El pasado octubre, la empresa de biotecnología Ascendance Biomedical lograba un golpe de efecto en la BodyHacking Con de Austin, Texas. Aseguraban haber desarrollado una cura para el herpes mediante edición genética, pero no habían obtenido la autorización médica y ética para comenzar los ensayos. Así que su CEO, Aaron Traywick, se subió al escenario, se bajó los pantalones, se inyectó el compuesto y anunció que, al ritmo al que avanzaban sus investigaciones, la cura para el cáncer podría ser una realidad en Navidad.

El pasado domingo, según se ha hecho público ahora, Traywick fue encontrado muerto en el interior de un tanque de aislamiento sensorial en un spa de Washington DC. Tenía 28 años. La policía metropolitana ha comunicado que no hay indicios de muerte violenta, aunque solo la autopsia será capaz de determinar si la cura experimental que se inyectó o si cualquiera de sus ensayos de biohacking - la edición genética aplicada la cuerpo humano - tuvieron algo que ver.

Traywick, con una formación más humanista que científica, se declaraba "obsesionado con combatir la muerte" y con alcanzar remedios en paralelo a las autoridades sanitarias y la industria farmacéutica. Su "vacuna contra el herpes", confeccionada en base a investigaciones colaborativas junto a otros entusiastas, presuntamente suprimiría la proteína que el virus necesita para propagarse. De haberlo logrado, había abierto camino a las posibilidades casi milagrosas de la terapia génica: el más ambicioso, el de frenar el VIH-SIDA.

Aaron Traywick se inyecta un remedio genético para el herpes.

Los especialistas, sin embargo, aconsejaban cautela y calificaban a Traywick más como un "vendedor" y "encantador de serpientes" que como a un investigador. Josiah Zayner, pionero del biohacking tras haber desarrollado mediante crowdfunding un kit CRISPR, una herramienta molecular con la cual cualquier podría potencialmente modificar su ADN, mostraba su arrepentimiento hace apenas unos meses. Zayner también protagonizó una performance en directo en la que se inyectaba su propio compuesto. "Me siento responsable de esta mierda" - lamentaba. "Alguien va a terminar haciéndose daño".

Los enigmas que rodean la muerte de Traywick no terminan en el interior opaco del tanque de confinamiento sensorial. Según ha podido averiguar VICE NEWS, en la último mes se había distanciado de Ascendance Biomedical, la startup que él mismo fundó, para seguir su propio camino, hasta el punto de que ni sus antiguos compañeros y empleados sabían en qué andaba metido.

"Aaron era un visionario apasionado" - ha declarado Tristan Roberts, que trabajó con él en la terapia para el herpes. "Parecía incansable al poner a trabajar juntas a personas en algunos de los retos más importantes a los que se enfrenta la Humanidad. Aunque muchos en la comunidad biohacker criticaban sus métodos, nadie puso en duda sus intenciones. Buscaba nada menos que una revolución en la biomedicina; la democratización de la ciencia y la apertura de los diques de contención de la sanación global". 

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