Mañana y pasado, el Comité Permanente de Plantas, Animales, Alimentos y Piensos (PAFF) de la Comisión Europea se reunirá a puerta cerrada con una misión: decidir si extiende o no la licencia para usar en Europa el herbicida glifosato, que expira el próximo mes de junio.

La batalla por mantener o desterrar el glifosato de la UE va más allá de lo legal o de lo científico, ya que este herbicida -comercializado por la multinacional biotecnológica Monsanto pero cuya patente expiró en 2000- se ha convertido en emblema de una confrontación ideológica que incluye otros asuntos, como la aprobación de nuevos cultivos transgénicos o el polémico proceso de negociación TTIP.

La Comisión Europea deberá alcanzar en estos dos días una mayoría cualificada a favor o en contra del herbicida. Que los votos negativos superasen a los positivos no resultaría una sorpresa a tenor de lo sucedido en los últimos meses, en los que la posición de Francia, Holanda, Suecia o Italia, reacios a aprobar una extensión, podría haber aglutinado a países como Dinamarca o Alemania, que permanecían dubitativos.

El pasado mes de marzo, los países contrarios al glifosato lograron aplazar la decisión hasta los días 18 y 19 de mayo. Pero sólo unos días antes de que este comité se reúna, dos sucesos parecen haber volcado la balanza a favor de la extensión del glifosato.

La OMS contraataca

La principal baza de los contrarios al glifosato procede de un informe de la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC), dependiente de la Organización Mundial de la Salud, que señala al herbicida como probablemente carcinogéno para los humanos. "Necesitamos que la Comisión se alinee con la posición que más protege a la salud, que es la de la OMS", dijo al respecto la Ministra de Medioambiente francesa, Ségolène Royal, "votaremos que no".

Pero ayer mismo, la Reunión Conjunta sobre el control de plaguicidas de la OMS y la FAO (JMPR, por sus siglas en inglés) emitió un informe que minimizaba este riesgo: "Concluimos que es improbable que el glifosato cause un riesgo de cáncer a humanos mediante su exposición en la dieta".

En un comunicado, la OMS ha negado además que sus conclusiones y las de la IARC sean contradictorias: "Ellos revisan estudios publicados para identificar potenciales riesgos de cáncer, no estiman el nivel de peligro que hay para la población asociada a la exposición al riesgo". La clave parece estar en que este comité, a diferencia del IARC, también evalúa trabajos no publicados, como los estudios internos que realizan las empresas, y que son confidenciales.

Un agricultor vierte productos fitosanitarios cerca de Nantes, Francia. Stephane Mahe Reuters

Fuentes de la negociación han citado a Reuters que, al menos, un gran estado miembro mantendrá en la votación que comienza mañana su oposición al glifosato. Pueden apostar por Francia. Pero para cuando esta información surgió, también se conocía que Alemania probablemente se abstenga, sumida en una gran oposición interna, entre conservadores y socialdemócratas, con respecto al herbicida.

El pasado 13 de abril, el Parlamento Europeo emitió una resolución favorable a extender la licencia -eso sí, recortando el periodo a siete años en lugar de los 15 que suelen concederse- y restringir el uso del herbicida a actividades profesionales. Así, no podría usarse en parques y jardines públicos o donde otros sistemas integrados de control de plagas fuesen suficientes para controlarlas.

En estos momentos, lo más plausible parece ser una extensión de la licencia del glifosato por nueve años más, ni siete ni 15. Tampoco está claro si la nueva propuesta de la Comisión diferirá de la del Parlamento Europeo y permitirá usar este herbicida en parques y jardines públicos.

¿Caso Resuelto?

La irrupción de este nuevo informe a favor del glifosato no es sorprendente desde el punto de vista científico, ya que la mayoría de estudios avalan su seguridad, pero sí lo es desde el punto de vista estratégico. Greenpeace ha sido la primera en denunciar los estrechos lazos entre algunos de los miembros de la JMPR y la industria.

En particular, se centra en Alan Boobis y Angelo Moretto, dos expertos en toxicología miembros del International Life Sciences Institute, una plataforma entre cuyos miembros donantes constan empresas biotecnológicas como Monsanto Europe, Dow Chemical o Indoor Biotechnologies.

Como ha señalado, entre otros, el periodista de Le Monde Stéphane Foucart, Boobis y Moretto no eran dos miembros más del JMPR, sino el director y co-director de esta "reunión extraordinaria", que tuvo lugar en Ginebra entre el 9 y el 13 de este mes.

El sitio Corporate Europe, especializado en controlar las maniobras de lobby a nivel europeo, también se ha hecho eco de la designación de Boobis y Moretto, quien ya tuvo que dimitir como panelista de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria por no declarar sus lazos con el International Life Sciences Institute.

Todo esto no quiere decir, por supuesto, que las conclusiones del JMPR con respecto a la toxicidad del glifosato sean incorrectas, pero sí que compromete seriamente su independencia y ayuda a explicar por qué el informe salió a la luz precisamente ayer.

Noticias relacionadas