Se suele comentar que los mejillones son una especie de filtro marino, y que pueden llegar a encontrarse todo tipo de sustancias en su interior. Inicialmente, dichas sustancias deberían ser desechos naturales marinos, pero por desgracia cada vez son más los desechos humanos que llegan a este molusco; o dicho vulgarmente: basura.

Sin embargo, este no es el único animal marino que parece desempeñar las funciones de filtro marino, para bien o para mal. Y es que otro tipo de molusco, comúnmente asociado a comidas más elegantes, también está cumpliendo un papel similar: las ostras.

Y es que, según un trabajo llevado a cabo por la Universidad de California Irvine (UCI en sus siglas inglesas), algunos tipos de ostras llegarían a contener en su interior una amplia gama de productos contaminantes y nocivos: plásticos, queroseno, pintura, suplementos en polvo para leche de bebés, e incluso microorganismos infecciosos.

Las nuevas 'perlas' de las ostras

El estudio, publicado en Science of the Total Environment, sugeriría en este caso que la presencia de algunos de estos contaminantes indicaría que tanto las heces humanas como las aguas residuales estarían formando parte de la cadena alimentaria de estos moluscos, y posiblemente de otros animales marinos.

En este caso, la investigación se centró específicamente en ostras de Myanmar, pero los investigadores responsables del estudio sugieren que sus hallazgos tendrían implicaciones a nivel mundial, dado que indicarían que la ingente urbanización costera actual estaría teniendo un efecto no deseado sobre los mariscos de diversas partes del mundo. Algo que, a su vez, tendría repercusiones desagradables sobre la salud humana.

Además, cabe recordar que la mitad de los productos marinos exportados a todo el mundo proceden precisamente de países en vías de desarrollo, como es el caso de Myanmar.

Para el trabajo, los investigadores analizaron ostras de nueve arrecifes de coral situados a unos 64 kilómetros de la ciudad costera de Myeik, en Myanmar. En total, se detectaron hasta 87 especies de bacterias, siendo la mitad de las mismas una amenaza para la salud humana; además también detectaron hasta 78 productos contaminantes diferentes.

Microplásticos y pinturas

Según comenta Joleah Lamb, autor principal del estudio y profesor de ecología y biología evolutiva en la UCI, alrededor del 48% de las micropartículas encontradas eran microplásticos. Sin embargo, muchas otras partículas no eran plásticas, y se originaban a partir de una variedad de materiales de origen humano que inicialmente serían componentes de combustibles, pinturas o cosméticos. Destacaba, especialmente, el hallazgo de encontrar hasta tres marcas diferentes de fórmula de leche en polvo para bebés, representando hasta el 14% de los contaminantes.

Actualmente, y aunque diversos estudios sugieren que los microplásticos podrían tener efectos nocivos sobre la salud humana, la Organización Mundial de la Salud argumentó el pasado año 2019 que por el momento "no hay evidencia que indique problemas en la salud humana" por parte de los microplásticos detectados en el agua potable. Sin embargo, eso no implica que no existan efectos como tal, solo que aún queda mucho por estudiar al respecto: las micropartículas plásticas pueden contener toxinas como el DDT, los PCB o el BPA, todos contaminantes relativamente conocidos y asociados a problemas de salud.

Finalmente, enfatizan los investigadores, la presencia de productos como fórmulas de leche en polvo sugerirían que las heces humanas ya habrían vuelto a formar parte de la cadena alimentaria de las ostras, lo que a su vez pondría en riesgo la salud de aquellos que consuman dichos moluscos.

Todo ello, en su conjunto, haría necesario mejorar la gestión de las aguas residuales y pluviales, la gestión de la urbanización costera y la mejora en los programas de pruebas para que los consumidores de productos marinos puedan confiar en su salubridad, según los investigadores.

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