En el país de los suricatos no se habla ahora de la operación bikini. Para Timón y sus congéneres adelgazar no es una opción, al menos si no se quieren quedar solteros en un mundo casi tan competitivo en lo amoroso como el de los humanos.  

Esta es la principal conclusión del estudio que protagoniza la portada de la última edición de Nature, que demuestra que estos mamíferos son capaces de adaptar su alimentación con el único objetivo de vencer a sus rivales amorosos

Portada de la revista Nature. Nature

Para llegar a esta conclusión, los investigadores liderados por Tim Clutton-Brock, un experto en hacer perrerías a los suricatos -en 2011 les administró oxitocina y demostró que esta hormona les hacía más colaborativos- diseñaron un curioso experimento. 

Los biólogos analizaron a 14 grupos de Suricata suricatta residentes en el desierto de Kalahari e identificaron parejas del mismo sexo en distintas camadas. Lo que hicieron fue administrar al más delgado de los dos un huevo duro dos veces al día, es decir, engordarlo artificialmente. Mientras, su hermano comía sólo lo que la madre naturaleza le dictaba. El proceso duró tres meses. 

Hermanos suricatos. Alecia Carter Nature

A continuación, los autores compararon cómo habían crecido las parejas maltratadas -aquellas que no habían recibido alimentación extra- con otros miembros de camadas a los que se había dejado a su aire, es decir, ni ellos ni sus hermanos habían recibido atención alguna de los científicos. 

Lo que vieron es que los suricatos cuyos hermanos habían sido injustamente alimentados habían engordado más, al ingerir más alimentos por su cuenta. Pretendían así no quedarse en una posición de desventaja frente a sus hermanos, todo por tener más facilidades a la hora de conseguir una pareja. 

Más suricatos. Alecia Carter Nature

A continuación, los investigadores determinaron que había una segunda fase de crecimiento tras esos primeros tres meses, en la que los científicos no intervinieron y se limitaron a observar.

En esta ocasión, el peso y el tamaño de los animales que habían participado en el experimento también variaban en función de los hermanos. Así, cuando la diferencia de peso entre los dos suricatos era mayor, el más ligero crecía más. 

Esto sugiere que estos mamíferos no son ajenos al aspecto de los que les rodean. Como los humanos comentan en la piscina la figura de tal o cual bañista, también lo hacen -a su manera- estos animales. Sólo que en este caso, los admirados son los gordos. 

Noticias relacionadas