La investigadora española María Luz Sánchez Silva (Ciudad Real, 1981) tiene claro que no podemos crear un mundo lleno de basura. Bajo esta premisa, esta profesora del departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Castilla La Mancha piensa que es clave dar una segunda vida a los residuos que deja el desarrollo de un nuevo producto. En su caso, se ha fijado en los deshechos de la producción de aceite de oliva. 

Sánchez desarrolla una investigación que buscar aprovechar las ramas de los olivos, el orujillo que deja la fabricación del aceite o los huesos de las aceitunas. Con todo esto busca producir energía limpia. La científica opina que convertir la biomasa en energía renovable es una de las alternativas más prometedoras para sustituir a los combustibles fósiles. "Los residuos orgánicos se pueden valorizar, no llevarlos a un vertedero, sin mas", apunta.

Su trabajo acaba de coger impulso tras ser premiado con unas de las 60 Becas Leonardo que concede la Fundación BBVA para "proyectos altamente innovadores en 11 áreas de la ciencia y la creación cultural". La investigadora ensayará esta tecnología en una planta piloto y después se realizará un análisis de viabilidad técnica, económica, social y medioambiental para su implementación a escala industrial y su comparación con los procesos de transformación de combustibles fósiles tradicionales.

¿Por qué es importante invertir en proyectos que desarrollen el uso de la biomasa como fuente de energía?  

Porque es una de la fuentes de energía renovable más abundantes del planeta. La biomasa es cualquier material de origen orgánico (de origen animal o vegetal) que almacena energía. Son los residuos agrícolas, los residuos forestales, los residuos sólidos urbanos, los purines, la basura, etc. Es una alternativa energética a los combustibles fósiles debido a que es una fuente abundante, inagotable y limpia.  

¿Cuál considera que es la parte más novedosa del proyecto? 

Intentar que todos los subproductos o residuos generados en la producción de aceite de oliva sean, de algún modo, aprovechados. Por un lado, la gasificación de las ramas, los hueso, el orujillo o el alperujo generan un gas que puede ser empleado para producir energía a través de una turbina. Por otro, el residuo carbonoso que queda tras la gasificación puede ser empleado como un lecho absorbente de los gases efecto invernadero (metano y dióxido de carbono).  

María Luz Sánchez Silva en su laboratorio. Fundación BBVA

¿Qué ventajas ofrece la biomasa? 

El uso de biomasa como fuente de energía contribuye a disminuir la dependencia de los suministros externos, reduce el riesgo de un abastecimiento poco diversificado, favorece el desarrollo tecnológico y genera un menor impacto medioambiental. Sin embargo, a pesar del gran desarrollo que este tipo de tecnologías han experimentado en los últimos años, todavía existen ciertas carencias que no hacen viable el reemplazo de los combustibles fósiles. Para ser competitivo, el aprovechamiento de biomasa debe hacerse de una forma integral; es decir, todos sus elementos deben ser aprovechados. 

Entre los procesos de conversión termoquímica, el proceso de gasificación de biomasa es considerado el más eficiente desde el punto de vista económico y medioambiental para la conversión de la misma en energía. Aunque el principal objetivo de la gasificación es la obtención de un gas de síntesis de alta calidad, se obtienen subproductos como es el residuo carbonoso o biochar. Este último se puede usar como absorbente de gases de efecto invernadero como son el dióxido de carbono y el metano. 

El modelo de producción tradicional se basa en producir, consumir y tirar. Su proyecto busca reutilizar los residuos, uno de los pilares de la economía circular (reducir, reutilizar, reciclar) ¿Cree que actualmente estamos pensando lo suficiente en este modelo más sostenible? 

Creo que estamos comenzando a pensar y desarrollar este concepto porque estamos viendo los cambios que está sufriendo el planeta… los deshielo, las lluvias torrenciales, los huracanes… Además, hay gente joven concienciada con el daño que estamos haciendo al medioambiente, con el reciclaje, y se piensa cada vez más en los impactos negativos que cada producto puede generar a largo plazo. 

Entonces, ¿es necesaria más concienciación sobre el impacto medioambiental de la producción industrial?  

En este último siglo, el principal objetivo era producir mucho y barato sin tener en cuenta la repercusión que tendría sobre el medioambiente en un futuro próximo. Sin embargo, en los últimos años creo que se tienen en cuenta otros parámetros a la hora de comprar un producto. Por ejemplo, que el proceso de fabricación sea amigable con el medioambiente, la eficiencia energética o la baja generación de residuos en el proceso. 

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