Mario Picazo acaba de volver desde el corazón del infierno: de ButteCalifornia, donde los incendios forestales más mortíferos de la historia de la Costa Oeste han llegado prácticamente a la puerta de su casa de Los Ángeles. Lleva marcado el cansancio en los ojos azules más famosos de la información meteorológica de la televisión después de doce horas de vuelo para volver a Madrid, pero saca fuerzas de flaqueza con el encanto, el don de gentes y la pasión por divulgar que lo convirtieron en un fenómeno de la pequeña pantalla durante dos décadas.

Desde las ventanas de la oficina de Eltiempo.es, su último proyecto, se puede ver lo que el común de los mortales llama un día "raro" y Picazo califica de "interesante": nubes parduzcas y rollizas descargan chubascos para abrirse después a contraluces barrocos de sol. El meteorólogo paga el precio del jet-lag para conciliar sus dos almas: la de docente e investigador en la Universidad de California, y la del hombre del tiempo en el que confían los españoles cuando necesitan saber qué tiempo hará mañana.

¿Qué sintió como meteorólogo al escuchar al presidente de la nación culpar de los incendios de California no al cambio climático, sino a sus adversarios políticos?

Pienso que, como en otros muchos temas, no está bien informado. Y eso que tiene un buen equipo de científicos detrás. La información está ahí, y si no se la quiere creer es porque hay otros intereses detrás que le llevan en otra dirección. Pero tiene que ser consciente de que muchas cosas de las que pasan en su país, donde la meteorología es extrema y el cambio climático se manifiesta abiertamente, tienen que ver con su política de ir a contrapelo de la mayoría de países del mundo.

A pie de calle, entre los bomberos y voluntarios con los que ha estado, ¿existe esa sensación de que algo está pasando fuera de lo normal?

Sí. California es un estado demócrata, aunque es ridículo que la importancia del cambio climático vaya con etiqueta política, y siempre ha buscado soluciones para frenar el calentamiento, como potenciar las energías renovables. La gente ya tenía la sensación antes de que ocurrieran los incendios de que hay un problema global que resolver. Ellos son conscientes porque no ha aparecido de repente: California vive una sequía excepcional desde hace seis o siete años. Yo llevo ahí cinco, y les dije a mis hijos: "Aquí llueve en invierno". Pero no ha llovido ni una sola vez, y me dicen: "Pero papá, ¿tú no eres meteorólogo?". Puede haber ciclos, pero lo extremo de la sequía, los datos de la humedad en la vegetación, la sequedad de las secuoyas... Todo ha contribuido.

En España hemos tenido una situación parecida, con tres años de severa sequía hidrológica. Después, ha venido un año húmedo y parece todo olvidado. Su compañero Jose A. Maldonado me dijo una vez que tenemos poca memoria meteorológica

No, aquí es borrón y cuenta nueva de un año para el otro [ríe]. España, de hecho, es un clima similar al de California. Todo lo que estamos viendo con los incendios, a una escala u otra, es totalmente exportable. En el hemisferio norte, el cambio climático se está manifestando mucho más, porque es más tierra que agua, a diferencia del sur. Pero si pones una raya y cruzas, el incendio Camp Fire está a la misma latitud de España, 40 grados norte. Ahí tienes una situación que perfectamente se puede dar aquí cuando se den las condiciones. Cuando ocurrieron el año pasado los incendios devastadores de Portugal y Galicia, se aprovecharon de una condición de sequía extrema para propagarse. Estamos en una situación similar y deberíamos estar buscando soluciones como los californianos.

¿Y cómo podemos convencer a los escépticos del día a día, los que te dicen que 'cómo va a haber un problema si no ha parado de llover'?

Primero: cuando hablamos de calentamiento global, estamos hablando de una señal media dentro de un periodo de tiempo. Y el hecho de que las temperaturas estén cambiando se manifiesta con extremos de todas las variables meteorológicas. No significa que no volveremos a ver la lluvia, sino que la veremos en forma de chaparrones y grandes diluvios repentinos seguidos de periodos muy secos. ¿Cómo haría para convencer a la gente escéptica? Cogería una situación extrema y les sentaría en medio para que la sintieran en su propia piel. España no es un país de climas extremos, quitando las gotas frías ocasionales del Mediterráneo, pero la gente que vive en zonas a las que los huracanes están llegando por primera vez está reaccionando de verdad. 

Incluso Donald Trump, después de los huracanes Harvey e Irma, reconoce que el cambio climático existe, pero ahora dice que se solucionará solo.

