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    Un producto que se ha ido pervirtiendo.

    El yogur es uno de los alimentos más populares del supermercado. Desde hace años, su consumo ha sido relacionado con numerosos beneficios para la salud y distintos organismos internacionales han aprobado declaraciones sobre las virtudes de este lácteo. Tal y como apunta la Federación Española de la Nutrición (FEN), el yogur es una importante fuente de proteínas, fósforo, calcio y probióticos. Además, su consumo se ha asociado con un menor riesgo de padecer sobrepeso y enfermedades como la diabetes tipo 2

    Sin embargo, como ocurre con otros tantos alimentos, la industria ha sabido aprovechar el halo salutífero que envuelve a este alimento para crear distintas variedades que prometen mejoras en la salud. En otros casos, se han creado mitos a raíz de falsas creencias muy arraigadas en el imaginario popular. Estas son las más extendidas. 

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    "Todos los yogures son saludables"

    Existe la creencia extendida de que el yogur es un alimento sano per se, independientemente de la variedad que se trate. Sin embargo, la realidad es que muchos de estos lácteos contienen una elevada cantidad de azúcar, muy poco recomendable para nuestra salud. El pasado año, un estudio publicado en la revista BMJ Open ponía sobre la mesa estos datos y apuntaba que "no todos los yogures son tan saludables como quizás los perciban los consumidores y hace falta reformularlos para que se reduzca su contenido en azúcares libres". 

    El trabajo, que evaluó 921 productos distintos, salvaba de la quema a los yogures griegos, que cuentan con un menor contenido en azúcar y una mayor cantidad de proteínas y grasas saludables. Así, los yogures naturales (sin azúcares añadidos), también son recomendables desde el punto de vista de la salud. 

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    "Los yogures desnatados son los más saludables"

    Los lácteos desnatados no son más saludables que los enteros ni son mejores para controlar el peso. Es un mito. Uno de los últimos trabajos en desmontar semejante teoría fue publicado el pasado año en la revista científica The Lancet el pasado año. Este megaestudio, en el que participaron más de 130.000 personas de 21 países distintos de todo el mundo, no sólo desmonta que la leche o los yogures desnatados sean mejores para la salud. Todo lo contrario: señala que el consumo de lácteos enteros se asocia con menores tasas de enfermedad cardiovascular y mortalidad. 

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    "Los yogures de sabores están hechos con fruta"

    Los hay de fresa, de piña, de plátano, de limón, de vainilla y hasta de maracuyá. La industria láctea ha conseguido crear yogures que parece que están elaborados con fruta, pero no es así ni muchísimo menos. De hecho, de fruta, tal y como puede verse en la etiqueta de estos yogures de sabores, por ejemplo, ni rastro. Así, tal y como contamos en EL ESPAÑOL, los yogures de sabores utilizan una amplia gama de aromas y saborizantes que se agregan al producto durante el proceso de fabricación. 

    En realidad, los yogures de sabores son, según la legislación vigente, "yogures aromatizados" a los que se les exige que en la etiqueta pongan "sabor a…", pese a que en la fotografía puede aparecer una fruta bien grande. Además, este tipo de yogures suelen tener una cantidad elevada de azúcar nada beneficiosa. 

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    "Todo lo que parece yogur es yogur"

    En realidad, no. No todo lo que encontramos en la sección de yogures son realmente yogures. Según la legislación vigente, "el yogur es el producto de la leche coagulada obtenido por la fermentación láctica mediante la acción de Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophilus en la leche". De esta forma, otros productos como los Danacol, los yogures con L.Casei o los bífidus no pueden considerarse yogur. Se trata de leches fermentadas, otra categoría que establece la norma de calidad española en las que se utilizan otros microorganismos para su elaboración.