores de la IE Business School Enrique Dans y Gildo Seisdedos, analiza las iniciativas de diversificación del transporte en varias ciudades del mundo, cada una con sus peculiaridades, para proponer nuevos paradigmas y echar una mano a los ayuntamientos más agobiados.

Si bien no existe una lista de ciudades que lo están haciendo mejor que otras, sí han revisado algunas experiencias en ciudades como Burdeos, Chicago, Estocolmo, Ginebra, Lausana, Lisboa, Lyon, Niza, Nueva Jersey, Nueva York, París, Singapur y Toulouse, entre otras.

"Hay ciudades que son bastante pioneras y sobre todo que están cerca de los centros de decisión", comenta a este diario Enrique Dans. "Ámsterdam y Copenhague son muy interesantes sobre todo por el uso de la bicicleta, que no sólo reduce el tráfico sino la siniestralidad, y San Francisco es un ejemplo magnífico de apertura de legislación y de búsqueda de soluciones que permitan al usuario sentirse protegido". Para el autor, se trata de abordar una aparente contradicción: "Hay que desregular unas cosas y regular otras".

Hay que desregular unas cosas y regular otras

Claramente este experto se refiere a nuevas alternativas al transporte público más tradicional que han surgido en los últimos años con fuerza, como el car-sharing o el car-pooling. Algunos de estos servicios, como Uber o Blablacar, se han visto en el centro de la polémica por problemas normativos frente a la robusta regulación de servicios como el taxi o el alquiler de vehículos con conductor (VTR). 

Desde el Ayuntamiento de Madrid, el gerente de la EMT, Álvaro Fernández, se declara a favor de la "colaboración público-privada, que puede ser más que interesante". "Creo que debería existir una sinergia ya que el transporte público no llega a todas partes", añade. Y explica que se trabaja en una plataforma tecnológica de base para integrar todos los datos que maneja la empresa publica de transporte. "Todos queremos que la movilidad sea lo más eficaz posible", apunta.

'Inteligencia' y movilidad

Llevamos años hablando de smart cities o ciudades inteligentes y, sin embargo, pocos ejemplos son más ilustrativos, fáciles de entender e invisibles para el usuario como el impacto de la digitalización en la movilidad urbana. Nuevos servicios como las bicicletas públicas, los servicios de car-sharing y de car-pooling, o las aplicaciones de transporte púbico y de mapas de densidad de tráfico son ya de uso común. Todo ello para poder ir de A a B en el menor tiempo posible y con la máxima comodidad.

Por ejemplo, para cubrir la presentación del informe en el IE Business School de Madrid tuve que decidir si llegaría en metro (20 minutos, 1,5 euros), en taxi (12 minutos y 8 euros) o en autobús (14 minutos, 1,5 euros). Comprobé que no había problemas de tráfico gracias a Google Maps. A la salida del evento, volví a la redacción en un coche de alquiler (16 minutos, 3,04 euros) tras comprobar de nuevo el tráfico en las calles de Madrid en el móvil.

Todas estas decisiones las tomé gracias a las aplicaciones; pude elegir porque todo estos servicios -y muchos más- están presentes en la capital. Algo que hace muy pocos años era impensable.

Sostenibilidad y medio ambiente

Esta misma semana ha entrado en vigor el nuevo protocolo por alta contaminación en Madrid, que incluye mayores restricciones al tráfico de vehículos privados de motor. La medida es "claramente disuasoria", afirma Dans, quien cree que la clave es que "existan suficientes alternativas para lograr que el ciudadano no use el vehículo privado, porque es insostenible". Es una suerte de estrategia del "palo y la zanahoria".

Tiene que haber suficientes alternativas para lograr disuadir al ciudadano del uso del vehículo privado

El caso de Car2Go en la capital es llamativo. Tras apenas tres meses de funcionamiento -el servicio se inauguró el 11 de noviembre de 2015- ya han anunciado un aumento de su flota, de 350 a 500 coches Smart eléctricos, que uno puede alquilar por minutos en los distritos centrales. Todo ello, a pesar de haber sufrido una ola de actos vandálicos. La empresa, filial del fabricante Daimler, supone un cambio de negocio totalmente impensable hace unos años: pasar de vender coches a alquilarlos también. 

