Las orcas son animales increíbles, con una gran fama de asesinas injustamente ganada. Estos cetáceos son muy sociales, un claro ejemplo de lo cual es su capacidad de desarrollar dialectos propios. Además, también se conocen casos en los que han aprendido el idioma de los delfines, conocidos también por tener esta capacidad lingüística.

Y puestos a aprender idiomas, si hay que hablar con los carceleros se habla. Esto es lo que ha hecho Wikie, una orca de 14 años que ha aprendido a decir algunas palabras en inglés, como hello o bye, en tan sólo diez intentos. Ya quisiéramos  los seres humanos aprender idiomas con esa velocidad.

Wikie vive en el acuario de Marineland, en la ciudad francesa de Antibes. Como ocurre con tantas otras orcas en todo el mundo, es una de las principales atracciones del centro, por lo que periódicamente se le enseñan nuevas habilidades para sus espectáculos.

Pero esta nueva habilidad ha resultado tan sorprendente que ha llamado la atención de un equipo de investigadores de la Universidad Complutense de Madrid, cuyas conclusiones al respecto han sido publicadas recientemente en Proceedings of the Royal Society B.

Después de un periodo corto de aprendizaje, el animal consiguió hacer pedorretas, imitar el crujido de una puerta, repetir números y pronunciar las palabras hola y adiós, en inglés. Todo ello con la cabeza fuera del agua.

No quedó claro que supiese exactamente qué estaba diciendo, pero igualmente su capacidad de imitar los vocablos que escuchó; tanto directamente como a través de grabaciones, resulta casi única. 

Dejando a un lado a los loros y otras aves similares, no es la primera vez que se consigue que un animal reproduzca vocablos humanos, ya que previamente lo habían hecho un elefante, un león marino y una beluga.

Pero eso no impide que el caso de Wikie sea sorprendente, tanto por lo que enseña acerca de la inteligencia de su especie, como por las nuevas pruebas que aporta sobre la necesidad de estos animales de vivir en grupos. Todo ello debería servir para comprender que obligarlas a vivir en soledad, lejos de su familia, es una forma lenta y cruel de matarlas de pena. Quizás a base de descubrimientos como éste algún día el ser humano comprenda que la única forma de ver a las orcas debería ser observando a sus familias nadar majestuosas por el océano. Y eso, sin duda, sí que es un espectáculo.

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