Cuando nuestros nietos, nuestros hijos - o nosotros mismos, dado el imparable aumento de la longevidad - leamos a finales del siglo XXI que en 2003 se batió el récord de calor, podremos preguntarnos por qué no lo vimos venir. Aquél verano, Mérida alcanzó los 46,4ºC y San Sebastián tuvo 13 noches de calor tropical. Rondando 2088, sin embargo, Extremadura conocerá máximas de 47,58ºC en olas de calor que no cejarán en dos meses, y el País Vasco tendrá problemas para dormir un tercio del año con 120 noches calurosas anuales.

Esta es la sofocante predicción que nos permite hacer el Visor de Escenarios de AdapteCCa.es, la Plataforma de consulta e intercambio de información sobre adaptación al Cambio Climático en España. Se trata de una iniciativa de la Fundación Biodiversidad y del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, dentro del Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC). La documentación usada para elaborar el mapa interactivo procede de las proyecciones de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) y del proyecto internacional Euro-CORDEX.

El Visor abarca un archivo de datos históricos desde 1950, y permite tres niveles de predicción: el futuro cercano, hasta 2040; el futuro medio, en la etapa central del siglo; y el futuro lejano, entre 2070 y 2100. La distribución del mapa por defecto es por Comunidades, pero se puede ir precisando al nivel de Provincia y Municipio, a excepción de Canarias que no está incluida. Finalmente, podemos seleccionar la variable cuya evolución queremos seguir: temperaturas máximas y mínimas, número de días y noches de calor, duración de las olas de calor y precipitaciones, por quedarnos en las opciones más simples.

Como a nadie se le escapa ya, las temperaturas van en aumento. Será en el sur donde los efectos serán más dramáticos. Si Sevilla, con 25ºC de máxima de media y cincuenta días de calor al año, es ya la sartén de España, la tendencia prosigue al alza. Para mitad de siglo, el calor se prolongará 75 días. En 2090 los sevillanos pueden esperar 95 días de calor, una media anual de 28ºC y picos de hasta 48.17ºC. Huelva, Cádiz, Jaén y Granada, así como Murcia, se instalarán en medias anuales superiores a los 25ºC. Un club en el que podrían entrar Cáceres, Badajoz, Toledo, Ciudad Real, Alicante, Baleares y la zona interior del Ebro a partir del siglo XXII.

Ni siquiera la caída del Sol nos otorgará un respiro. En la vertiente atlántica se dan a día de hoy unas 50 noches consideradas como calurosas al año, una cifra que varía ligeramente a la baja en la Cantábrica y al alza en Levante. Para 2090, Galicia, Cantabria, Asturias y País Vasco conocerán más de 132 noches cálidas al año. La temperatura mínima media en el norte pasará de rondar los 7.5ºC a los 11ºC a finales de siglo. En el resto de España, no habrá una sola provincia que se libre de pasar entre 100 y 110 noches al calor cada año.

Del naranja al rojo, las regiones que superarán más de 100 noches de calor al año.

Olas de calor interminables

La duración de las olas de calor, principales responsables de los picos estacionales de calor, es una variables interesante, porque es constante en todo el territorio salvo por la vertiente cantábrica. Actualmente en Madrid duran una media de 16 días, una cifra similar a Andalucía, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Aragón, Cataluña y Murcia, quedando exenta la Comunidad Valenciana por el enclave de Valencia en donde la duración es parecida a la del norte: poco más de diez días.

Las previsiones indican que la tendencia es que el oasis norteño desaparezca progresivamente. Para mitad de siglo, únicamente Cantabria, Asturias, País Vasco y el norte de Navarra podrá esperar olas de calor moderadamente más cortas que en el resto del país. Para 2100, España será un horno homogéneamente batido por rachas tórridas que no durarán menos de 55 días

En rojo, las zonas en las que para 2050 las olas de calor durarán menos de 15 días.

La España seca se extenderá

Las borrascas sin tregua que estamos experimentado desde que comenzó 2018 han alejado al fantasma de la sequía, pero la previsión a largo plazo es inequívoca: la desertización es imparable. Cambiando la demarcación en el mapa de las Comunidades a las Cuencas Hidrográficas que rigen las reservas de agua a nuestra disposición, la menguante estimación de días de lluvia a medida que avance el siglo invita al pesimismo en regiones ya de por sí vulnerables.

Así, los días de lluvia en el sistema del Segura, que abastece a Murcia y cuyas reservas no alcanzan actualmente ni el 30% de su capacidad, pasarán de una media de sesenta días de lluvia al año a menos de cincuenta en 2046. En torno a 2080, no habría ni cuarenta días lluviosos. Para entonces el Júcar, la otro cuenca que padece episodios endémicos de carestía, habrá caído de los ochenta días de media en los que llueve hoy en día a unos meros cincuenta.

En azul, cuencas que recibirán menos de 40 días de lluvia al año en el futuro lejano.

Pero la disposición del mapa revela también la extensión paulatina de la España seca. El sureste árido extremo, representado por una pluviosidad inferior a los cuarenta días anuales y menos de 1 mm/diario de media, se irá extendiendo más allá de Alicante, Almería y Albacete. Se instalará en la cuenca del Guadalquivir y a la pequeña de Tinto, Odiel y Piedras, que riegan Huelva y el Parque Nacional de Doñana. Pero el norte no será inmune: podemos comprobar que, ya a mitad de siglo, el interior de la cuenca del Duero experimentará un clima de una sequedad equivalente a la actual en el sur de España.

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