Las nueces son el fruto seco del otoño, no sólo porque es cuando se encuentran en su mejor momento (su temporada va de septiembre a noviembre), sino porque las nueces nos aportan los nutrientes necesarios para combatir las afecciones más comunes durante esta estación del año. 

Astenia primaveral

En otoño también podemos sufrir los típicos síntomas de la astenia debido sobre todo a la drástica disminución de las horas de luz, la bajada de temperaturas, la vuelta a la rutina y la consiguiente monotonía después del verano; todo lo cual conduce a muchas personas a la tristeza y la apatía. Las nueces son grandes aliadas para combatir esta astenia ya que contienen triptófano, el aminoácido que ayuda a generar serotonina y que, por tanto, puede levantar el estado de ánimo. 

Catarros y gripes

Durante el otoño los resfriados y las gripes se multiplican y una vez contraídos, poco podemos hacer fuera de aliviar los síntomas y es ahí donde las nueces juegan un papel muy importante gracias a su elevado contenido en zinc. El zinc ayuda a prevenir la infección ya que fortalece el sistema inmune, pero además mejora algunos de los síntomas como la mucosidad, los estornudos y los dolores de garganta y musculares. Si a alguien no le gusta consumir estos frutos secos como aperitivo, una ensalada que contenga nueces es perfecta para beneficiarse de este efecto protector del fruto sexo frente a gripes y catarros.

Alergia asmática

Durante el otoño se producen muchos casos de reacciones alérgicas a los ácaros ya que los interiores se ventilan mucho menos y es precisamente ahí donde se encuentran estos pequeños bichitos que pueden llegar a ser una auténtica pesadilla. Pues bien, una reciente investigación de la Johns Hopkins University ha confirmado que añadir más ácidos grasos omega-3 a la dieta, principalmente los procedentes del salmón y las nueces, reduce los síntomas del asma en niños especialmente los provocados por la contaminación del aire interior, la exposición al polvo o materiales de limpieza. 

Enfermedades reumáticas

Son trastornos que afectan a las articulaciones, especialmente en momentos de cambio de presión atmosférica. Esto hace que sea una enfermedad típicamente otoñal. Por su alto contenido en omega-3, las nueces son un gran antiinflamatorio que además ayuda a mantener el peso corporal a raya, ya que son muy saciantes y poseen mucha fibra.

A estos efectos protectores frente a distintas enfermedades, se suma una cualidad importante de las nueces como fruto seco: que se trata de un alimento que no engorda

Uno de los últimos trabajos realizados al respecto, un metaanálisis que incluyó seis estudios prospectivos de cohortes e implicó a más de 420.000 sujetos, fue publicado en la revista Nutrition & Metabolism y es meridianamente claro: "El consumo de frutos secos puede ser beneficioso en la prevención del síndrome metabólico y el sobrepeso". Es decir, se trata de un alimento que no sólo no engorda, sino que, además, puede ser muy útil para combatir la obesidad dentro de un patrón dietético saludable.

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