De nuevo, depende de la cara de la moneda con la que te quieras quedar. El ciclo y sus extremos siempre han existido. Te dicen, "pero si un huracán en 1906 fue más fuerte que el María". Pero yo respondo: mira las cosas concretas. Se ha planteado el debate de si hay que añadir una escala más, la seis. ¿Por qué? Cuando das uno de categoría 5 hablas de la intensidad del viento, pero no estás teniendo en cuenta otros factores como las mareas ciclónicas, el potencial de inundaciones... Hay casos muy obvios y en un espacio de tiempo cada vez más corto que lo demuestran. Es fácil, si tienes más energía acumulada, la tienes que emplear de alguna forma, y la atmósfera la usa para hacer cosas más intensas. A Trump le entra por un oído y le sale por el otro, pero es por interés económico: si su negocio fuera la energía eólica o solar, buscaría un punto de inflexión. 

¿Ha llegado el momento de considerar el negacionismo del cambio climático como otra pseudociencia más a combatir?

Yo creo que es una postura a respetar. Leo, busco el rigor que hay detrás, porque incluso en esos casos te puede aportar algo para investigar si realmente es así, y si no lo es, demostrar cómo. Todo lo que está respaldado por una investigación rigurosa hay que aceptarlo, aunque sabemos que hay científicos que sufren una presión de un lado o de otro que hace que sus conclusiones no sean reales al 100%. El 98% de la comunidad científica que investiga el cambio climático rema en la misma dirección, pero no hay que excluir al resto. También es cierto que todavía hay gente que está muy mal informada, y necesita saber más sobre qué puede pasar ya no a nivel global, sino cómo les impacta a ellos localmente. Que pienses en que, dentro de diez años o a lo mejor veinte, tu casa estará bajo medio palmo de agua. Que es lo que realmente sirve para salvar vidas.

Cambiando de tercio, ¿Cómo ha cambiado nuestra relación con quien antes era 'el hombre/la mujer del tiempo'? Antes se escuchaba religiosamente cada boletín, ahora basta una app.

No le quito mérito al pasado. A veces pienso, "si me hubiese tocado dar el tiempo como a Mariano Medina o a Pilar Sanjurjo y compañía..." [ríe]. Cuando llegué a Telecinco en el año 96 justo dejaban atrás los imanes, que a mi no me habría importado. La tecnología ha ayudado mucho, también el que aparecieran los dispositivos móviles. Tú llevas el tiempo contigo, y consultas lo que te apetece cuando quieres. Ha sido una revolución tremenda para la meteorología. Todavía hay gente que prefiere que se lo cuente alguien, y eso también es bueno. Pero ya no es solo "cuéntame que va a pasar" sino "dime por qué, vete al sitio, muéstramelo desde ahí...". El hombre del tiempo ha pasado a ser un divulgador científico, y el apoyo gráfico también ha evolucionado muchísimo. Todo ayuda.

¿Cómo se hace sexy la información del tiempo?

¿Cómo se hace sexy? Bueno, esa palabra engloba muchas cosas [se recuesta y bebe un largo trago de café]. En algunos países del Este el tiempo lo daban chicas despampanantes que hasta hacían striptease, pero hacer que la información te entre por los ojos se consigue de forma dinámica. Que no sea un tostón. Con la llegada del huracán Florence, The Weather Channel se metieron en lo virtual e hicieron una simulación de las inundaciones ciclónicas. Y es un currazo: lleva tiempo, grafismo, el presentador está rodeado de verde pero sin ver nada... Todo eso hace el tiempo sexy. También el contar las cosas con motivación, vivirlo y que la gente se contagie.

Una inundación ciclónica en realidad virtual

¿Y qué opina de la polémica sobre mandar al periodista o al meteorólogo a contarlo bajo una nevada o en pleno huracán? ¿Es realmente necesario?

Es audiencia. He trabajado en informativos bastantes años y cuando había un temporal era la primera noticia, sino la segunda. Tener una persona de cada delegación en un sitio para contar la historia era importante. Pero pasaba una cosa, que yo salía en el tiempo diciendo una cosa que no coincidía con lo que decía el periodista. Y quién realmente se había visto todo el telediario se quedaba diciendo: "¿Qué ha pasado aquí? Uno dice que mañana remite y el otro que no, que esperemos dos días más". Yo respeto el trabajo de los periodistas, pero les decía: "Antes de salir, llamadme". Roberto Brasero, que es muy amigo mío, no es meteorólogo pero se ha preocupado por aprender de lo que habla. Quizás algo muy técnico se le escape, pero ha hecho el esfuerzo. El presentador del tiempo debe tener la información y saber de qué va a hablar. Ésa era mi principal batalla en la televisión.

¿Qué hace falta más: periodistas con formación científica o científicos con capacidad comunicativa?

