Con el sorteo de la Lotería de esta mañana arranca oficialmente la Navidad. Las familias ya planean la cena del próximo sábado y del sábado de después, así que la coalición de partidos formada por Unidos Podemos, En Comú Podem, En Marea, Izquierda Unida y Equo han lanzado El Gran Libro de las Recetas del CETA, una campaña que explica a los ciudadanos cómo el futuro acuerdo de comercio con Canadá (Acuerdo Económico y Comercial Global, más conocido por el acrónimo inglés CETA) podría afectar a los platos más consumidos en estas fechas: sopa de galets, cóctel de gambas, pavo relleno, turrón de Jijona o polvorones caseros.

El mensaje de fondo del recetario es que, de aprobarse el CETA, pronto empezaremos a preparar estas recetas con carne hormonada o almendras transgénicas procedentes del país norteamericano.

El libro suma apenas doce páginas, pero son suficientes para reincidir en algunas inexactitudes y errores sobre los transgénicos y su relación con este nuevo acuerdo transatlántico de comercio.

Para empezar a tranquilizar al ciudadano, los consejos están impresos sobre el símbolo de radiación ionizante, característico de la industria nuclear.

Hormonas

"En Canadá la normativa sobre hormonas y medicamentos para el ganado es mucho más laxa que en la UE", comienza diciendo la publicación del bloque de izquierdas en su primera receta. Aunque es cierto que los canadienses permiten hormonar a los animales de granja con sustancias que en Europa no están permitidas o producen variedades transgénicas como la soja o la remolacha que aquí no tienen permiso, Bruselas ha sido tajante a este respecto:

"No vamos a cambiar estos estándares. Las importaciones de Canadá tendrán que satisfacer todas las leyes y regulaciones de la UE para productos -sin excepción", dice la Comisión Europea en la página donde explica el CETA, que insisten "no cambiará cómo la Unión Europea regula la seguridad alimentaria, incluyendo productos modificados genéticamente o la prohibición en ternera tratada con hormonas".

Un extracto de la receta de sopa de Galets. En Comú Podem

El recetario lanzado por En Comú Podem y sus acólitos señala algo que es cierto, y es que la UE se compromete a importar 65.000 toneladas de carne vacuna en los próximos siete años, lo que supone un 0,6% del consumo de vaca en los estados miembros. Parte de esto, unas 4.000 toneladas, se incluyen como compensación, en palabras de los negociadores "por la disputa de las hormonas".

Haciendo un resumen rápido de la llamada controversia de las hormonas en la carne de vaca, Europa lleva desde 1989 prohibiendo la importación de carne vacuna de Canadá y Estados Unidos por incluir hormonas de crecimiento como el estradiol-17β. Ambos países denunciaron la medida ante la Organización Mundial de Comercio, argumentando que la cantidad de hormonas que contiene la carne no supone un riesgo para la salud. La OMC les dio la razón.

La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, en su informe de 2004, se reafirma en que el estradiol es capaz de permanecer en el cuerpo tras el consumo, aunque concede que las cantidades no son suficientes como para causar daño al consumidor. 

Transgénicos

Extracto de la receta del turrón de Jijona. En Comú Podem

El recetario dice también que Canadá es el quinto mayor productor mundial de transgénicos, lo cual también es falso: es el tercero, según datos de su propio gobierno.

Actualmente, Europa sólo permite cultivar maíz genéticamente modificado aunque pueden importarse otros 57 productos, principalmente para alimentación animal. En cualquier caso, el papel de Canadá es discreto: el 90% de la soja transgénica que Europa importa procede de cuatro países, Brasil, Argentina, Estados Unidos y Paraguay.

"En la agricultura transgénica se utiliza en grandes cantidades el herbicida glifosato", al que señalan como cancerígeno "para agricultores y consumidores finales, y funestos para las abejas". 

Pese a la absoluta falta de evidencias científicas sobre que este herbicida -asociado a los cultivos transgénicos y a la multinacional biotecnológica Monsanto- cause cáncer, es probable que la Unión Europea no renueve la licencia de explotación del herbicida, que en estos momentos goza de una extensión provisional. Además, algunas encuestas muestran que dos de cada tres europeos apoyan la prohibición.

Mortalidad potencial para abejas melíferas. Luis Sevillano

En cuanto a las abejas, un estudio de octubre de 2015 que ya recogimos en EL ESPAÑOL certificó que el herbicida era uno de los más inocuos para estos insectos.

Radiación de alimentos

Receta del cóctel de gambas con lechuga irradiada. En Comú Podem

Otro de los frentes que aborda este conspicuo recetario navideño es la radiación de alimentos, también conocida como ionización o pasteurización fría. Esta técnica, que consiste en exponer los alimentos a cantidades controladas de radiación para lograr eliminar ciertos micro-organismos o bacterias, o para ralentizar la maduración y que un alimento dure más en el estante. 

Sus autores señalan que "En EEUU es habitual la radiación de los alimentos y no hay que indicarlo en la etiqueta. La UE considera que pone en peligro la seguridad alimentaria". En primer lugar, la UE no considera que la irradiación sea peligrosa, sino que su autorización siempre estará condicionada a que no suponga un peligro para la salud.

En segundo lugar, el CETA no es un tratado con Estados Unidos sino con Canadá, donde los procesos de pasteurización o irradiación deben estar adecuadamente señalizados en la etiqueta de los alimentos, justo como en Europa.

¿Qué tal criticar con base científica?

Los cultivos transgénicos, las hormonas de crecimiento o las nuevas tecnologías de esterilización tienen, por supuesto, puntos débiles y aspectos en los que la labor de organizaciones ecologistas puede ser necesaria para que el principio de precaución que Europa suele aplicar se respete.

Por ejemplo, en los últimos meses los cultivos modificados genéticamente han sido cuestionados porque no parecen tener la eficacia ni el incremento en las cosechas que prometen. Otro frente es el papel que alimentar a los animales con hormonas o cantidades sub-clínicas de medicamento puede tener en la creciente resistencia a los antibióticos.

El CETA, como otros tratados, se ha movido entre el secretismo y la propaganda. La labor de partidos políticos y medios de comunicación es crucial para explicar los aspectos que pueden afectar más a la vida de los europeos. Sin embargo, dejar caer frases como "altamente cancerígeno tanto para los agricultores como para consumidores finales" referidas a un herbicida que, en los últimos 40 años de estudios, no ha mostrado relación alguna con el cáncer, ¿no contribuye en cambio a enturbiar el debate y estropearle a alguien el menú de Nochebuena con el sabor amargo de la sospecha infundada?