Ana Mena lanza al mercado un nuevo disco, que lleva por nombre Bellodrama, el próximo 24 de marzo y para anunciarlo ha concedido algunas entrevistas. Sin duda, una de las más distendidas ha tenido lugar en el podcast La pija y la quinqui, conducido por Carlos Peguer y Mariang, donde ha confesado uno de sus gustos más personales. Y no, no tiene nada que ver con su vida sentimental, sino que se ha declarado fan de la leche sin lactosa a pesar de no tener ningún tipo de intolerancia a alimentos en general, ni a la leche en particular.

Pero, ¿por qué la leche sin lactosa le parece más deliciosa a la cantante malagueña? Pues porque objetivamente es más dulce que la leche de toda la vida, pero empecemos por el principio. La lactosa es el azúcar que contiene la leche, y por lo tanto los lácteos, de manera natural y se compone por dos moléculas: una de glucosa y otra de galactosa. Para digerir esta sustancia es clave el papel de una enzima que se produce en el intestino delgado y que tiene un nombre muy similar, la lactasa. 

En este sentido, las personas intolerantes a la lactosa son aquellas que cuentan con niveles muy bajos de lactasa y al consumir lácteos experimentan hinchazón, gases o, incluso, diarreas debido a la incapacidad de digerir esta sustancia. Lo más habitual, por tanto, es pensar que a la leche sin lactosa la han sometido a un proceso que elimina todo este azúcar, pero no es cierto. En realidad, a esta leche no le han quitado nada, sino que le han añadido lactasa y, de esta manera, se digiere la lactosa antes de tomarla.

Proceso acelerado

De esta manera, la leche se vuelve apta para las personas intolerantes a la lactosa, pero no es la única reacción que tiene lugar: se vuelve más dulce. "Sí, la leche sin lactosa es más dulce en el paladar y se puede percibir fácilmente", asegura Aitor Sánchez, nutricionista y autor del libro ¿Qué pasa con la nutrición? (Paidós, 2023). "Esto sucede cuando se añade la lactasa, se rompe la lactosa y se liberan los dos azúcares simples que la componen. Así aumenta el umbral del dulzor". Ahora bien, aficionarse a esta leche puede tener un efecto inesperado.

"Con el tiempo todos vamos digiriendo peor la lactosa y si te quitas los lácteos este proceso se acelera. Nuestro intestino se acostumbra rápidamente a producir menos cantidad de lactasa", explica Sánchez. La lactasa se produce en mayor cantidad durante los primeros meses de vida, cuando el ser humano se alimenta únicamente de leche materna y, por tanto, se hace fundamental. En España se calcula que el porcentaje de personas intolerantes a la lactosa se encuentra alrededor del 30%, pero en todo el mundo la cifra es mayor.

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Es decir, que es un problema frecuente a pesar de que la mayoría de la población es capaz de digerir este líquido. En cualquier caso, Aitor Sánchez no considera que tomar leche sin lactosa sin tener intolerancia suponga un peligro por dos razones: la primera es que en la actualidad hay una gran variedad de productos para quienes presentan esta intolerancia y la segunda, que los lácteos no son imprescindibles. "Si te vuelves intolerante, tienes muchas opciones: no tomar lácteos, tomarlos sin lactosa o sustituirlos por bebidas vegetales", enumera el nutricionista.

Una vida sin lácteos

Sobre la leche y los lácteos se ha generado un intenso debate en los últimos años: están quienes la defienden como un alimento fundamental para la dieta y quienes sostienen que hay que dejar de tomarla para evitar problemas de salud. Pues bien, los científicos dicen que ni una ni otra postura cuentan con evidencias: los lácteos —aquellos que no son ultraprocesados— no hacen daño a quien no es intolerante ni alérgico, pero tampoco son necesarios para la salud de los humanos adultos.

Si algo se ha destacado de los lácteos es su contenido en calcio, pero no son el único grupo de alimentos que contiene este mineral. Miguel Ángel Martínez-González, investigador y catedrático en la Universidad de Navarra, explica que el brócoli, los higos, las avellanas y, sobre todo, las almendras son fuentes muy útiles de calcio para la dieta. La leche también es rica en proteínas y en vitaminas del grupo B, pero cualquiera de estos nutrientes también puede obtenerse de otros muchos tipos de alimentos.

En cualquier caso, la leche —con o sin lactosa, dependiendo del consumidor— puede ser un alimento interesante porque supone una manera sencilla, aunque no la única, de incorporar estos nutrientes. Ahora bien, las bebidas vegetales que se han llamado de manera equivocada durante años como leches —de soja, de almendra, de arroz…—  no pueden compararse con la leche de vaca u otros mamíferos porque su composición nutricional es completamente diferente.