Yo creo que las dos cosas. Los periodistas tienen que abarcar un amplio espectro de temas, y la meteorología es uno más. Pero las redacciones deberían tener gente especializada en el tema. En EEUU, para ser hombre del tiempo en la tele, debes conseguir un certificado que acredita que has estudiado unos conceptos básicos. No tienes que ser físico, pero tienes que obtener el seal of approval de la Asociación Americana de Meteorólogos. Y a nivel de científicos que divulgan, es lo mismo, yo me he encontrado en esa situación. Llegaba una cosa de terremotos y me decían "¡Mario...!", pero no soy geólogo especializado. Pero luego hay gente que sabe mucho y no es capaz de explicar el porqué. Al público general hay que ponérselo fácil.

¿Cuál sería el caso más grave de desinformación o mala ciencia reciente en el ámbito de la meteorología?

Veo intrusismo de vez en cuando con cosas de cambio climático. Una previsión meteorológica acertada es sota, caballo y rey. Recuerdo hace poco haber visto una chica en la televisión española hablando sobre los exhuracanes que llegaron tumbando "árboles de cinco metros"... y los árboles eran apenas un poco más altos que ella. Pero con el calentamiento global, parece que somos todos expertos. Y es uno de los grandes problemas que se ha encontrado la gente, un popurrí de información desfigurada. Hay que ser muy riguroso con qué se ha dicho, por quién y con qué datos, tener algo sólido en lo que apoyarse.

¿Se imagina volviendo a la televisión en España?

Sí, sí, totalmente. Estoy en EEUU por un proyecto personal y metido en docencia e investigación, pero mi idea es volver aquí. ¿Trabajar en tele? Sí, pero en lo mío. No voy a volver para presentar un concurso. Ahora por ejemplo estamos preparando una serie sobre ciudades inteligentes y sostenibles del mundo. Madrid y Barcelona están en la lista de los Top 25, en donde se vive bien porque todo está en armonía: medio ambiente, calidad de vida y servicios sociales. Quisiera apostar por programas que sean entretenimiento, porque por desgracia no vas a hacer documentales de La 2 que son más difíciles de sacar adelante con un presupuesto digno, pero con formatos como hicimos con Climas extremos para TVE. Y ahora hay otras plataformas, como Netflix, Amazon... ¿Volver a la información meteorológica? Pues no sé. Echo de menos ese día a día, pero preferiría volver para concienciar y educar sobre clima y cambio climático.

¿Tuvo la sensación de que cuando se intenta conciliar entretenimiento y educación, es la parte científica la que sufre?

Sí. Tienes que mezclar para divertir a la gente pero a la vez contar cosas rigurosas. Al final, Climas extremos era un programa más antropológico: tengo esta excusa -hace frío, hace calor- y me voy a ver quien vive ahí. Al público le gusta verlo porque no somos un país que tenga esos extremos. Pero tienes que diluir mucho la parte de la ciencia pura para que entre dentro del formato. Al final tienes que amoldarte a lo que te pide la cadena si quieres tener un presupuesto que te permita hacer cosas y llegar al público, aunque sea con lo básico.

El problema que hubo con 'Supervivientes' es que la parte científica...

Esa parte ahí no la había [ríe]. Mi papel ahí, y la única razón por la que me embarqué en ese proyecto, fue por que mi relación con la parte amarilla por así decirlo del programa era 0%, y así lo firmé. Fui a un sitio donde dentro de lo que cabe había naturaleza para hacer pruebas a los concursantes. El resto ocurría en plató, y así estuve vinculado al programa tres años. Me gustaba por el entorno, la reserva marina de Cayos Cochinos en Honduras, espectacular. Pero lógicamente, ahí, la única ciencia que había era la predicción del tiempo que les hacía a los de producción. Aquello fue excepcional. Mira que en mis 19 años en Telecinco han surgido opciones de presentar cosas, pero nunca lo cogí por el simple hecho de que no eran mi cancha. Cruzar la línea suponía hacer otros tipos de programas en los que nunca me he sentido cómodo.

Para terminar, tengo que hacerle la pregunta que tiene que escuchar todos los meteorólogos sobre estas fechas: ¿Qué tiempo hará en Navidad?

¡Buf! Bueno, este año tenemos una tendencia a más precipitaciones. Estamos viendo esa señal constante. Yo creo que el invierno va a transcurrir dentro de lo que es habitual. Te diría incluso que las dos semanas de Navidad, la última del año y la primera de 2019, serán más suaves que frías. Lo estamos viendo ya con el otoño. Aterrizaba ayer en Madrid y me decía: "Jo, 19 grados. Ya sé que estamos en semiveranillo de San Martín, pero...". Este año está siendo muy diferente a otros, estamos teniendo bastante más lluvia antes, y esa tendencia se va a mantener hasta el final. No será tan fría como la blanca navidad que a muchos les gustaría.

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