Nutriscore, el semáforo nutricional que pretende implantar el Ministerio de Consumo en nuestro país para que sepamos si un alimento es bueno o malo para la salud, vuelve a ser objeto de polémica. El motivo no es otro que la mala calificación que otorga a dos productos emblema de nuestro país, el aceite de oliva y el jamón ibérico, que obtienen una C y una E, en naranja y rojo, y pasarían a formar parte del grupo de alimentos calificados de "consumo ocasional" y "desaconsejados" respectivamente. Es decir, obtendrían una calificación peor que la que se otorga a los refrescos zero, que tienen una B, o unos cereales bio, que aunque están cargados de azúcar obtienen una A y forman parte del grupo de "alimentos saludables".

Hace una semana, la industria del aceite de oliva ganaba una importante batalla en nuestro país. El Ministerio de Consumo, haciéndose eco de las reclamaciones de los productores, anunció que sacaría el oro líquido de Nutriscore. "En ningún caso el sector del aceite de oliva se va a ver obligado a poner una etiqueta contraria a una evidencia científica", explicó Alberto Garzón, ministro de Consumo en declaraciones a Canal Sur Televisión. Garzón aseguró que "uno de los ejes" de su departamento era promover un consumo de alimentos más saludable, y dentro de ello, "incentivar y promover la dieta mediterránea", que tiene al aceite de oliva virgen extra entre sus "ingredientes fundamentales". 

Esta iniciativa ha provocado que la Asociación Interprofesional del Cerdo Ibérico (Asici) vaya a reclamar el mismo trato para el jamón y otros productos ibéricos. "Está claro que el producto ibérico no puede ser catalogado con una D o una E. Pedimos que se revise la nota si nos obligan a estar dentro de Nutriscore, pero la idea inicial es que no se aplique al jamón ibérico", explicaban fuentes de Asici en declaraciones a Eldiario.es. Para conseguirlo, la asociación remitirá varios informes científicos a la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), con el objetivo de que el organismo, que también depende del Ministerio de Consumo, indulte al jamón en base a sus propiedades nutricionales.

Lo cierto es que el objetivo se torna complicado ya que la situación del aceite de oliva y el jamón ibérico es bien distinta. Es cierto que ambos son dos productos muy bien valorados a nivel nacional e internacional. También es cierto que la calidad de uno y otro está fuera de toda duda y que ambos son fabricados en España bajo los más altos estándares. Sin embargo, mientras que con el primero existe un amplio consenso científico sobre sus bondades, el jamón ibérico choca de frente con un informe publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2015, en el que declaró la carne procesada (embutidos, salchichas, hamburguesas, y otros productos cárnicos) como alimentos cancerígenos. Y el jamón ibérico se encuentra dentro de este grupo.

"La carne procesada se refiere a la carne que ha sido transformada a través de la salazón, el curado, la fermentación, el ahumado, u otros procesos para mejorar su sabor o su conservación", dice la OMS. "La mayoría de las carnes procesadas contienen carne de cerdo o carne de res, pero también pueden contener otras carnes rojas, aves, menudencias o subproductos cárnicos tales como la sangre", añade el organismo, que incluye entre sus ejemplos "frankfurters (perritos calientes/hot dogs/salchichas), jamón, salchichas, carne en conserva, y cecina o carne seca". 

Tal y como explican el dietista-nutricionsita Julio Basulto y el historiador Juanjo Cáceres en Dieta y cáncer. Qué puede y qué no puede hacer tu alimentación (MR Ediciones, 2019), las investigaciones realizadas por distintos organismos internacionales refrendan el dictamen que emitió la OMS hace algo más de cinco años.

"La entidad Cancer Research UK, cuya reputación es comparable a la World Cancer Research Fund International (WCRF), estimó en octubre de 2016 que el 21% de los cánceres intestinales son atribuibles al consumo de carnes rojas y procesadas. En total, calculan que estos productos causan el 3% del total de cánceres que se producen en su país", escriben los autores. "Su cálculo coincide con el que aparece en el libro Nutrición y cáncer. Lo que la ciencia nos enseña [...], coordinado por el doctor Carlos A. González Svatetz (Instituto Catalán de Oncología). En él leemos que la carne procesada, por sí sola, es responsable del 1,8% de todos los tumores”, añaden.

Según explican Basulto y Cáceres, "nadie va a morir por tomar de vez en cuando jamón", sin embargo, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC), el organismo de la OMS especializado en investigaciones oncológicas, recomienda "evitar" este tipo de alimentos. Lo mismo Ocurre con la (WCRF), que apunta que "las pruebas científicas que relacionan la carne procesada con el cáncer son claras". No ocurre lo mismo con el aceite de oliva, cuyo consumo se encuentra fuertemente ligado al concepto de dieta mediterránea y ha demostrado que puede llegar a reducir en un 30% el riesgo de sufrir episodios graves de enfermedad cardiovascular, entre otros beneficios para la salud. 

Así, la industria cárnica tiene una dura batalla que librar si quiere que el Ministerio de Consumo indulte al jamón y otros productos ibéricos de la misma forma que lo hizo con el aceite de oliva. El posicionamiento de la OMS y otros organismos científicos internacionales frente al consumo de carnes procesadas juega en su contra. 

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