La lucha contra la obesidad y el sobrepeso es un problema multifactorial que debe abordarse desde distintos frentes. Los investigadores llevan años alertando sobre un drama cuyo origen no sólo es el tipo de alimentos que ingerimos, sino también la cantidad de comida que nos metemos entre pecho y espalda, que suele ser muy superior a la que realmente necesitamos fisiológicamente. En román paladino: comemos mal y por encima de nuestras posibilidades.  

Ante este panorama, un equipo de científicos dirigido por Susan B. Roberts, directora del Laboratorio de energía y Metabolismo de la Universidad de Cambridge (Inglaterra), y John R. Speakman, profesor del Instituto de Ciencias Biológicas y Ambientales de la Universidad de Aberdeen (Escocia), se propuso analizar la cantidad de calorías que aportan a nuestra dieta los distintos platos que podemos tomar en restaurantes de todo el mundo, tanto de comida rápida como locales de comida tradicional.

Para llevar a cabo esta curiosa investigación, que fue publicada el pasado mes de diciembre en la prestigiosa revista médica The BMJ, los investigadores se desplazaron a seis países distintos (Brasil, Ghana, Finlandia, Estados Unidos, China e India) y analizaron un total de 223 comidas de 111 restaurantes distintos. Tal y como ya contamos en este artículo de EL ESPAÑOL, los resultados de este estudio arrojan distintas e interesantes lecturas. La principal es que comer en un restaurante fuera de casa, por lo general, es comer mucho más de lo que podríamos comer en casa (e ingerir calorías por un tubo).

Pero la cosa no acaba aquí. La investigación también derriba el mito de que la comida basura sea mucho más calórica que la comida tradicional, ya que en los platos que se analizaron en el estudio tenían un 33% menos de calorías que los tradicionales (aunque también sobrepasaban ampliamente el límite recomendado por las autoridades británicas para una única ingesta).

Los platos menos calóricos

El estudio publicado por The BMJ incluye un gráfico muy ilustrativo en el que se pueden ordenar los platos en función del número de calorías que aportan a la dieta, según el peso neto de la comida y en función de la densidad energética de la misma. Así, si nos fijamos en las calorías, hay tres platos que destacan sobremanera en el gráfico: dos de restaurantes chinos (un pollo a la pimienta de 2.585 calorías y un plato de sangre mong de 2.526 calorías) y los Fetuccini Alfredo de otro restaurante norteamericano (2.589 calorías).

Sin embargo, paradójicamente, también son los restaurantes chinos los que acumulan un mayor número de platos por debajo del límite máximo de calorías recomendado por el sistema de salud público de Inglaterra. Es más, los tres platos que menos calorías tienen (quizá por lo ajustadas de las raciones) son también de tres restaurantes chinos de comida rápida.

Así, el primer lugar del podium de la comida menos calórica de menú lo ocupan los stretched noodles (una suerte de sopa de fideos) de tres locales asiáticos. En concreto, este plato tradicional de pasta artesana, que se suele acompañar de verdura en diferentes formatos y se sirve en raciones de hasta 300 gramos, aporta entre 186 kilocalorías y 229 kilocalorías. Para que se hagan una idea: 100 gramos del chocolate blanco que podemos encontrar en el supermercado contiene 547 kilocalorías.

El segundo lugar del escalafón de los platos menos calóricos lo ocupa otro plato tradicional chino: los beef noodles o sopa de fideos con ternera. En concreto, según el trabajo publicado por estos investigadores británicos, 342 gramos de esta receta que se sirve también de forma habitual en restaurantes de comida rápida del país asiático aportan 272 kilocalorías a nuestra dieta.

Así, el tercer escalafón lo ocupa una sopa de fideos de huevo con tomate. Este plato (también fast food), que se sirve en raciones de 358 gramos, aporta 311 kilocalorías a la dieta. Para que se hagan una idea, un plato de carne frita aporta más de 1.300 kilocalorías y otro de pollo kung bao puede llegar hasta las 1.700 kilocalorías.  

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