Su responsable en España, Orazio Corva, explica a este diario que parte del éxito en la ciudad es que se trata de una de las más densamente pobladas de Europa, al menos en su almendra central, lo que hace que la rotación sea mayor en la zona en la que opera la flota. De hecho, lo contrario sucede en Copenhague, en donde acaba de echar el cierre precisamente por la falta de uso de los vehículos. Dans añade dos factores del éxito de esta compañía: en Madrid se pueden aparcar gratis, y al ser vehículos eléctricos -sin emisiones- no se verán afectados por restricciones circulatorias en caso de alta polución. 

Factores

El estudio identifica distintas variables a tener en cuenta para abordar los cambios que provocan la tecnología en la movilidad urbana. Una de ellas es la llamada internet de las cosas, es decir, la capacidad de conexión a la Red de prácticamente todo lo que nos rodea. Otra, las nuevas tecnologías alternativas a los combustibles fósiles. Una tercera, la próxima llegada de los vehículos autónomos. Y, por encima de todo, las aplicaciones que han invadido nuestros bolsillos.

¿Cuántas bicicletas hay disponibles en un sitio determinado? ¿Hay vehículos en tal localización? ¿A qué hora exacta pasará el autobús? ¿Cuánto tardaré en ir de un punto a otro en metro? Toda esta información puede ser usada para aumentar la eficiencia en movilidad. "Sería bueno que hubiera una aplicación para todo, que en un solo sitio pudieras planificar un viaje en todos esos medios de transporte y poder pagar por él, y todo ello de una manera ágil", dice Dans.

El ejemplo que menciona Dans es Moovel, una 'app' de momento sólo disponible en Alemania y que tiene un papel de coordinación: uno sólo tiene que indicar a dónde quiere ir y la aplicación muestra alternativas de rutas e incluso permite sacar los billetes desde el móvil, gracias a que muchas plataformas de transporte público lo permiten.

¿Público, privado... o nada?

A pesar de los avances en alternativas de transporte para mejorar la movilidad, y de la generalización del uso de aplicaciones, queda mucho camino por recorrer. "Creo que en España estamos siendo muy lentos en la regulación", afirma Dans. "No hablo sólo del taxi, ya que me parece que el número de licencias en Madrid es razonable, pero la limitación a una de licencia de VTC por cada 30 taxis constriñe las opciones; hay que pensar siempre en qué es lo mejor para la ciudadanía o qué es sostenible", critica este profesor.

El estudio sugiere que la solución a los problemas de movilidad urbana pasa por ofrecer un abanico muy amplio de opciones. "Eso es lo que hemos detectado, a más abundancia, mejor funciona", afirma el autor. E insiste en proponer casi una autorregulación para las empresas que entren a operar en este sector: una ordenación social gracias a la tecnología, que permite que, de alguna manera, la oferta y la demanda se pongan de acuerdo.

Creo que en España estamos siendo muy lentos en la regulación, seguimos pensando que hay cosas escritas en piedra

¿Y quién tiene que controlar esa tecnología? ¿Debería estar en manos públicas o privadas? "Yo creo que nadie tiene que estar al control", sostiene Dans, un defensor del peer-to-peer (o intercambio entre pares) como motor que impulsa una gran parte de la economía digital. La ciudad inteligente es descentralizada, sostiene. 

Asimismo, el autor es partidario de tener suficiente flexibilidad regulatoria para acomodar las tendencias que vayan surgiendo, desde el vehículo eléctrico, de gas o de hidrogeno, hasta el autónomo, "que ya está aquí, en Mountain View ya está circulando", apunta. "Parece que hablamos de ciencia ficción, pero es que no es así".

La transformación digital de la sociedad, que es la tarjeta de visita del siglo XXI, puede traer bajo el brazo la solución a los problemas de movilidad de las ciudades del planeta, cada vez más masificadas, concluye el estudio. Si bien los expertos sostienen que la oferta de transporte público tiene que ser buena, completa y robusta, ha de permitirse que entren a operar muchas otras posibilidades. "Son opciones diferentes que se complementan, en realidad", apunta Dans, que recomienda cintura y flexibilidad para adaptarse a los avances. Porque, en transporte y movilidad, dichos avances son imparables.