Una clase específica de bacteria en la flora microbiana impide que los ratones se tornen obesos, según una investigación de la Universidad de Utah que podría indicar una forma de control del peso en los humanos.



"Ahora que hemos encontrado la bacteria responsable por este efecto de adelgazamiento podríamos entender realmente qué hacen los microorganismos y si tienen valor terapéutico", ha dicho June Round, profesora de patología que encabezó el estudio que publica esta semana la revista Science.



A lo largo del último siglo, la obesidad y el síndrome metabólico -un conjunto de trastornos simultáneos que aumentan el riesgo de enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular y diabetes tipo 2- se han convertido en una epidemia global, indica el estudio.



Actualmente hay más de 1.900 millones de personas obesas en el mundo y numerosos estudios han señalado el papel de la regulación del sistema de inmunidad en la enfermedad metabólica.



El cuerpo humano contiene unos 100 billones de microorganismos, principalmente en el tracto digestivo, incluido un millar de especies diferentes de bacterias que comprenden más de 3 millones de genes.



En condiciones saludables estas bacterias cumplen funciones vitales como la intervención en la expresión de genes y la prevención de enfermedades, y los científicos han determinado su papel clave en la regulación del metabolismo de los mamíferos.



El estudio ha encontrado que los ratones saludables tienen en su flora intestinal abundante clostridia, una clase que comprende de 20 a 30 bacterias, mientras que los ratones con deficiencia en el sistema de inmunidad pierden estos microbios a medida que envejecen.



Aun cuando se les administraba una dieta saludable, estos ratones se volvían obesos, pero cuando se les introdujo bacterias de la clase clostridia, los animales se mantuvieron delgados. "Estas bacterias han evolucionado para vivir con nosotros y nos benefician", señala Charisse Petersen, quien se aplicaba para un doctorado cuando colaboró en el estudio. "Tenemos mucho que aprender de ellas", ha agregado.



Round apunta que otras investigaciones han encontrado que las personas obesas padecen una carencia de clostridia, y hay indicios de que las personas obesas o con diabetes tipo 2 pueden tener una respuesta inmune deficiente.



Las investigadoras esperan que estas conexiones abran paso a nuevas formas de prevenir y tratar problemas de salud que son muy comunes. "Nos encontramos con un aspecto relativamente inexplorado de la diabetes tipo 2 y la obesidad", ha indicado Round. "Este trabajo -ha agregado- nos conduce a nuevas investigaciones sobre la forma en que la respuesta de inmunidad regula la microbiota y la enfermedad metabólica".

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