La tecnología que permite escrutar la actividad sísmica y geológica de Marte desde la Tierra está desvelando con una velocidad vertiginosa sus enigmas más fascinantes. Hace apenas un mes, los datos recopilados por la sonda NASA Mars Global Surveyor permitían localizar un lago de agua líquida bajo su Polo Sur. Quedaba por determinar qué fuente de calor la mantiene fluida, y dos estudios paralelos resuelven ahora precisamente esta incógnita: el Planeta Rojo sigue dando señales de 'vida', con un núcleo todavía activo y la presencia de actividad sísmica y volcánica en superficie.

Ambos descubrimientos, publicados en Nature Astronomy, contribuyen a cambiar nuestra percepción sobre Marte. Un planeta, planetoide o luna debe reunir determinadas condiciones para ser favorable para la vida. La presencia de una magnetosfera que escude la superficie de la radiación solar, el agua líquida y la actividad geotermal que proporcione energía para los procesos bioquímicos son los tres fundamentales. Ahora sabemos que nuestro planeta vecino posee estas características, si bien mucho más débiles y escasas en comparación con la Tierra.

Para el primero de los estudios, sismólogos de la Universidad Nacional de Australia (ANU) en Camberra han desarrollado un sistema análogo a un escáner, que les ha permitido describir el núcleo activo de Marte a partir del sismógrafo de la sonda InSight. Es importante, explican, porque es la "sala de máquinas" de un planeta, determinando tanto la actividad geológica en la superficie como en la atmósfera. En el caso de la Tierra, el núcleo está compuesto principalmente de hierro, lo que contribuye a generar la potente magnetosfera que nos mantiene a salvo de las erupciones solares.

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El tamaño de Marte es la mitad del de la Tierra, y su núcleo es por lo tanto más pequeño: tendría un diámetro de 3.620 kilómetros según estos nuevos cálculos. "Nuestros modelos sugieren que el núcleo marciano es líquido, y aunque está compuesto principalmente por hierro y níquel, también puede contener restos de elementos más ligeros como el hidrógeno y el sulfuro", explica el Sheng Wang, del departamento de Ciencias de la Tierra de la ANU y líder del estudio.

"Estos elementos pueden interferir en la capacidad del núcleo para transportar el calor", prosigue Wang. Entre otros aspectos, esto podría explicar por qué el Planeta Rojo perdió su campo magnético en el pasado, volviéndose inhóspito para la vida.

Ilustración del núcleo marciano. Sheng Wang y Hrvoje Tkalčić/ANU

El segundo estudio revela no obstante que el planeta está lejos de ser una roca inerte. A partir de los 1.300 'martemotos' registrados desde 2018 por el sismógrafo de InSight, sismólogos y geofísicos de los ETH de Zúrich (Suiza) ha podido localizar los epicentros en la zona de las Fosas de Cerbero, un sistema surcado por fisuras. A partir de 20 de estos movimientos sísmicos, los investigadores han podido determinar que los de menor frecuencia indican la presencia de una fuente de calor. Esto correspondería a la aparición de lava, lo que a su vez permite inferir que hay magma en profundidad y actividad volcánica en superficie.

Al comparar los datos sísmicos con las imágenes por observación astronómica en la misma región, pudieron localizar depósitos de polvo más oscuro tanto en la dirección dominante del viento marciano como en múltiples direcciones. "Las zonas más oscuras de polvo indican una actividad volcánica más reciente, puede que de los últimos 50.000 años, algo relativamente joven en términos geológicos", explica el Dr. Simon Staehler, el autor principal.

"Es posible que estemos asistiendo a los últimos coletazos de esta región antaño activa en vulcanismo, o puede que el magma se está dirigiendo hacia el este, de camino a su nueva zona de erupción", valora Staehler.